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28-08-2011

Abre un supermercado chino cada dos meses en la ciudad

En Mar del Plata viven más de mil chinos y ya hay unos 100 autoservicios. Venden barato y surgen dudas: ¿Pagan impuestos? ¿Desenchufan la heladera para ahorrar? Mitos y verdades de una comunidad que encierra encanto y misterio.

¿Pagan impuestos? ¿Desenchufan la heladera de noche para ahorrar electricidad? ¿Cómo hacen para tener, a veces, precios más baratos que las grandes cadenas de supermercados? ¿Compran mercadería robada? ¿Reciben subsidios del gobierno asiático? Tao Zheng, propietario de un supermercado chino ubicado en el centro, no oculta su fastidio ante las preguntas de LA CAPITAL y se encarga de desmentir los mitos de una comunidad que encierra encanto y misterio. "Las acusaciones que recibimos son falsas", dice en un español fluido.

Zheng llegó a Mar del Plata con su familia en el 2003. Su caso no es aislado: cada vez más chinos se vienen a vivir a la ciudad. Si bien no hay datos oficiales, se cree que aquí residen más de mil personas de origen asiático, según los cálculos que manejan en la propia colectividad. La cifra incluye tanto a los exiliados provenientes de China continental como a los de Taiwán, ya que todos los inmigrantes dejan de lado sus diferencias políticas cuando pisan territorio argentino.

Los comerciantes asiáticos son hoy un jugador de peso dentro de la economía local. En total, hay unos 100 supermercados y 30 restaurantes chinos en Mar del Plata. Un dato: abre un nuevo autoservicio cada dos meses.

¿Por qué vienen? Años atrás se decía que usaban la Argentina como trampolín para saltar a los Estados Unidos. Pero ahora los mueve una política de reunión familiar y las posibilidades de desarrollo. "Vienen en busca de una mejor calidad de vida. Si bien acá trabajan de sol a sol, allá la jornada laboral es de 18 horas por día", dice Paula Urciuoli, representante local de la Cámara de Autoservicios y Supermercados Propiedad de Residentes Chinos (Casrech). Y recuerda que los primeros inmigrantes se radicaron en la ciudad hace diez años. "No eran más de diez cuando empecé a trabajar con ellos -cuenta-. Pero con el correr de los años la población creció muchísimo, a tal punto que ya no hay más lugar para instalarse aquí. Por eso, muchos se empezaron a ir Santa Clara del Mar, Tandil o Balcarce". La integración resulta cada vez más rápida porque en la mayoría de las familias ya hay por lo menos un integrante que habla castellano. "Aprenden español a los ponchazos cuenta Urciuoli-. No son de hacer cursos y les cuesta leer, pero para comunicarse se defienden con el idioma".

A una semana del ataque a Mi Youzhi, el encargado de un supermercado chino que fue baleado tras recibir varias amenazas (le pedían el pago de 50 mil dólares a cambio de no sufrir una agresión), aún continúan las repercusiones del violento hecho en la ciudad. "Que los comerciantes hayan salido a la calle a manifestarse es atípico e inédito en la idiosincrasia de un chino", asegura Urciuoli.

Inmigración

Cerca del 90% de los chinos arribaron a Mar del Plata provenientes de Fujian, una provincia que está enfrente de la isla de Taiwán, lo que sirve para estrechar los lazos entre los distintos emigrados. Fujian tiene casi la misma población que la Argentina y por su ubicación en la costa este del país es un punto de partida para gran parte de los chinos que deciden probar suerte más allá de sus fronteras.

Tradicionalmente, la inmigración china siempre se movió siguiendo a las corrientes de exiliados japonesas, que fueron muy fuertes no sólo en la Argentina, sino también en Perú y Brasil. Pero a diferencia de otros inmigrantes que se radicaron en la Argentina en los últimos años -básicamente provenientes de países limítrofes-, los chinos suelen llegar al país con un capital inicial. De hecho, la inversión para abrir un autoservicio ronda los $ 250.000.

La elección del rubro autoservicios como forma de ganarse la vida en Mar del Plata respondió más a una necesidad que a una vocación comercial. "En China, mi papá tenía una empresa constructora, pero cuando llegamos a la Argentina decidimos poner un autoservicio porque se trata de un negocio que no requiere saber el idioma", explica Zheng. A los pocos días de pisar la ciudad, el comerciante se autobautizó con el nombre de Oscar. Elegir un nombre occidental es una práctica muy difundida entre los inmigrantes chinos como una muestra de adaptación a las costumbres del país.

"Los chinos son gente de bien. Es una comunidad que es cerrada cuando no conocen a las personas, pero están muy bien instalados en los barrios y la gente los aprecia mucho. Son abiertos una vez que entran en confianza", dice Urciuoli.

A la hora de explicar el crecimiento de los autoservicios chinos en el sector, Zheng no duda en atribuir su expansión a un tema estrictamente comercial. "Nos acusan de no pagar impuestos o comprar mercadería robada, cuando en realidad vendemos más barato porque nuestros costos son más bajos ya que trabaja toda la familia", explica.

Zheng reconoce que su aparición provocó un cambio en la forma de operar de todo el comercio minorista. "Cuando los chinos empezaron a abrir los primeros autoservicios, a principios de la década del '90, no había muchos negocios que abrieran los sábados ni los domingos. Hoy muchos competidores se quejan de nosotros porque tuvieron que adaptarse a nuestro ritmo de trabajo", sostiene el comerciante. Los empresarios orientales además rechazan de plano las versiones que hablan de una supuesta devolución de impuestos por parte de la embajada china. "No hay ningún subsidio del gobierno. Los comerciantes pagan los mismos impuestos que los argentinos", aclara Urciuoli.

Otro de los mitos que los chinos se encargan de desmentir en forma expresa es que detrás de los autoservicios existe un único dueño o una gran corporación estatal. La gran mayoría de los locales pertenece a miembros de una familia que se manejan con el sistema de puntos. Es decir, que una persona puede ser accionista de distintos autoservicios, asociado en un caso con sus hermanos y en otro con algún primo.

Sin embargo, la acusación más fuerte de sus competidores no pasa por la propiedad de los autoservicios, sino por las supuestas maniobras de evasión impositiva y previsional. Las grandes cadenas se quejan de que el supermercadismo puede ser un excelente negocio para cualquiera -sin importar su país de origen- si se evade el IVA o se tiene a los empleados en negro. Más allá de las críticas, en el sector reconocen que los autoservicios chinos supieron adaptarse mejor que nadie a la crisis que provocó la salida de la convertibilidad.

De todas maneras, los comerciantes conviven con algunos fantasmas de mala praxis que amenazan su negocio: hay gente que no va al mercado chino de su barrio porque, dice, no confía en la conservación de la cadena de frío de los productos. ¿Será una leyenda urbana o es cierto eso de que apagan las heladeras de noche para ahorrar electricidad? "Es un mito. Muchas veces la cadena de frío llega cortada, como le ocurre a cualquier comercio. Pero los chinos tratan de cumplir con todas las reglamentaciones porque las multas son muy caras", sostiene Urciuoli. Zheng comparte la postura: "No desenchufamos las heladeras. ¿Queda claro? ¿O hablo en chino?".