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12-06-2011

El mejor exponente de la moda autóctona

Fortín sigue produciendo calzados, accesorios e indumentaria de cuero como hace 67 años, cuando se inició en la venta de botas para el trabajo en el campo. Su método de fabricación artesanal y a medida la ubica entre las marcas más prestigiosas del país. Sus productos son reconocidos en toda la Argentina y requeridos por clientes del exterior.

por Gabriel Coronello Aldao

Hijo de uno de los primeros pobladores de la ciudad, Juan José Boubée fundó hace 67 años un negocio cuya marca se convirtió en una de las más emblemáticas de Mar del Plata.

Fortín nació en 1944 como una pequeña empresa dedicada a la fabricación de calzado para el trabajo en el campo. Pero con el paso del tiempo ciertas circunstancias culturales y algunos nuevos hábitos de consumo fueron dándole al negocio otro carácter, ubicándolo en el marcado de la moda y el cuero. La empresa sobrevivió a sucesivas crisis, con algunas de las cuales desaparecieron muchas de las fábricas de calzado que durante décadas habían sido parte de una industria pujante en la ciudad.

Hoy Fortín tiene un prestigio bien ganado a nivel nacional y en el exterior por la calidad de sus productos, que como al comienzo, siguen siendo elaborados de manera artesanal y a la medida de cada cliente. Esto la sitúa entre las empresas argentinas más célebres dentro de un rubro que en los últimos años adquirió un renovado impulso gracias a la revalorización de lo autóctono y de lo hecho a mano. Juan José Boubée hijo es hoy la cara más visible de la firma, la que conduce junto a sus hermanos e hijos y donde ingresó a trabajar siendo muy joven.

- ¿Cuál fue el sentido con el que se creó la empresa?

- Mi viejo fue el que empezó con todo esto comprando una vieja fábrica de alpargatas que se llamaba Roldana, a la que convirtió en una fábrica de botas a la que bautizó Fortín. Comenzó haciendo botas para el trabajo en el campo, con el piso de madera tipo sueco y botas de equitación.

- Por lo que usted cuenta, al comienzo no se trataba de un negocio orientado a la moda.

- Para nada. La idea original era hacer un calzado clásico, de alta calidad para el trabajo en el campo, porque en esa época la bota de goma todavía no se usaba mucho. Se usaba en mayor medida la bota de cuero con piso de madera, en especial entre los tamberos y los trabajadores de las quintas que tenían que estar despegados del suelo para no sufrir tanto el frío y la humedad. De todos modos mi viejo era un amante de las cosas naturales, de las cosas del campo, de lo artesanal y un poco bohemio.

- ¿Y de qué manera comienza a ampliarse el universo de clientes?

- Durante unos 25 años la empresa estuvo orientada a fabricar y vender calzado como elemento de trabajo. Pero en el año '69 apareció en escena el mocasín legítimo, que era el zapato de moda entre los hombres. Se llama mocasín legítimo porque se trata de un calzado entero abajo, que se cose arriba a mano. Era algo que hacía furor en el país y que querían usar todos los muchachos jóvenes y cancheros; los que andaban por el centro y salían de noche.

Justo en ese momento también apareció la bota de mujer y como nosotros éramos boteros nos resultaba sencillo fabricarlas. Así que nos metimos en esa actividad y eso nos dio un cambio tremendo. Las mujeres querían usar sus botas ajustadas a la pierna, como se usan hoy nuevamente, lo que exigía que fueran a medida porque no todas las piernas son iguales. Las mujeres no querían que hubiera ni una arruguita y que la caña se les ajustara como una media. Así que en los veranos teníamos colas de chicas en la puerta esperando para tomarse las medidas.

- Y esto ocurrió a fines de los ?60, en medio de una revolución cultural que tenía su impacto en la moda.

- Sucedió a fines de los '60 y a comienzos de los '70, en una época en la que aparecía el pantalón y la minifalda para la mujer y una mayor exhibición de las piernas. A partir de ahí nos encontramos con que el público femenino así como quería botas también pedía accesorios como cinturones y carteras haciendo juego. En esa época, además, había una idea de combinar todo en el mismo color y tono de manera exacta. Así tuvimos que empezar a dedicarnos a la marroquinería y después empezamos con la ropa y ahí concebimos el eslogan "en cuero todo". Todo fue hecho con la mentalidad de mi padre, de hacer productos de muy alta calidad. Nosotros hoy seguimos usando contrafuertes de suela en los zapatos, lo que no se usa más en el mundo desde hace tiempo. Por supuesto que eso justifica una diferencia de costo. De hecho como hacemos todo manualmente la empresa tiene 50 empleados dedicados a hacer calzado, carteras, indumentaria, cinturones.

- Y tratándose de una actividad artesanal, la selección y el adiestramiento del personal debe ser un aspecto muy sensible del negocio.

- Desde el origen de la fábrica esto fue también una escuela para formar a la gente. En los años '60, cuando hubo un furor en la industria del calzado marplatense, recuerdo que había personas en la puerta tratando de llevarse a nuestro personal. Era un problema porque antes, como lo sigue siendo ahora, formar a alguien era muy duro y llevaba mucho trabajo y una gran inversión. Lamentablemente esa época quedó atrás porque la industria del calzado marplatense se destruyó por sucesivas crisis, sobreviviendo prácticamente sólo nosotros.

- ¿Por que creé que Fortín logró sobrevivir a esas crisis que, ciertamente, hicieron desaparecer a la industria local del calzado?

- En 2001 vivimos una tragedia, tuvimos que bajar el sueldo del personal y fue muy duro porque además veníamos de un muy mal período en los '90 por la convertibilidad y por tener que competir con las importaciones que fue lo que peor le hizo a la industria en general, a grandes empresas que había en la ciudad como Pagi que tuvo que cerrar. Nosotros tuvimos la suerte de poder sobrellevar la situación por estar muy identificados como una empresa artesanal, en un segmento muy difícil de reemplazar con importaciones. Lo cierto fue que la industria del calzado en general sufrió horrores y cerró una infinidad de fábricas.

- ¿El made in Argentina? es importante en este rubro?

- Por supuesto, porque en la Argentina el cuero no es caro en comparación con lo que ocurre en otros países. Todavía sigue siendo así, sobre todo cuando se trata de un producto de muy alta calidad. Hay una relación de precio calidad óptima que no existe en ninguna otra parte del mundo. Además el país fue un gran productor de cueros y esa fue una gran ventaja para una empresa como la nuestra. Lamentablemente hoy vemos que hay una crisis respecto a la producción de hacienda que está haciendo que el cuero vaya subiendo cada vez más de precio. Pero igualmente la relación calidad precio que existe en el país no se encuentra en ningún otro lugar del mundo.

- ¿Cuál es su clientela internacional?

- Hacemos botas de polo a medida que enviamos al exterior. No nos consideramos exportadores, sino una fábrica con clientes en varias partes del mundo para los que hacemos botas a medida, sobre todo para la equitación y la práctica del polo. De estas ventas solemos hacer varias, sobre todo a Inglaterra.

- ¿Qué capacidad de producción tienen?

- Tenemos una producción chica. Una empresa de nuestro tamaño puede llegar a hacer 200 pares de calzado por día, pero en nuestro caso, por el sistema de trabajo que utilizamos que es muy manual y artesanal, podemos hacer sólo entre 30 ó 40.

- Existe, a nivel mundial, una mayor aprecio por los productos personalizados y con una impronta artesanal. ¿Cómo cree que evolucionará esta tendencia, de la que seguramente Fortín ha sacado provecho?

- Creo que el negocio va a seguir yendo por ese camino y que incluso los productos personalizados y hechos a mano van a tener cada vez más valor. Frente al crecimiento de la producción industrial y de la producción seriada va a haber gente que va a querer tener algo distinto. La única posibilidad de tener algo distinto va a ser mediante la producción artesanal, tanto en el mundo del calzado como en el de cualquier otro mercado. En los '90 parecía que todos estos oficios iban a desaparecer por completo, pero lo cierto fue que han reaparecido con un nuevo sentido y una reivindicación de su valor.

- ¿Por qué el cuero es producto tan valorado por el público?

- La gente lo aprecia porque es un producto tremendamente noble. Los clientes entran al negocio y ya se siente a gusto con sólo sentir el aroma. Creo que hay una relación olfativa, táctil con el cuero que no se tiene con ningún otro material. No hay nada que lo pueda reemplazar o lo amenace, sobre todo en el calzado.

- ¿Por qué cree que todo lo autóctono y relacionado con la argentinidad se convirtió en moda?

- La onda campo siempre les gustó a los argentinos. Uno lo ve en todos los rubros. Una mueblería de onda campo es mucho más convocante que otra cualquiera. Lo mismo pasa con la indumentaria. Lo que notamos fue que hace algunos años hubo una explosión que, a mi juicio, empezó con el carpincho que fue un verdadero fenómeno. Si bien nosotros siempre hicimos carpincho, lo cierto fue que hace 10 años fue una moda tremenda porque es un material muy noble, con muy buenas condiciones. Diría que hoy por hoy el carpincho se apaciguó, aunque igualmente es mucha la gente que lo sigue usando. Pero creo que a partir de los 70, con la aparición del los mocasines y las botas para mujer, esta es una onda que de algún modo siempre estuvo presente.

- ¿Cuál es su competencia?

- Competimos contra cualquier persona que esté en el rubro cueros, pero al mismo tiempo tenemos una producción para un mercado que casi exclusivamente es nuestro, como el de la producción a medida. Eso es algo que nos distingue en Mar del Playa y en el país donde hay fábricas de ropa, carteras, cinturones o calzados solamente. Y dentro de las de calzados hay fábricas para damas, caballeros o niños. En cambio nosotros hacemos todo eso junto y de manera artesanal. Por lo tanto somos una empresa muy especial.

- ¿Quien compra un producto de cuero está realizando una gran compra?

- Desde ya que sí. Siempre es un producto de precio y es una decisión importante aún para la gente que tiene dinero, en especial si busca un calzado y particularmente una bota o una campera. Es una determinación importante y por eso somos abiertos a mostrar cómo se trabaja en la fábrica. A la gente le gusta tener la oportunidad de ver la fábrica, de ver una persona cociendo un mocasín a mano. Sobre todo a los americanos, brasileños e italianos eso les fascina.

Una marca de la ciudad convertida en souvenir

- ¿Comercializan los productos sólo a través de sus locales?

- Vendemos a través de nuestros tres locales dos en Mar del Plata y uno en Buenos Aires- y en gran parte del país tenemos varios clientes. Así vendemos en Ushuaia, en gran parte de la provincia de Buenos Aires, en la Patagonia o Santa Fe, donde hay comercios que ofrecen una limitada cantidad de pares estándar con la marca Fortín.

- ¿Y la gente reconoce la marca en el resto del país?

- Sí. El que pasó alguna vez por Mar del Plata conoce la marca y sabe de qué se trata cuando la ve en otro lugar. Mar del Plata es una gran vidriera en ese sentido.

- ¿Considera que, así como ocurre con los alfajores o los pulóveres, para cierto tipo de público los productos de Fortín se han convertido en un souvenir de Mar del Plata?

- Sí, para cierto tipo de público sí. Tenemos muchos turistas que vienen a la ciudad a pasar sus vacaciones por apenas un fin de semana y lo primero que hacen es pasar por nuestro local para que les tomemos las medidas y así, al regresar, poder llevarse un calzado.