Argentina tiene su primer prototipo de una "Earthship" o "nave tierra". Se encuentra en Ushuaia y en su construcción participó el marplatense Juan Bautista Pilotta.

El proyecto de construcción de esta casa autosustentable, realizada con materiales reciclables -entre ellos partes de electrodomésticos, neumáticos, latas de aluminio y botellas de plástico y vidrio- fue monitorizado por Mariano Torre y su esposa Elena Roger, a través de su Fundación NAT (Naturaleza Aplicada a la Tecnología). Fueron quienes contrataron al creador del concepto -y de la primera nave tierra, en Nuevo México- Michael Reynolds, y quienes arbitraron los medios para contar con el apoyo del municipio de Ushuaia para concretarlo.

Pilotta tenía contacto con Torre y Roger por estar vinculado con la construcción natural y con la permacultura, por lo que fue convocado para participar de este proyecto.

"Es la primera vez que Reynolds realiza este curso fuera de Estados Unidos", valoró el joven ingeniero en electrónica que, por su experiencia, se dedicó a la parte eléctrica del prototipo.

"Hay varios modelos de nave tierra, todos tienen los mismos principios, pero se van adaptando al lugar en el que se construye. En el caso de Ushuaia, había que tener en cuenta el frío extremo", indicó.

En el caso de la energía eléctrica, Pilotta contó que "el proyecto preveía sólo paneles solares para captar energía, pero en invierno, allí hay sólo 4 horas de sol y no es suficiente o había que poner muchísimos paneles y era carísimo. Sin embargo las condiciones de viento son buenas para aprovechar, entonces agregamos dos molinos de viento".

"Cada generador eólico genera 40 kilowatts por mes y los paneles solares -hay 6- son de 80 kilowatts cada uno y dentro de la nave, en un mueble, están las baterías -6- de ciclo profundo, lo que permite una autonomía interesante, puede estar 3 días sin viento y sin sol manteniendo el suministro eléctrico básico", apuntó.

"La mayoría de los materiales fue de la zona, los generadores eólicos se compraron en Ushuaia, los paneles también, al igual que la mayor parte del equipamiento", señaló el joven.

"La idea con este prototipo es que se demuestre a toda la comunidad, los gobiernos, arquitectos, que esto se puede hacer, que estas viviendas son seguras, confortables, funcionan", aseveró, indicando que allí funcionan dos dependencias estatales y, a la vez, está abierto a visitas de la comunidad "para que la gente se acerque, pregunte, conozca y difunda".

"Para este prototipo usamos 350 cubiertas, pero hay depósitos llenos de cubiertas en desuso", indicó para llamar la atención sobre una de las formas en que se puede dar un fin útil a una serie de materiales que, una vez acabado su uso original, son un verdadero problema para el ambiente.

"Son un material universal. Hay en todo el mundo y su reciclado no es óptimo. Se pueden triturar, pero ese procedimiento utiliza mucha energía y el reciclado por agentes químicos es muy tóxico. Entonces Reynolds pensó que como es un material estructural, si se rellena con tierra tiene inercia térmica. Por eso comenzó a utilizarlos para la construcción, luego de haber encargado estudios para garantizar que no hay posibilidad de que tenga emanaciones perjudiciales, ni peligro de degradación", explicó. Según Pilotta, las cubiertas son visibles sólo en el exterior, donde se dispusieron en forma de escalera, para llegar a la parte posterior de la vivienda, que es elevado, porque queda cubierto para hacerla más térmica, y para observar detalles del techo. "En el interior la estructura de cubiertas es totalmente revocada".

El marplatense contó que con gran cantidad de cubiertas sobrantes, el equipo de Reynolds colaboró realizando un muro de contención en un centro deportivo que no se podía utilizar porque había riesgo de derrumbe de una colina cercana y también en la construcción de un prototipo de parada de colectivo, con el mismo material.

"La idea es usar la imaginación y mostrar estas técnicas en distintas instancias" aseveró.

Entre otros materiales no convencionales para la construcción, el proyecto aprovechó electrodomésticos. "Sobre todo las heladeras y lavarropas tienen estructuras que vienen con pinturas muy resistentes, entonces se cortan gajos de esa estructura y se utilizan como tejas y como revestimiento exterior de las paredes", explicó.

La construcción, de dos ambientes, con un toilette y una ducha separados, tiene orientación norte, con frente vidriado y los paneles solares ubicados de forma de aprovechar al máximo las horas de sol.

Además "adelante, en la casa hay dos invernaderos, que tienen por función filtrar, tratar, depurar las aguas que se utilizan en la casa, por eso el baño y la ducha están un poco más elevados", contó Pilotta.

El tratamiento es doble. Por un lado se trata el agua de ducha y el de la pequeña cocina -como funcionan oficinas es pequeña- y por otro, el agua "negra" del baño.

"Los invernaderos para el agua de ducha y cocina constan de dos canteros, de un metro y medio por 60 centímetros. Tienen un lecho de piedras, encima una capa de piedras más finas, arriba una capa de arena, otra de tierra y encima plantas. El agua se canaliza hacia esos canteros, circula por todas esas piedras y se va depurando", explicó.

En tanto en el exterior hay otro "plantero" que trata de forma independiente el agua del baño.

"Fue una experiencia excelente", valoró Pilotta, quien destacó cómo un grupo "heterogéneo, con distinto nivel de conocimientos y capacidades, de distintas partes del mundo, pero con un objetivo común y mucha motivación, pudo concretar el proyecto en cuatro semanas".

Vale recordar que Juan Pilotta es integrante de la Estación Permacultural de Mar del Plata, que realiza prácticas y estudios de diversas técnicas de construcción natural. Desde esta entidad han trabajado y continúan con el objetivo de construir una "nave tierra" en nuestra ciudad.