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27-11-2010

El relato de un hijo del silencio

Luis Tortosa ha escuchado distintas versiones sobre el crimen de su padre y su abuelo.

Luis Tortosa tenía siete años cuando asesinaron a su padre y a su abuelo pero recién supo la verdad en 2007 por investigaciones propias. Un pacto de silencio familiar, sumado a la distancia, colaboraron con tan largo secreto. En 1975 sus padres estaban separados. Luis, junto a su mamá, vivía en Buenos Aires. "Mi papá y mi abuelo solían viajar desde Mar del Plata para visitarme", recuerda Luis. Pero un día esas visitas se interrumpieron sin que nadie le explicara los motivos.

"Cuando tenía diez años, estaba hurgando el ropero en busca de algunas monedas para comprar caramelos y encontré un recorte del diario Clarín. Empecé a leerlo y llegué a ver que se refería al crimen de los Tortosa en Mar del Plata. No pude terminar de leer porque entró mi mamá y me quitó el diario. Le pregunté quiénes eran esos Tortosa, si tenían algo que ver con mi papá. Me dijo que no... eludió todo tipo de preguntas".

"Desde entonces en mi familia hicieron un vacío muy grande. No se quiso hablar nada más de papá y de mi abuelo... me llevaban para otro lado. Yo creo que estaban muy asustados. Yo me encerré en mí mismo, pensaba que había habido una pelea familiar muy grande y que por eso no habían vuelto a mencionar a mi padre y a mi abuelo".

Con el paso de los años, Luis -que vive en Buenos Aires y trabaja en seguridad del Gobierno de la Ciudad- comenzó a rastrear datos de su padre por internet, pero la búsqueda fue infructuosa hasta 2007.

"Un día -relata Luis- vi por televisión que habían empezado a investigar los crímenes cometidos por la triple A durante el gobierno de Isabel Perón. Asocié las fechas, fui a Google y puse en el buscador: "A Juan José Tortosa lo mató la Triple A".

De esa manera, Luis encontró el documento que el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata emitió ese año sobre los crímenes de la CNU con información recogida durante el Juicio por la Verdad. Se trata -vale recordarlo- de la primera expresión oficial de la Justicia marplatense sobre esos hechos y marcó el rumbo de las actuales investigaciones.

El caso de los Tortosa figura en ese documento, de modo que Luis supo así el destino que habían corrido su padre y su abuelo.

La causa por el crimen de los Floristas fue desarchivada ese año y actualmente la Fiscalía Federal avanza en la investigación. El mismo trabajo se está realizando con otros homicidios no esclarecidos.

"Viajé a Mar del Plata, fui al juzgado y me presenté como querellante. Leí la causa... necesitaba saber toda la verdad", relata Luis.

En aquel viaje decidió acercarse hasta la Catedral para conocer el puesto de flores que perteneciera a su padre y su abuelo. "Me presenté a la persona que estaba atendiendo el kiosco... me dijo que eran personas muy queridas, que eran muy amigos del obispo y que los días de la Maestra y de la Primavera regalaban flores".

Luego se dirigió al Cementerio de la Loma con la esperanza de hallar la tumba de su padre. El personal administrativo comenzó a buscar en antiguos registros y, si bien hallaron el ingreso de los cuerpos, no encontraron constancias del sitio donde fueron inhumados. La casualidad, sin embargo, ayudó a Luis: uno de los empleados conocía a su tío, el mismo que había reconocido los cuerpos 32 años antes.

Luis se presentó sorpresivamente en su casa. "Me dio un beso y un abrazo interminable -relata con emoción-; me dijo que su casa era mi casa. Estuvimos charlando y esa noche acompañó al tren. Los días en que ocurrieron los hechos eran muy complicados. Todo fue muy difícil para mi tío".

En los últimos años Luis ha escuchado distintas versiones. Una de ellas vincula el crimen de los Tortosa con el secuestro y homicidio de María del Carmen "Coca" Maggi, decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica. El hecho ocurrió el 9 de mayo de 1975 y, según comenta Luis, "algunos dicen que mi papá y mi abuelo presenciaron algo relacionado con el secuestro".

"¿Qué me produjo descubrir la suerte que corrieron mi viejo y mi abuelo? Mucha tristeza y mucho valor...mucho menos miedo a un montón de cosas. Entendí que eran personas que se jugaron por otras", relata Tortosa.

"No siento rencor por ninguna persona, pero necesito que se haga justicia. Entiendo que tanto daño no se puede pagar con la prisión, ni siquiera con la muerte. A mi padre lo acribillaron a balazos, le quebraron un codo para reducirlo. No se puede pagar tanto daño, pero necesito que se haga justicia".

"También quisiera -agrega- que se sepa la verdad de esta historia y que la gente recuerde a mi padre y a mi abuelo.

Me gustaría que en su kiosco de flores se pudiera poner una placa con sus nombres".-