Una parada que la historia convirtió en postal contemporánea de Mar del Plata
El presente la encuentra a la sombra del Museo de Arte Contemporáneo, en un lugar privilegiado de la costa marplatense. ?La Gringa? se estableció allí hace más de 60 años, desde donde vio crecer a la ciudad ofreciendo comida rápida y albergando historias de vida.
No sabe de lujo ni de sofisticación gourmet. Quizás, el secreto de su vigencia radique en la simpleza de un bocado al paso, en el trato familiar dispensado desde el mostrador o en el sabor de la comida rápida pero casera.
Lo cierto es que el lugar es una parada casi obligada, en la esquina de Florisbelo Acosta y Félix U. Camet.
Hace más de 60 años que permanece estoica resistiendo el paso del tiempo, firme frente al mar. Sin amedrentarse por el intenso calor del verano, los temporales, sudestadas o desolados inviernos en la costa, siempre con sus puertas abiertas durante todo el año.
Así, una sencilla choricería se convirtió en parte del paisaje urbano de la zona norte de la ciudad; ciudad a la que también vio desarrollarse a su alrededor, cambiar de fisonomía hasta un presente que ubica a ?La Gringa? dentro de la postal contemporánea de Mar del Plata.
?Hemos pasado por todas las situaciones que te imagines, pero nunca cerramos ni un solo día?, se jacta Beba mientras deriva la atención de la caja registradora por un rato para charlar con LA CAPITAL.
La temporada 2014 encuentra a "La Gringa" atravesando un buen momento debido al incremento de clientes que genera la afluencia del público del Museo de Arte Contemporáneo, pero Elda Romagnoli (Beba) rescata la fidelidad de marplatenses y turistas de tantos años. Justamente por ellos sostiene sólo cierra sus puertas en Nochebuena y víspera de Año Nuevo, ?aunque el 25 de diciembre y el 1 de enero a la noche, ya estamos acá, al pie del cañón junto a la familia para trabajar?.
Casada con Gabriel Santanna, llegó de Buenos Aires en 1971 junto a su pareja y dos pequeños hijos. Ella es doctora en química farmacéutica y su marido era comerciante en el rubro automotor. Sin embargo, un trágico accidente y el destino los puso al frente de un local gastronómico al que no solo dedicaron su vida laboral, sino que hoy ya es un legado para los nietos.
?El negocio tiene 64 o 67 años funcionando siempre en este lugar. Nosotros lo compramos en un remate judicial en 1982?, recuerda Beba.
Y aclara que "La Gringa siempre estuvo acá, nunca en otro lado ni en avenida Constitución. Era acá donde primero se hacían matambres y chorizos a la intemperie hasta que levantaron un tingladito. Pero cuando nosotros lo compramos lo hicimos todo a nuevo porque estaba muy precario. Claro que la idea era mantener el servicio que siempre tuvo, con la diferencia actual que a nuestro alrededor no había nada ni nadie; estábamos nosotros, unos ranchitos aquí atrás y una carpa de circo donde ahora está el Museo?.
?Por esto digo que a La Gringa la fundamos nosotros dado que al choripán y al matambre le agregamos hamburguesa, papas fritas, pollo, bondiola, lomitos, ensaladas, condimentos caseros y postres?, añade orgullosa de su servicio.
Además, no deja pasar por alto que cuando se instalaron tampoco contaban con servicios indispensables como el gas y cloacas. ?Fueron obras que hicimos nosotros, de manera particular. Y así fuimos pioneros en la zona, vimos poblarse al barrio y desde nuestra vidriera presenciamos el crecimiento de este lado de la ciudad durante las últimas tres décadas?, destaca la trabajadora porteña que se siente más marplatense que algún vecino nacido aquí.
?En el invierno, con los vientos, los temporales y la soledad del entorno había que tener coraje para estar, inclusive trabajando hasta muy tarde?, señala mientras levanta la vista para corregir un pedido que escucha sin interrumpir su relato.
Cosas del destino
Respecto a cómo la casa de comidas rápidas y la familia se terminó forjando en una sola historia, Elda Romagnoli rememora que luego gastarse todos los ahorros en el remate, el matrimonio solicitó créditos para reformar las instalaciones y comprar mercadería. En tanto que un encargado se ocuparía del comercio, ella se abocaría a su carrera y Gabriel al otro negocio.
?Sin embargo, al tercer día de la inauguración el encargado salió del local con su Fiat 600 y cuando estaba detenido en el semáforo de Independencia y la costa lo chocaron dos automóviles que venían corriendo una picada. Fue un accidente tremendo, con cuatro muertos: uno de ellos era él?, se lamenta Beba con los ojos vidriosos.
?Así que además de la trágica noticia y la tristeza, nos quedamos con el negocio un 13 de diciembre sin saber qué hacer. Entonces nos pusimos a trabajar junto a los empleados sin saber nada del rubro, pero había que salir adelante. De hecho mi marido no dormía porque alternaba entre ambos comercios y yo no ejercí porque me vine a laburar con mis hijos, que eran preadolescentes y también colaboraban?, explica ya sonriente.
Pero feliz comenta que ?hoy la nena es profesional y el nene que tiene más de cuarenta ya es que quien actualmente maneja este negocio, es el encargado?.
?Hoy sus hijos, es decir mis nietos ya vienen de ayudantes. Es decir que empezamos con mi marido, siguieron mis hijos y ya están incursionando mis nietos. Estamos preparando a la generación que viene atrás?, remarca con el pecho inflado por la labor realizada.
Y quizás sea por tos eso que hoy la mujer dice sin nostalgias que ?a partir de aquel accidente dejé mi carrera y me dediqué a "La Gringa". Yo ahora manejo el local, mi hijo lo hace de noche y mi hija (abogada) se ocupa de alguna cuestión legal cuando es necesario, como reclamar a la ART o ese tipo de cuestiones. Lo que comenzó como una locura hoy es un negocio familiar que apunta al futuro. Junto a mis dos hijos también les dejamos el legado a seis nietos que ya son ayudantes y tendrían que ver a las más chicas levantando mesas?, se ufana y se hace ancha la abuela.
Sin cartel, más clientes
Pese a que no caben dudas de que el local es parte de la imagen del acceso norte de Mar del Plata, las disposiciones municipales hicieron que sea retirado el clásico cartel con la imagen del chorizo que identificaba al lugar y se divisaba a lo lejos.
"Con el nueva normativa de publicidad tuvimos que sacar el logo. Es una lástima, pero ahora veré si lo ubico sobre una pared para no perder nuestra identidad", indica la propietaria.
Por otra parte, voltea al pasado y sostiene que "hace unos años atrás esta zona era muy dura de noche y nosotros siempre acá. Nos asaltaron 50 mil veces hasta no hace mucho, pero ahora con el Museo (MAR) estamos bien custodiados".
Claro que con el cambio del entorno y a la sombra del Museo de Arte Contemporáneo mejoró la seguridad, pero también aumentó el trabajo. "El beneficio de haber quedado aquí y este presente creo que es el mérito a haber estado haciendo el aguante tanto años en el descampado frente al mar y siendo pioneros", reflexiona Beba.
"Fue duro llegar a este momento y la verdad que ahora estamos trabajando bien -prosigue con una mueca de beneplácito- gracias también al museo, los recitales y las actividades del Unzué".
Tras mencionar que "últimamente se vienen muchos brasileros, ingleses o norteamericanos y españoles que los envía los mismos hoteleros o taxistas", la gastronómica se muestra agradecida con los marplatenses.
"Acá viene gente grande junto a sus nietos y me cuentan los abuelos que comieron aquí cuando iban a bailar hace 50 años. Y la gente muy mayor me cuenta historias geniales", consigna.
Finalmente, tras una balance de estas tres décadas, no duda en afirmar que "hoy por hoy quien está más al frente es mi hijo; mi marido es el pensante, nosotros los motores y mi hija la asesora legal".
"Acá hay 14 familias dependiendo de "La Gringa", la nuestra y la de los empleados. En definitiva, esto es una empresa familiar que le dejamos el camino allanado a nuestros hijos y ya se están involucrando los nietos, la tercer generación", concluye.
