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08-12-2013

Los supermercados chinos son cada vez más: ya hay 120 en Mar del Plata

Hay un autoservicio cada diez cuadras. Están en el centro y los barrios periféricos. Más de mil chinos viven en la ciudad. Niegan que desenchufen la heladera de noche para ahorrar electricidad. Dicen que venden barato porque remarcan "poco" los precios en las góndolas. Los comerciantes asiáticos se convirtieron en un jugador de peso dentro de la economía local.

Alcanza con dar una vuelta por los barrios para confirmarlo: los supermercados chinos son cada vez más. En Mar del Plata ya hay 120 autoservicios, uno cada diez cuadras. En promedio, abren hasta diez locales por año. Así, los comerciantes asiáticos se convirtieron en los últimos años en un jugador de peso dentro de la economía local.

"Son todos mitos, acusaciones falsas". La respuesta de los chinos se repite cuando les preguntan si desenchufan la heladera de noche para ahorrar electricidad. Además, niegan que compren mercadería robada y reciban subsidios del gobierno asiático. Aseguran que pagan impuestos como los argentinos y explican que a veces tienen precios más baratos que las grandes cadenas de supermercados porque remarcan "poco" en las góndolas.

En busca de progreso, cada vez más chinos se vienen a vivir a la ciudad. Si bien no hay datos oficiales, se cree que aquí residen más de mil personas de origen asiático, según los cálculos que manejan en la propia colectividad. La cifra incluye tanto a los exiliados provenientes de China continental como a los de Taiwán, ya que todos los inmigrantes dejan de lado sus diferencias políticas cuando pisan territorio argentino.

"Hay supermercados chinos en toda la ciudad: desde el centro hasta los barrios periféricos. El gran crecimiento se produjo hace 5 años y después se mantuvo el ritmo de apertura de autoservicios. La mayoría trabaja con primeras marcas", dice Paula Urciuoli, representante legal de la comunidad china en Mar del Plata.

¿Por qué vienen? Años atrás se decía que usaban la Argentina como trampolín para saltar a los Estados Unidos. Pero ahora los mueve una política de reunión familiar y las posibilidades de desarrollo. "Vienen en busca de una mejor calidad de vida y progreso -explica Urciuoli-. Muchas son parejas jóvenes que llegan para tener más hijos, ya que en China no pueden tener más de dos y deben pagar una multa en caso de no cumplirlo. La mayoría que viene ya tiene parientes trabajando en Mar del Plata".

Urciuoli recuerda que los primeros inmigrantes se radicaron en la ciudad hace diez años. "No eran más de cinco cuando empecé a trabajar con ellos -cuenta-. Pero con el correr de los años la población creció muchísimo, a tal punto que incluso muchos se empezaron a ir a Batán, Balcarce u Olavarría". La integración resulta cada vez más rápida porque en la mayoría de las familias ya hay por lo menos un integrante que habla castellano. "Aprenden el vocabulario básico para trabajar. Lo primero que saben son los números y después se empiezan a relacionar con los vecinos. Muy pocos chinos hacen cursos para aprender español, la mayoría aprende en la práctica del día a día".

Cerca del 90% de los chinos arribaron a Mar del Plata provenientes de Fujian, una provincia que está enfrente de la isla de Taiwán, lo que sirve para estrechar los lazos entre los distintos emigrados. Fujian tiene casi la misma población que la Argentina y por su ubicación en la costa este del país es un punto de partida para gran parte de los chinos que deciden probar suerte más allá de sus fronteras.

Tradicionalmente, la inmigración china siempre se movió siguiendo a las corrientes de exiliados japonesas, que fueron muy fuertes no sólo en la Argentina, sino también en Perú y Brasil. Pero a diferencia de otros inmigrantes que se radicaron en la Argentina en los últimos años -básicamente provenientes de países limítrofes-, los chinos suelen llegar al país con un capital inicial. "Por cada supermercado hay dos o tres familias trabajando", comenta Urciuoli.

Elegir un nombre occidental es una práctica muy difundida entre los inmigrantes chinos como una muestra de adaptación a las costumbres del país. "Los chinos son gente de bien. Vienen a la ciudad para escaparse del ruido de Buenos Aires y tienen el perfil de los marplatenses, son tranquilos y trabajadores. Le dan mucho valor a la palabra y la cumplen. De hecho, muchas inmobiliarias prefieren a un chino antes que a un argentino y les alquilan sin garantía si ya los conocen porque son cumplidores", destaca Urciuoli.

Los chinos le restan importancia a las versiones que hablan de una supuesta devolución de impuestos por parte de la embajada china. "No hay ningún subsidio del gobierno. Los comerciantes pagan los mismos impuestos que los argentinos -aclara Urciuoli-. No sólo no reciben beneficios, sino que muchas veces son perjudicados. Por ejemplo, tienen problemas con migraciones y sufren demoras a la hora de recibir los papeles de la documentación".

Otro de los mitos que los chinos se encargan de desmentir es que detrás de los autoservicios existe un único dueño o una gran corporación estatal. La gran mayoría de los locales pertenece a miembros de una familia que se manejan con el sistema de puntos. Es decir, que una persona puede ser accionista de distintos autoservicios, asociado en un caso con sus hermanos y en otro con algún primo.

La acusación más fuerte de sus competidores no pasa por la propiedad de los autoservicios, sino por las supuestas maniobras de evasión impositiva y previsional. Las grandes cadenas se quejan de que el supermercadismo puede ser un excelente negocio para cualquiera -sin importar su país de origen- si se evade el IVA o se tiene a los empleados en negro. Más allá de las críticas, en el sector reconocen que los autoservicios chinos supieron adaptarse mejor que nadie a la crisis que provocó la salida de la convertibilidad. "Es un mito que no pagan IVA. Si ofrecen buenos precios es porque se manejan con compras de volumen y remarcan menos para mantener la clientela, con lo cual tienen menor margen de ganancia", explica Urciuoli.

Los comerciantes conviven con algunos fantasmas: hay gente que no va al mercado chino de su barrio porque, dice, no confía en la conservación de la cadena de frío de los productos. ¿Será una leyenda urbana o es cierto eso de que apagan las heladeras de noche para ahorrar electricidad? "Es un mito. Se gasta más energía prendiendo y apagando la heladera que dejándola prendida. Lo que sí puede ocurrir es que las heladeras pierdan frío por algún problema que tenga el artefacto", afirma Urciuoli.

Crecimiento

Los chinos explican que el crecimiento del mercado hoy ya no se registra en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, que muestran un grado de aperturas cercano a la saturación, sino en pequeñas localidades del interior del país, en las cuales recién están dando los primeros pasos.

Detrás de la expansión de estos autoservicios se encuentra el marcado cambio en los hábitos de consumo de los argentinos, en especial después de la crisis de 2001 con el regreso de las compras diarias. "Hoy la gente tiene menos tiempo, con lo cual la cercanía pasa a jugar un papel fundamental en la elección del lugar de compra, lo que termina favoreciendo a los autoservicios chinos", explican en el mercado. Y señalan que en el crecimiento de este tipo de comercios también jugaron un papel destacado los fabricantes de alimentos y bebidas, que no dudaron en impulsar el desarrollo del nuevo canal. "Los proveedores apostaron por el crecimiento de los autoservicios chinos, de manera de no quedar como rehenes de los grandes supermercados, que les exigen cada vez más cosas para ingresar a sus góndolas", coinciden.

Mafia china

En 2011, las mafias que mantenían en jaque a los supermercados chinos exigían el pago de hasta 60 mil dólares para brindar protección o bien para garantizar que en la misma zona no se instale otro negocio similar. El que no arreglaba, podía pagar con su vida. El caso más recordado en Mar del Plata fue el de Mi Youzhi, el encargado de un supermercado chino que fue baleado tras recibir varias amenazas (le pedían el pago de 50 mil dólares a cambio de no sufrir una agresión). A más de dos años de aquel hecho, el panorama cambió. "Los chinos dejaron de tener problemas gracias al trabajo que hizo la policía china en colaboración con la Justicia argentina", remarca Urciuoli.