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02-02-2015

Miles de fieles acompañaron la procesión de San Salvador

Este año también fue inaugurado un Mural de Don Orione en la banquina chica del Puerto. Es un homenaje de la Sociedad de Patrones Pescadores al cura que tanto hizo por el sector. Hubo ofrendas florales, rezos por los pescadores desaparecidos y también entretenimientos. A la medianoche, cerró la carpa gastronómica.

La XXXIII Fiesta Nacional de los Pescadores llegó anoche a su fin. Como es habitual, durante la última jornada de la tradicional celebración, se realizó la procesión en Homenaje a San Salvador, patrono del sector, que este año incluyó, en su recorrido, la inauguración de un Mural en homenaje a Don Orione, que permanecerá en el típico paseo de la banquina Chica.

La procesión, encabezada por el obispo diocesano Antonio Marino, se inició en la parroquia Sagrada Familia, un lugar iconográfico para la familia portuaria. Allí se congregaron, tras las imágenes de San Salvador y la Virgen de Lourdes, las autoridades de la Sociedad de Patrones Pescadores, con Luis Ignoto a la cabeza, la Reina Nacional de los Pescadores, Magaly Palla, y sus princesas, Camila López y Fabiana Soler, los referentes de las distintas entidades de la zona, con sus insignias, pescadores, sus familias y la comunidad en general. Los fieles recorrieron las calles del Centro Comercial de la zona, pasaron por la sede de la Prefectura, donde se bendijo al personal que cumple sus tareas de control y protección del mar y los pescadores y se continuó hasta la plazoleta donde se encuentra el monumento en honor a San Salvador y a los pescadores. Allí se dejaron las ofrendas florales y se realizó una bendición. Tras pasar por la tradicional carpa gastronómica y cultural, la procesión llegó a la banquina, donde fue inaugurado el mural en honor a Don Orione. "Es un homenaje que como sector le debíamos a Don Orione, quién fuera uno de los fundadores de la parroquia Sagrada Familia y todos los curas maristas que tanto hicieron por la comunidad portuaria", aseveró Ignoto.

Los fieles continuaron por la banquina chica, hasta las tradicionales lanchitas amarillas, que, con decenas de familiares y turistas a bordo, aguardaban a los fieles para la realización de la parte náutica de la procesión, que también contó con la colaboración de los clubes Náutico y de Motonáutica.

Este año, la imagen de San Salvador, junto a las autoridades, reina, princesas e invitados, se embarcaron en "Siempre viejo Pancho" una lancha botada hace pocos meses, construida por un astillero local.

En el acceso al canal interior del puerto, se arrojaron las ofrendas florales al mar, el obispo dio otra bendición y se emprendió el regreso.

La última parte de la procesión, incluyó, como todos los años, una parte de entretenimiento: el concurso del palo enjabonado, que entretiene a turistas y marplatenses. Este año, el concurso se realizó desde la lancha "Viejo Amábile" una de las embarcaciones más antiguas de la Banquina.

Antes, la multitud, en respetuoso silencio, escuchó las palabras de monseñor Antonio Marino.

"Buena voluntad" para

solucionar los problemas

"Como todos los años, esta procesión náutica con la venerada imagen de San Salvador, revive la memoria del encuentro fecundo entre la fe y la cultura. La colectividad italiana fundacional nos legó la lección y el ejemplo de que el trabajo sacrificado y honesto unido a la fe cristiana y católica pueden crear una cultura que dignifica al hombre y eleva a la sociedad", dijo Monseñor Marino al inicio de su esperada intervención.

Continuó señalando que "en febrero de 1928, el padre José Dutto, con genial intuición, instituía esta fiesta y esta procesión y declaraba su finalidad: orientar cristianamente a una clase de honestos trabajadores engañados y explotados. Han transcurrido ochenta y siete años. Las embarcaciones conocidas como 'lanchas amarillas' son ya uno de los emblemas o postales de Mar del Plata, que sus dueños desean proteger en las actuales circunstancias. Haciendo frente a grandes dificultades, quieren alinearse en esa tradición de una cultura solidaria, que continúa valorando la familia, que busca el encuentro y el diálogo, aún a costa de sacrificios y desalientos parciales".

En ese contexto aseveró que "estoy aquí para alentarlos e implorar la bendición de nuestro Salvador Jesucristo sobre todos los que ejercen este oficio. El Señor que tantas veces estuvo en una barca con sus discípulos pescadores, puede entenderlos mejor que nadie.

Marino extendió su bendición a toda la actividad portuaria de Mar del Plata, "que, como bien sabemos, es de vital importancia para la zona y para el país. Y también a los miembros de las más diversas colectividades que se han integrado en este sector".

El obispo también se refirió a la crisis del sector: "Son conocidas las serias dificultades por las que atraviesa la industria pesquera y esto nos debe llevar a una conclusión fundamental: es preciso que sean escuchadas todas las voces de los actores que están involucrados en el mundo portuario y de la pesca. Cuando los problemas son serios y crónicos, cuando queda implicada la subsistencia y la calidad de vida de tantas familias, si hay buena voluntad de las partes, siempre podrán aparecer soluciones no pensadas que permitirán superar los conflictos. El bien común a todos sale ganando, Mar del Plata se ennoblece con la fuente de trabajo y el país entero se beneficia".

Y para finalizar expresó "el trabajo trae alegrías y también fatiga y riesgos. Tanto en el pasado como también en el presente, la imponente fuerza del mar ha causado tristeza y desconsuelo a los parientes y amigos de quienes dejaron sus vidas en él. Para todos ellos va nuestra plegaria al Señor, nuestro respetuoso homenaje a los ausentes y nuestras condolencias a sus familias".