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02-04-2015

Recuerdos de Malvinas

por el general (RE) Martín Balza*

1.

El intento de recuperar Malvinas por la fuerza constituyó el más notable error de apreciación política, diplomática y militar. Se atribuyó al almirante Jorge Anaya el haber sido quien concibió la absurda aventura. Para ello contó con la aquiescencia del brigadier Basilio Lami Dozo, del general Leopoldo Galtieri y del canciller Nicanor Costa Méndez. La apropiación de una causa justa, sentidamente nacional ?y de antigua raigambre, como Malvinas? buscaba galvanizar a la ciudadanía en torno a ella y perpetuar así a la dictadura, que se despeñaba inexorablemente. Solo la inepcia y el desequilibrio de la cúpula castrense podían apreciar tan equivocadamente el devenir de los hechos. Se tenía la capacidad para recuperar las islas, defendidas por un pequeño destacamento de infantes de Marina británicos del orden de cien hombres y un grupo de voluntarios isleños dotados de armamento liviano, pero se carecía de la capacidad de mantenerlas ante la previsible reacción británica.

2.

Ante una sublime decisión, como ir a la guerra, la predicción es fundamental, de lo contrario se apuesta a lo aleatorio. En teoría de los juegos, ello se conoce como el equilibrio Mash (John Mash, Premio Nobel de Economía en 1994), que no es otra cosa que una predicción de la(s) mejor(es) acción(es) de que dispone cada parte en función de las posibles acciones de la contraparte. Pero esto no implica un balance (en este caso, de fuerzas) entre las partes, dado que una de ellas puede tener una clara ventaja sobre la otra. Era el caso del Reino Unido sobre nosotros. No se previó el día después.

Tampoco sabían que en una guerra, si se quiere lograr algo pese al adversario, hay acción; si se quiere impedir que el enemigo emprenda algo, hay disuasión. Ambas requieren fuerzas adecuadas; la disuasión es altamente psicológica. Nuestro país no tenía capacidad para ninguno de los conceptos citados.

3.

El conflicto desnudó no solo la falta de líderes ?exceptuando varios casos en los niveles tácticos?, sino también la desprofesionalización originada en la recurrente usurpación del poder por las Fuerzas Armadas, entre 1955 y 1976, y haber priorizado una lucha ideológica. Como consecuencia de ello, en el Ejército en 1982 existía una inadecuada doctrina en las principales áreas de la conducción: Personal, Inteligencia, Operaciones y Logística.

4.

En Puerto Argentino se constituyó una débil defensa perimetral: sin profundidad, sobreextendida, carente de una mínima movilidad, sin reservas ni contraataques planificados y anárquicamente conducida. Se organizó una débil plaza ?no una fortificación? que no podría impedir el previsible cerco (naval, aéreo y terrestre). Un viejo axioma dice: ?Plaza sitiada, sin posibilidad de recibir refuerzos o romper el cerco, plaza tomada?. Ejemplos de ello fueron Stalingrado (durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943) y Dien Bien Phu (en Indochina, en 1954).

5.

Galtieri se creyó el Julio César de las pampas y, como tal, dictador, cónsul, pontifex maximus y hasta imperator. Impartía ?desde el continente? órdenes reñidas con la más elemental concepción estratégica y táctica. Una de esas órdenes impuso una notoria dispersión de esfuerzos. De los nueve regimientos de infantería en las islas, solo cuatro participaron en los combates en forma efectiva (ri 4, ri 7, ri 12 y el Batallón de Infantería de Marina 5); parcialmente dos (ri 6 y ri 25); y no participaron en las acciones tres de ellos (ri 3, ri 5 y ri 8), los dos últimos aislados en la isla Gran Malvina. Avalaron las decisiones de Galtieri generales aduladores, ambiciosos, cobardes y carentes de un mínimo liderazgo (anexo 4). Esto puso en evidencia una seria deficiencia en la educación de nuestros oficiales y suboficiales, y fue una de las grandes enseñanzas del conflicto y un gran reto a enfrentar en el futuro.

6.

El ser argentino, exitista y derrotista por antonomasia, no rescató en su justa medida la gesta, la epopeya de Malvinas, a pesar de que el propio adversario reconoció, valoró y elogió el comportamiento de nuestras fuerzas. También lo hizo el conocido Informe Rattenbach. La defección de algunas unidades y de algunos hombres en absoluto enturbia la dignidad, valentía y profesionalidad de otras unidades, y de oficiales, suboficiales y soldados que pelearon por un sentimiento, sobreponiéndolo a la incapacidad, carencia de liderazgo y soberbia de altos mandos en el continente y en las islas, que en algunos casos llegaron al agravio de sus subordinados.

7.

Malvinas fue una pequeña guerra insular, pero salvando las circunstancias del ámbito geográfico, de los efectivos participantes, de la población afectada, de la duración y el comportamiento de los adversarios, las secuelas y los traumas son similares a todas las guerras. Evitar ello es un imperativo humanitario, político y económico. Aún continuamos renunciando a las escasas pretensiones de la humanidad. Lamentablemente, en la actualidad no solo Philippe Delmas vislumbra El brillante porvenir de la guerra, su conocida obra.

8.

Argentina jamás recurrirá nuevamente a la violencia y mucho menos a su extrema expresión: la guerra. Esta constituye uno de los actos más trágicos en la vida de los pueblos y, por desgracia, también una de las más frecuentes maneras en que se han intentado resolver las disputas en la historia de los pueblos. Es el diálogo, el respeto y la vocación de paz lo que debe ser depositado en el corazón de los seres humanos.

8 bis.

Todos los muertos de Malvinas ?argentinos y británicos? siguen viviendo no solo en la turba isleña y en el mar austral, sino también donde la verdadera humanidad mantiene su alto valor.

* Ex jefe del Ejército y actual

embajador ante Costa Rica

(El artículo es parte del próximo libro de Balza, "Bitácora de un soldado : De Perón a Kirchner 1952--2003)