La Casa de los Caracoles, reflejo de la naturaleza en Mar del Sud
Historias muy particulares rodean a esta pequeña villa balnearia, entre ellas la de un inmueble ubicado en la calle 19 a unos 150 metros de la avenida principal, que está recubierto de caracoles recogidos en esas playas.
MIRAMAR (Corresponsal).- Herve Plaul, un jubilado del gremio ferroviario y posterior comerciante, era asiduo turista de Mar del Sud. Seguramente esa fascinación por la tranquilidad que ofrece la combinación de mar y dunas lo llevó a adquirir un inmueble que con el correr de los años pasaría a formar parte de la historia del pueblo.
Corría el año 1984, cuando comenzó a recorrer las playas en busca de caracoles y piedras de diferentes colores, para de alguna manera revocar su casa. Se levantaba a las 6 de la mañana y con una pequeña bolsa caminaba los médanos en busca de ese material tan anhelado, para luego pegarlo prolijamente en las paredes. Un extraño pero original proyecto, que con el correr del tiempo fue transformándose en realidad.
Cada temporada la obra iba tomando más notoriedad con distintos dibujos, después recubrió el acceso a la morada y por último una parrilla. La construcción data de la década del ?70 pero el trabajo con los caracoles comenzó después y perduró hasta el fallecimiento del propio Plaul hace unos 15 años atrás.
Alrededor de 2.000.000 de caracoles rodean esta casa, la cual, como todas las de Mar del Sud, es castigada duramente por la erosión costera que también, por la falta de árboles, en ocasiones hace estragos en las construcciones.
Si bien sus familiares continuaron el proyecto con la cobertura de dos maceteros, una pared con rejas y alero, el viento y la salitre hacen que los caracoles se caigan y deban ser reemplazados mientras se pueda.
Es muy probable que sea el único inmueble con estas características en toda América, aunque datos recabados por LA CAPITAL mencionan al menos una construcción similar en España, Plaul realizó este trabajo solo, llegaba a Mar del Sud en diciembre y lo terminaba en marzo, cuando se volvía a Buenos Aires. Si bien todos los días iba a la playa, por diversas cuestiones no siempre había caracoles ni piedras en la cantidad deseada.
Según confiaron algunos pobladores, Herve era muy solidario y siempre estaba predispuesto para ayudar a algún vecino en problemas. La mayor parte de las veces veraneaba solo, mientras que su familia lo hacía en Miramar, "seguramente en ese momento nosotros no le dimos la trascendencia que después tuvo este proyecto", se lamentó hace tiempo un familiar consultado.
Mientras permanecía en la villa balnearia, recibía turistas de todo el país, a quienes les hacía firmar un libro y que contaran sus impresiones sobre la visita.
Asimismo fue entrevistado por reconocidos medios de prensa, es más, en una de las guías turísticas del Automóvil Club Argentino y diversos folletos, figuraba la casa como uno de los atractivos turísticos.
El proyecto de Herve Plaul sigue de pie y esta particular "Casa de los Caracoles" o "Las Caracolas", como figura en su cartel de acceso, es sin duda uno de los patrimonios más llamativos que ofrece Mar del Sud.
