"Estoy convencido de que los pequeños y medianos productores agropecuarios no votaron al kirchnerismo". Lo dice un especialista y protagonista de "el campo" como el socialista Lisandro Viale, diputado nacional por Entre Ríos con mandato hasta diciembre próximo.

La pregunta fue cómo entender que en las recientes elecciones primarias Cristina Kirchner también ganara en los ámbitos rurales, en los que se gestó la reacción contra las retenciones de 2008.

Autor del libro "El dilema de `el campo´ en la Argentina de hoy-Una mirada desde el socialismo", que presentó el pasado viernes en la Facultad de Económicas de la UNMdP, junto al rector Francisco Morea y a los académicos Elsa Rodríguez y Alfredo Lazzeretti, Viale advierte que los productores ligados al sector primario suman 300.000 en el país, una cantidad insignificante respecto de los millones de votantes en una elección general.

Al mismo tiempo cree que los habitantes de las pequeñas localidades del interior sí pueden haber respaldado al oficialismo en las urnas, pero no premiando a los méritos del gobierno sino castigando a la oposición por no aportarle a la ciudadanía un proyecto creíble y transformador.

Lisandro Viale --continuador de una "marca" en la política argentina desde que un familiar suyo integrara aquella recordada fórmula presidencial con Oscar Alende, tercera en las elecciones de 1983-- es ingeniero agrónomo y desde 1995 está a cargo de un campo familiar en el oeste entrerriano, que se mantiene como Pyme superando las peripecias impuestas por las políticas agropecuarias, o la falta de ellas.

En 2008, recién electo diputado nacional, inesperadamente le tocó desempeñar un rol de primera línea cuando el conflicto del gobierno y el campo se trasladó, bajo la mirada atenta de todos los argentinos, al Congreso Nacional.

Ahora, el libro "El dilema..." da testimonio de un debate histórico aún abierto y que hace tres años culminó con el rechazo de la Resolución 125. Para comprenderlo en todas sus dimensiones, en opinión de Viale, es necesario remontarse aún antes de los tiempos fundacionales de la Argentina, tal como lo hace en el libro, describiendo suscintamente cómo el latifundio resultó del premio político que se otorgaba desde el poder del puerto de Buenos Aires hacia un gran territorio desierto.

Pasaron 200 años y la paradoja argentina del presente es seguir teniendo una capital-ombligo frente a un interior convertido en un "gran desierto verde", por la extensión de la soja, y el proceso de desconcentración y despoblamiento que afecta al agro argentino.

Viale, en diálogo con LA CAPITAL, resume "el dilema de el campo" con estas palabras: "llevamos casi 28 años de democracia, y digo que felizmente han sido años de democracia, pero sin embargo tenemos un saldo de 160.000 productores menos, entre pequeños y medianos. Esto es una deuda de la democracia para con la burguesía agropecuaria de nuestro país. Cuando el sector no era rentable, en los 90, con el neoliberalismo encabezado por Menem, desaparecieron 100.000 productores. Desde 2002, cuando el campo pasó a ser rentable, al salir traumáticamente de la Convertibilidad, otra vez los pequeños y medianos productores quedaron afuera de la cancha. La paradoja es que cuando el campo no es rentable el hilo se corta por lo más delgado, y cuando el campo es rentable se vuelve a cortar por el mismo lado".

"¿Por qué? Porque el grupo económico con mayor poder, integrado por un puñado de grandes empresas, se inserta en función del avance tecnológico y la simplificación de las tareas del campo".

También como integrante de la Comisión de Agricultura y Ganadería de Diputados de la Nación, presidente del Partido Socialista de Entre Ríos, titular del bloque legislativo de su partido, y candidato a diputado provincial en primer término por el frente progresista que postula a Hermes Binner a la presidencia de la Nación, Lisandro Viale hace una propuesta para ir hacia adelante con el campo: "se debe discutir un programa nacional agropecuario que contemple a las 24 provincias, considerando a las economías regionales, no sólo a la soja, el trigo, el ganado y la leche, que están en boga porque representan la mayor productividad del país. Las economías regionales también están sufriendo el mismo proceso de concentración en pocas manos, en las manos de un puñado de empresas en detrimento de las familias del interior y de muchas pequeñas ciudades, entre las que se deben contar unas 600 que habrán de extinguirse en unos años si no se revierte la tendencia actual.

Según Viale, medidas puntuales convenientes para un cambio, entre otras, serían la segmentación de las retenciones, la creación de una agencia agropecuaria que reemplace a la Oncaa, y en la que se dé tanto la participación de lo público como lo privado, y una nueva ley de arrendamientos que jerarquice al que asume el proceso productivo.