El marplatense que creó una multinacional líder en software
Este emprendedor tecnológico, que se crió y estudió en la ciudad, fundó una compañía de software -junto a tres socios- que hoy está entre los líderes del mundo del área.
Estamos evaluando la posibilidad de ir a Mar del Plata", adelanta en una entrevista exclusiva con LA CAPITAL.
por Natalia Prieto
El mix de ingeniera, innovación y diseño, aplicado al desarrollo de productos de software, dio origen hace una década a la compañía Globant, integrante del top 10 mundial de las empresas desarrolladoras de herramientas digitales.
Los socios fundadores son Martín Migoya, Martín Umarán, Néstor Nocetti y Guibert Englebienne, marplatense por adopción. Este joven rubio y de ojos claros cursó sus estudios en el Nacional Mariano Moreno y después emigró a Tandil, en cuya universidad estudió Ingeniería en Sistemas. Y aunque en aquel entonces, después de recibirse, pensó que estaba "en el lugar y momento equivocado", hoy afirma que pudo cumplir con el objetivo que se plantearon en el inicio con sus socios. "Vamos a estar en el negocio de importar oportunidad y exportar software", cuenta en diálogo telefónico con LA CAPITAL.
Su desasosiego se basaba en que "al no estar en Estados Unidos, Europa o Japón" su carrera estaba "limitada a lo que pudiera hacer localmente". Pero el axioma cambió.
Aunque siempre colaboró en el negocio familiar, que sigue funcionando en Mar del Plata, después de un grave accidente automovilístico que "casi me deja del otro lado, pero me trajeron los médicos", se decidió a crear su propia compañía. Su primer trabajo en Buenos Aires, para concluir la tesis de grado, fue como investigador científico.
"Decidí abrirme del negocio familiar -relata- y armé algo con un amigo, Guillermo, que había estudiado conmigo. Pero en el '96 me llamaron desde Estados Unidos, para que me sume a una empresa, y tomé la oportunidad porque se trataba de competir entre los mejores".
Así fue como, dejando a su amigo-socio en el país, él emigró a EEUU y allí se dio cuenta que la educación pública y gratuita argentina "permitía competir de igual a igual". "Al poco tiempo obtuve una patente en Estados Unidos, salió a la Bolsa, cambió de nombre, y descubrí otra forma de hacer negocios", cuenta. Corría 1997.
Entonces fue que volvió a trabajar desde su casa, se casó y tuvo a su hija. En 2000 explotó la burbuja.com y lo afectó, cuenta, porque la compañía quebró. "Ahí salí de mi casa para conseguir otro trabajo. Desde Estados Unidos me presentaron a una compañía que había invertido en Argentina y eso me llevó al entorno corporativo otra vez", relata.
Otros rumbos
En 2002, con la devaluación del peso y los salarios licuados, uno de sus compañeros de trabajo -hoy socio- comenzó "a comprar acciones de una compañía de tecnología de la India, que había aumentado mucho su valor".
"En ese momento -añade- nos dimos cuenta que estábamos ante una gran oportunidad: el mundo empezaba a ver que la burbuja había explotado pero la gente continuaba gastando plata en tecnología, que cada vez estaba hecha por compañías más especializadas y ubicadas en lugares que no consumían tecnología".
En aquel entonces, Estado Unidos y Reino Unido se llevaban el 75 por ciento de la demanda mundial, se le sumaba Japón, y no eran los países que necesariamente la producían. Canadá, Irlanda, India e Israel habían surgido como potencia de proveedores de tecnología a través de contar con gente capacitada para poder producirla.
Entonces Guiber pensó "¡eureka!": "La idea era hacer una compañía que ponga en el mapa de la tecnología a Latinoamérica y desafiar a una región que hacía cincuenta años que no tenía un gran multinacional, menos en la tecnología", asevera.
Entonces, con los que hoy son sus tres socios, se empezó a juntar en un bar para idear el proyecto. "Teníamos 5.000 dólares y la bendición del barman", bromea. Los desafíos eran más amplios. "En el país no se había creado una multinacional en cincuenta años y nuestro desafío era que pudiéramos crear una -enumera-. Otro era que todas las oportunidades se tenían que dar en grandes centros urbanos, o sea que del interior tenías que venir a trabajar a Buenos Aires o emigrar para ver otras formas de hacer negocios. Nosotros queríamos cambiar eso".
Así fue que surgió el mandamiento de "estar en el negocio de importar oportunidad y exportar software" y comenzaron a estudiar a quienes conocían a ambos lados del océano. Habían comenzado con el "road show".
Por más
La primera oportunidad de negocios nació en Inglaterra, lo que los llevó a armar un equipo que en cuatro meses pasó de "10 a 790 personas". "Estábamos realmente en algo", recuerda.
"Lo que pasó fue interesante -analiza-, porque sin saberlo estábamos conectados con el mercado meritocrático, es decir, que si hacíamos las cosas bien, nos iban a recompensar recomendándonos a otros lugares.Y eso pasó". Y, a tres años de la fundación de Globant, llegó el "big bang": por primera vez en la historia, Google convocaba a alguien de afuera para desarrollar software. Guibert recuerda que saltaba sobre su escritorio de la alegría. "Cada vez, nuestros clientes -explica- nos llevaban a hacer tecnología que tradicionalmente hacían otras compañías, tecnología que se aplicaba a bajar los costos de esas compañías y mejorar procesos internos dentro de las corporaciones".
Pero ellos le dieron una vuelta más: "Nos dedicábamos a usar la tecnología para comunicar a las empresas con sus consumidores. En ese segmento, las dinámicas son completamente distintas, hay mucha más competencia porque hay que seducir a los consumidores para que paguen software", señala.
"Antes -añade- ese software estaba destinado a un empleado interno que lo debía usar. Son propuestas distintas en las que se mezclan la ingeniería, el diseño y la innovación para hacer productos que la gente usa todos los días".
Películas animadas, productos de Google, juegos para play station, plataformas de comunicación gráfica para diversas marcas, aplicaciones para la Bolsa de New York, son algunos de los productos que generan en Globant.
Futuro
Lógicamente, a lo largo de estos diez años, la compañía creció mucho. "Tenemos 3.000 empleados en todo el mundo con veinte centros de desarrollo en Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, ingeniería propia en Austin (Texas) y oficinas en San Francisco, New York, Boston y Londres", enumera.
Hoy son "una de las diez primeras empresas del mundo en desarrollo de productos de software. Queremos llegar a ser los número 1", confiesa. También son casos de estudio en Harvard, el MIT y Standford.
Aunque cuando se encara un proyecto siempre se tienen las mejores expectativas, reconoce: "no pensé que nos iba a ir tan bien. Pero si estaba la idea de crear una gran compañía de la cual nos pudiéramos sentir orgullosos. Pensaba desde el vamos en el largo plazo y cada vez que das un paso te vas animando a desafiar otra cosa, es como que se va corriendo el límite un poco más".
Instalados en la vanguardia tecnológica, dice que la idea "es ayudar al cliente a innovar, ese es nuestro valor agregado" y define a la compañía como "un jugador 'premium' en el mundo de la tecnología".
Aunque se lo pasa de avión en avión, asegura que se siente "afortunado por poder laburar en lo que me gusta" y no descarta que en un futuro se instalen en la ciudad. "Estamos evaluando la posibilidad -adelanta- de ir a Mar del Plata, siempre está el sueño".
