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01-09-2014

Chapadmalal, la nueva región argentina del vino

El Instituto Nacional de Vitivinicultura aprobó la creación de la Indicación Geográfica sobre la costa marplatense. Todo un respaldo al emprendimiento que se lleva adelante en los viñedos de la estancia Santa Isabel.

La aventura de Jorge Estrada Mora junto al equipo de enólogos encabezados por Daniel Pi valió la pena. Cuando muchos creían imposible ver un viñedo sobre la costa de Mar del Plata, tal como sucede en las regiones de Burdeos (Francia) o Auckland (Nueva Zelanda), ellos se animaron a llevar adelante un proyecto en Chapadmalal, al sur del centro de Mar del Plata y como parte del partido de General Pueyrredon. La primera vendimia tuvo buenos resultados y estos se repitieron después, ya con Ezequiel Ortego como enólogo responsable de la bodega. Y el premio fue aún mayor porque desde mediados de julio el Instituto Nacional de Vitivinicultura aprobó la creación de la Indicación Geográfica Chapadmalal.

"El hecho de reconocer Chapadmalal como zona apta para la vid es comenzar a derribar uno de los grandes mitos de la industria vitivinícola argentina, que no se pueden hacer vinos en la costa", afirmó Ortego en charla con LA CAPITAL.

"Recuerdo apenas hace un par de años atrás estar cursando en la universidad y ver a un profesor mostrando un mapa de la República Argentina en el cual señalaba las zonas aptas para el cultivo de la vid, y que en la zona costera hubiera una franja negra que indicaba que la zona no era apta, aunque en el resto del mundo cerca de la costa se hacen grandes vinos", rememora el joven winemaker mendocino. Y como prueba que sí se puede, cuenta que "en este momentos ya contamos con 10 hectáreas de viñedos, estamos por plantar 15 hectáreas más y proyectando llegar a tener un mínimo de 40 en los próximos 5 años".

"Chapadmalal está convirtiéndose en un reto interesante con una gran proyección al futuro. Hace poco, recorriendo el viñedo junto con el ingeniero agrónomo Marcelo Belmonte -uno de los mayores conocedores de vitivinicultura del país-, no dejábamos de sorprendernos. Abrimos varias calicatas en la estancia buscando donde expandir el viñedo y las variaciones de los suelos, su riqueza orgánica, algo que no vemos mucho en Mendoza, la presencia de elementos calcáreos, y su capacidad de retención de agua nos llamaron mucho la atención", confiesa Ortego.

"El clima es otro aliciente en la zona, y también un desafío. Precipitaciones de más de 900 milímetros anuales, la influencia marítima, menores temperaturas máximas pero también menor amplitud térmica. Todos estos factores influyen en el desarrollo de la vid, generando plantas más vigorosas, y haciendo que la calidad de los frutos varíe con los años, lo que hace que resulte un reto cada cosecha", finalizó el enólogo de la primera bodega de Mar del Plata y con vinos propios de la flamante región vitivínicola argentina.