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20-08-2014

El payaso inocente de la plaza Mitre

Por Fernando del Rio

La fiesta de los niños tiene un lugar indiscutido en Mar del Plata desde hace décadas. Con sus juegos, sus bicicletas, sus árboles, sus rampas, la plaza Mitre es el escenario que atravesó generaciones de marplatenses ofreciéndose sin pedir a cambio demasiado. Sólo que la cuiden y no la desprestigien.

Pero en las últimas horas la ciudad se hizo eco de un nuevo episodio de psicosis colectiva, potenciado desde la impunidad de las redes sociales, y que alteró la tranquilidad del santuario de la niñez. Una madre desesperada por la repentina desaparición de su hijo se dejó llevar, naturalmente, por los dichos de quien luego se esfumó como el humo de un mago.

Era lunes y en el reloj daban las 5 de la tarde. La plaza Mitre, repleta, aceptaba los últimos rayos de un sol de extraña intensidad para mediados de agosto. La madre, al advertir perdido a su hijo en la marea de niños sonrientes, pidió ayuda y la recibió de alguien que le dijo que a su hijo lo había secuestrado el payaso.

A juzgar por los dichos del informante, el niño perdido -luego se conoció que padece un retraso madurativo-, había sido capturado por el payaso. De inmediato empezaron los gritos, la solidaridad de la gente para distinguir al bufón placero y la localización del pequeño, quien ajeno a toda la psicosis caminaba debajo del sol ya oblicuo.

La anómala situación mereció la presencia de la policía después de que un llamado al 911 pusiera en tanto a la fuerza del presunto raptor.

El payaso, un hombre de 47 años empleado de una empresa local y que generosamente regala globos y sonrisas a los niños, fue demorado por los efectivos de la comisaría segunda. En verdad, al pintarrajeado individuo los policías lo quitaron de la plaza para evitar la reacción de ciertos paseantes que no se detuvieron en las evidencias sino que se veían dispuestos a ir por más.

Entonces, los policías llevaron a las dos partes a la comisaría ubicada en Castelli y Tucumán para denunciar, descargar o aclarar lo ocurrido. La madre debió admitir que la versión del payaso había surgido de un hombre que luego no sostuvo esa voluntariosa actitud inicial y desapareció. Otro testimonio quedó desestimado por la ebriedad de quien lo ofrecía.

La escena en la comisaría asumió un registro más bizarro cuando al payaso caído en desgracia lo defendió su patrón. "No sé si puedo poner las manos en el fuego por toda mi familia. Pero por este muchacho, sí", dijo el empleador en una emotiva y lacónica postura.

La bola corrió como si fuera de nieve y fue necesaria la intervención de la fiscalía en turno. Un auxiliar de la Justicia llegó en persona a la comisaría y ordenó identificar al payaso. Tanto su filiación real como su pseudónimo serán preservados en honor a su inocencia. El colorinche acusado no recibió más que disculpas: ni una causa contravencional ni mucho menos penal. 

En cambio, payaso jodido fue Pogo, aquel carapintada que animaba fiestas infantiles en Estados Unidos y que se terminó cargando la muerte de 33 hombres jóvenes en las cercanías de Chicago. Ese monigote era John Wayne Gacy, un padre de familia que entre 1972 y 1978 sumó crímenes para el récord de asesinos más famosos de la historia.

Otro payaso asesino fue un hombre hasta el día de hoy desconocido. Durante la fiesta de su cumpleaños, Rafael Arellano Félix, ex líder del cártel de Tijuana, organizó baile y festejos con personalidades de la farándula y el deporte de México. En medio de uno de los números musicales entró el payaso, se acercó a su mesa y lo mató a tiros. Al amparo de la conmoción y el desconcierto, el payaso criminal escapó. El video del asesinato puede verse en internet.

O It, el malvado que sólo pudo crear un fenómeno como Stephen King. O el payaso siniestro de Alex de la Iglesia en "Balada triste de trompeta". 

Noble profesión vocacional la del payaso, que durante siglos ha tenido que soportar la burla de quienes incluso la han disfrutado en su niñez. A tal punto que "payaso" dejó de ser un sustantivo para transformarse en una calificación de persona que, por su ridícula y disparatada postura ocasional, suele disparar la risa incontenible de su audiencia. 

Hay ejemplos cotidianos de personas que pueden ser entendidas como "payasescas". Se impone como un "payaso" aquél que en su afán de trascender dentro de las redes sociales, acaso poniendo en evidencia algunos faltantes en su sistema de autoconfianza, difunde de manera irresponsable el sedimento de los rumores. Porque ni siquiera un rumor, sino el rumor de un rumor.

Incluso, cuando el caso ya se había agotado en su propia inconsistencia, por internet circuló con la fuerza de una novedad. Y no faltó quien se lo creyera. Como si un nuevo mal delictivo azotara a la ciudad.

@ferdelrio22