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02-03-2015

Reúnen en un libro de historias reales de resiliencia en niños y adolescentes

Superar situaciones traumáticas para descubrir un lugar en el mundo. Se trata de un trabajo de investigación del periodista y escritor Alejandro Gorenstein, quién antes había relatado historias similares protagonizadas por adultos.

Los padres de Romina Saldiba fallecieron cuando era una niña de cuatro años, su vida cambió gracias a la herencia transformadora de un acto de amor.

Facundo Drujera perdió la visión al año y medio de vida y aprendió a ver el mundo con los ojos de la música. 

Fabián Ferraro fue un chico de la calle que se convirtió en líder solidario gracias al fútbol.

Mariana Zaffaroni Islas, hija de desaparecidos, pudo restaurar su vida al recuperar la identidad. 

Para Sebastián Cuattromo, que fue abusado en un colegio de curas, la justicia funcionó como una experiencia reparadora.

Estas son algunas de las 10 historias que aborda el periodista y escritor Alejandro Gorenstein "Historias de corazón: chicos que le ganaron a la vida", en el marco de una colección sobre resiliencia de la editorial Del Nuevo Extremo.

Gorenstein, quien también es autor de "Vidas que Enseñan" de la misma colección, habló con este medio sobre la resiliencia y estas historias que inspiran.

- ¿Qué lo motivó a contar estas historias de resiliencia?

- Hace unos cinco años que descubrí el fascinante mundo de la resiliencia, que es la capacidad de cualquier ser humano a enfrentar situaciones que hayan puesto en riesgo su integridad psicofísica ante la pérdida de seres queridos, el haber enfrentado una dura enfermedad, haber estado privado de su libertad, haber sido sometido a agresiones físicas y sexuales, haber sobrevivido a catástrofes naturales, entre otros traumas. En el primer libro, "Vidas que enseñan", relato 25 historias de personas que superaron adversidades y salieron fortalecidas. Para este nuevo desafío, "Historias de corazón: chicos que le ganaron a la vida", me propuse contar en forma literaria 10 casos reales de personas que superaron una situación traumática durante sus primeros años de vida.

- ¿Es la idea dar un mensaje inspirador?

- El legado del libro tiene que ver con contar historias reales con nombre y apellido para demostrar que pese al dolor siempre se puede salir adelante y que nunca es tarde para cumplir un sueño. Al principio de cada historia el lector podrá encontrarse con sentimientos de dolor o tristeza pero lo interesante es ir recorriendo junto a los protagonistas el camino que recorrieron para cambiar esa situación de angustia en una de pleno bienestar. Y en todos los casos queda explícito cuáles fueron las herramientas que cada uno eligió o contó para encontrar esa luz al final del túnel. Y la idea es que si estos niños pudieron salir adelante en contexto muchas veces desfavorable, los adultos también podemos reponernos ante la adversidad. Estos chicos son grandes ejemplos de que siempre se puede salir adelante, de que podemos tener una segunda oportunidad, resurgiendo creativamente ante la adversidad.

- ¿Qué tuvo en cuenta a la hora de elegir las historias que formarían parte del libro?

- La idea base del libro es que fueran personas que sufrieron alguna situación traumática durante la niñez o la adolescencia y que cada una de ellas fuera diferente entre sí para tener una variedad de casos, de perfiles y de distintas maneras de resolución de esas adversidades. Algunas de las historias más conmovedoras del libro son la de Sebastián Cuattromo, que fue abusado en un colegio de curas, la de Belén Peralta Reyes, víctima del terremoto del año 2010 en Chile, la de Fabián Ferraro, que logró salir de la extrema pobreza y hoy ayuda a muchos chicos de su barrio en situación de calle y la de Matías Rosa, que hace unos años se recuperó tras ser adicto a las drogas desde los 14 años, entre otras historias.

- ¿Cómo tomó contacto con esos casos?

- Casualmente al inicio de cada historia relato en primera persona cómo fui conociendo a los 10 protagonistas. Por ejemplo, la historia de este chico que fue adicto a las drogas durante tantos años me la comentó un protagonista de mi primer libro. A Romina Saldiba, cuyos padres fallecieron cuando era una niña de cuatro años, la conocí a través de un contacto de Facebook y Analía Gurri, que superó una historia familiar de enfermedad y muerte, fue mi profesora durante un tiempo en el gimnasio.

Estas historias están en todos lados porque son chicos o adolescentes comunes que pasaron por situaciones adversas y lograron salir transformados. Personas que cualquiera de nosotros podría conocer o estar en contacto. Pero al tratarse de personas que padecieron esos sentimientos de niños tuve que realizar un trabajo de investigación que duró aproximadamente seis meses para hallar los casos más fuertes y diversos que hoy conforman el libro.

- ¿Cómo se desarrollaron las entrevistas?

- Todos mostraron la predisposición desde el inicio de querer compartir su historia para ayudar con su testimonio a otras personas. En algunos encuentros hubo llantos, debí parar de grabar por unos minutos y la emoción siempre estuvo presente de los dos lados: del entrevistado y de mi rol como periodista/escucha. Siento gran admiración por todos ellos, por lo que han sufrido, por lo que han luchado, por cómo enderezaron el rumbo de sus vidas, por la fortaleza que demuestran, por las ganas que tienen de contar lo sucedido, por formar parte de este libro.

- ¿Es el amor el denominador común que influye para que las historias tengan un "final feliz"?

- Como dice la licenciada Viviana Sanchez Negrette en el prólogo del libro sin lugar a dudas el amor es un común denominador para que estas historias tengan un "final feliz". El amor de un adulto significativo que los contuvo, que los escuchó, que les dedicó tiempo y que estuvo siempre presente en ese recorrido hacia una vida llena de sentido. Por ejemplo, en el caso de Fabián Ferraro, el chico que logró salir de la pobreza, fue fundamental haberse encontrado con una persona que lo adoptó y le enseñó el oficio de vendedor ambulante que le permitió ganarse sus primeros pesos desde que se fue de su casa de muy niño. En el caso de Teresa Paniceres, que padeció leucemia y fue trasplantada de médula ósea a los 12 años, el amor de sus padres y de sus hermanos, como así también el cuidado y la contención de sus médicos fue vital para que ella superara ese duro trance.

- ¿Se dan otros factores clave que definen el rumbo de la vida de esas personas?

- Cada historia tiene sus aristas particulares, las herramientas a las que cada chico recurrió para salir adelante. En el caso de Facundo Drujera, que perdió la visión al año y medio de vida, la música fue su musa inspiradora a la hora de no rendirse jamás ante la adversidad y seguir proyectando una vida llena de logros y de sueños. En el caso de Matías Rosa fue fundamental el apoyo de los grupos de pares que le permitió comprender que no era la única persona que pasaba por esa situación y las charlas grupales le generaron un sentimiento de solidaridad y esperanza. En otros casos la terapia resultó un factor clave para buscar respuestas a la propia tragedia, en otros hallar el sentido a la vida fue fundamental para correrse de ese lugar de víctima para lograr un futuro mucho más alentador.

- ¿Qué papel juega la "actitud" frente a la vida a la hora de salir adelante? ¿Es el "no victimizarse" uno de los puntos fundamentales?

- Si bien uno puede contar con una red de contención que puede estar presente (familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc) lo primero que necesitamos para superar una situación traumática es poder reconocerla, no evadirla, incluso permitirnos hacer el duelo. Esa introspección nos permitirá saber en dónde estamos parados y cuáles son los primeros pasitos que debemos dar para sentirnos mejor.

Es cierto que en muchos casos, al principio surge el hecho de colocarse en lugar de víctima (el por qué a mí) pero una vez que la persona va haciendo ese recorrido esa pregunta inicial se reemplaza por el por qué no a mí o para qué a mí. Y es en este momento en que empezamos a encontrar un sentido a esa situación que parece que es devastadora. Es fundamental tener esa actitud positiva, saber rodearse de gente que nos pueda tender una mano y entender que el proceso de duelo tiene su tiempo pero al final del trayecto siempre se puede volver a sonreír.