Marplatenses en todo el mundo
Nacieron en Mar del Plata pero por diferentes motivos decidieron emigrar a otros destinos. Repasamos cuatro casos que tienen como escenario Africa, Canadá, Inglaterra e Irlanda.
Verónica Rubí es licenciada en Servicio Social y estuvo siete años en el sur de Mozambique, Africa, en la provincia de Gaza que corresponde a la Diócesis de Xai-Xai. Fue enviada por la Diócesis de Mar del Plata como misionera laica en el marco de ?Iglesias Hermanas?, programa por el cual dos Iglesias particulares estrechan lazos de ayuda humanitaria, espiritual y económica.
?El misionero se dirige al lugar de destino para quedar a disposición del Obispo y responder a las necesidades de la Iglesia?, nos comenta Verónica, quien dividió su trabajo en dos etapas. ?Los tres primeros años viví en una aldea de campo que se llama Chicualacuala, que está en la frontera con Zimbawe, es una zona de primera evangelización, donde hay muy pocos bautizados. Nuestro trabajo era animar la vida de fe de las pequeñas comunidades, haciendo cursos de formación sobre liturgia, caridad y catequesis que son los pilares fundamentales, visitando las familias y acompañando lo que la vida iba suscitando a nuestro alrededor, ya que creemos que la Misión es compartir la Vida y la Fe?.
En cáritas
Los cuatro años que conformaron la segunda etapa la encontraron asumiendo la dirección de Cáritas Diocesana del Xai-Xai, sin actividad hasta ese entonces. ?Fue un trabajo de organización, de sumar gente, de escribir proyectos de promoción humana, de conseguir fondos. Pudimos implementar un proyecto de pequeños créditos para emprendimientos productivos, otro de una bomba de agua manual en una zona donde caminaban más de 5 km. Lanzamos un proyecto de becas de estudio para universitarios, dedicado a jóvenes de familias carentes. También logramos gestionar una donación de 75 sillas de ruedas para personas discapacitadas ?, rememora Verónica, que volvió a Mar del Plata hace seis meses con el deseo de retornar a Africa en alguna oportunidad.
?Han sido años muy intensos en los que compartimos la vida con todo lo que ella trajo de alegrías y tristezas. Los mozambicanos me han recibido como hija en sus casas, reconozco que tengo familia allá y el deseo de volver siempre estará en mi corazón?.
Al momento de consultarle qué extrañó de sus tierras durante su ausencia, no lo duda: ?Además de mis afectos, nuestra comida, nuestra carne, facturas, alfajores? son sabores únicos"
La vida en Canadá
Marcela Cecilia Vázquez es psicóloga y docente. Partió de Mar del Plata en 2005 junto a su marido Juan Sarramone, veterinario. ¿Destino? Canadá. La oportunidad se dio porque el Gobierno canadiense buscaba reclutar profesionales de otros países. Tras un proceso de tres años, ambos quedaron seleccionados.
?El primer año recalamos en Montreal, posteriormente nos mudamos a la provincia de Quebec por razones laborales. Actualmente vivimos en Pont-Rouge, ciudad perteneciente a esta última?, nos comenta la pareja, que debió revalidar sus títulos universitarios, adoptar los idiomas oficiales (inglés y francés) y ganarse su lugar en un país donde la pobreza y la inseguridad no existe (?La gente deja sus casas sin llaves, incluso cuando se van de viaje?) y que además es sumamente riguroso en sus normas.
Marcela y Juan llevan años en aquel país; desde hace cinco poseen la ciudadanía canadiense y ejercen el derecho al voto. Marcela, además de su profesión, encontró una nueva salida laboral enseñando español a profesionales canadienses. Confiesa no haber vuelto a Mar del Plata demasiadas veces, no al menos la cantidad que hubiese deseado. Y que cada vez que regresa, se toma por lo menos cinco minutos para contemplar el mar. Sucede que desde donde viven tienen que viajar varios kilómetros para ver el mar, y aún así no lo ven comparable con la costa marplatense. Por eso es cita ineludible. ?¿Qué se extraña de Mar del Plata? Los afectos, el mar y la comida, más específicamente la carne?.
España e Inglaterra
Gastón Fallacara se alejó en 2004 de Mar del Plata por la crisis y las escasas expectativas laborales. Tras vivir dos años en Mallorca, España; optó por probar suerte en Aylesbury, ciudad próxima a Oxford, Inglaterra.
?Estuve trabajando allí durante tres años; en un principio me fui con la idea de estar un tiempo hasta aprender bien inglés y después volver a Mallorca? pero resultó que me hice varios amigos, estaba a gusto y descubrí que ofrecen una calidad de vida mejor que en España?.
Gastón reconoce su experiencia en aquel país como muy positiva, logrando incluso desestimar preconceptos como que odian a los argentinos. ?Al principio son fríos y cerrados pero porque es parte de su cultura. Son así con todo el mundo. Ahora, una vez que te conocen, se abren y son realmente amigables?.
Una de las cuestiones que más le sorprendió es la educación. ?Utilizan el ?por favor? y ?gracias? para todo, a veces hasta parece exagerado?, nos dice; recordando que esto lo vivió en infinidad de situaciones: ?Hasta en el bus, cada uno que se baja agradece y se despide?.
Ingleses solidarios
Gastón quería estudiar y en Inglaterra se le hacía imposible por los costos. Cuando la decisión de partir estaba tomada vivió una anécdota muy particular: ?Avisé mi partida con un mes de anticipación a los dueños del restaurante donde trabajaba. Ya había comprado el pasaje por una aerolínea llamada ?Air Madrid?, pero diez días antes de la fecha del vuelo la aerolínea presentó concurso de acreedores, por lo que perdí el pasaje y el dinero?.
?Todos se solidarizaron de una manera impresionante: los dueños me permitieron trabajar un mes más, los clientes me hicieron saber que lamentaban lo sucedido y entre todos organizaron una fiesta con karaoke y rifas para ayudarme. ¡Hasta pusieron una pizarra en la calle con la convocatoria!?, recuerda.
?El restaurante se llenó -relata Gastón- y los clientes se desesperaban por comprar una rifa. Al final recuperé prácticamente la totalidad del dinero del pasaje; todos me desearon buena suerte y hasta me dejaron cartas de despedida. Una experiencia shokeante?.
Desde 2004 Gastón volvió sólo una vez a Mar del Plata, justamente luego de dejar de Inglaterra. Luego regresó a España, donde se encuentra actualmente. De todos modos, una vez que finalice sus estudios (?Aquí sí es más accesible estudiar?, dice) espera regresar a Inglaterra por la satisfacción de lo vivido allí. Ante la consulta sobre qué es lo que más extraña de su ciudad, Gastón no duda: familiares y amigos.
Nueva vida en Irlanda
María Sol González también tiene una historia para contar. En mayo de 1998, con su título flamante de tecnicatura en Turismo se fue con la intención de viajar y conocer destinos que había estudiado. ?Mi papa vivía en Alicante, España, así que decidí empezar por ahí y durante ese año tuve un par de trabajos temporales mezclados con algún que otro viaje?. Hasta que en 1999 se produjo un cambio que cambiaría el rumbo de su vida. ?Viajé a Dublín, Irlanda, con un contrato por siete semanas para trabajar en la fábrica de IBM. Lo vi como una oportunidad de practicar inglés y conocer un lugar nuevo sin gastar plata?.
?Lo que menos imaginé en ese momento fue que Irlanda se convertiría en mi nueva casa. Me sentí tan bienvenida y cómoda desde el primer día que acá sigo catorce años después?, comenta María Sol, que -aunque se casó con un irlandés y desarrolla una vida como la de cualquier nativo- mantiene algunas costumbres bien argentinas. ?Todavía me tomo unos ricos mates y como un choripán con chimichurri?, comenta.
Por último, concluye: ?Después de tantos años afuera uno se acostumbra a vivir sin muchas cosas pero la familia siempre se extraña. Por suerte tengo un marido al que le gustan muchos los asados y el malbec así que una vez al año nos damos una vueltita por Mardel?.
