De la "avenida del ruido" a los bares en Güemes y los boliches en Playa Grande
Los boliches de Constitución fueron furor hasta los noventa. Después apareció la moda de los bares que tuvo se explosión con las zonas de Alem e Hipólito Yrigoyen. Ahora, las discotecas se trasladaron frente al mar y los "happy hours" y las cervecerías son las nuevas tendencias.
Los hombres vestían jeans nevados, camisas, botas tejanas y el gel era indispensable para el peinado. Las mujeres alternaban entre minifaldas y calzas y el pelo largo con jopo era furor. En esa época de la década de los ochenta, la movida nocturna de la ciudad pasaba por las discotecas de la avenida Constitución, donde se podía bailar hasta después de las siete de la mañana.
Veinticinco años después, los jóvenes ya no se visten iguales y la noche marplatense mutó bastante: ahora los boliches están en el sector que va desde Varese hasta Playa Grande y los bares se concentran en las zonas de Alem e Hipólito Yrigoyen. Del gancia con vodka y el destornillador se pasó a los "happy hours" y a las cervecerías artesanales.
Durante los ochenta y buena parte de los noventa, los boliches de Constitución fueron los "reyes" de la noche de la ciudad. Sobremonte, Simbiosis, House, Sunset, Summer Time, Chocolate, La Base, Aquellare y Go fueron algunos de los nombres que marcaron una época.
"En ese tiempo, las previas se hacían en las casas y se iba directo al boliche. Algunos elegían pasar antes por un bar pero no era lo más habitual. Por lo general era quedarse en lo de algún amigo y de ahí salir para Constitución", recuerda Matías Iriarte, actual dueño de Quba, Mr Jones y Mute y que desde los noventa está en el negocio nocturno.
Con el correr de los años, los bares empezaron a tomar fuerza y cada vez las previas fueron más habituales en esos lugares. Pero en un principio eran muy distintos a los actuales. "Eran más 'barzuchos' donde uno iba a tomar algo y se vendía la cerveza de litro y la de tres cuartos sólo en los lugares de mayor poder adquisitivo. En ese tiempo no se focalizaban tanto en lo gastronómico", cuenta Juan Rodríguez, reconocido empresario de la noche marplatense. Y recuerda: "Eran bares-cantinas donde se hacía la previa para ir al boliche. Había karaoke y bandas, pero no se hacían grandes inversiones estructurales. Cerraban a las 3 o 4 de la mañana y después la gente se iba para la zona de Constitución".
El furor de los bares comenzó a crecer hasta que a partir del 2000 se produjo su enorme crecimiento en las zonas de Hipólito Yrigoyen y Alem. "Una vez que se empiezan a hacer 'bar-boliche', las confiterías de Constitución comienzan a perder fuerza muy pronto y entonces la gente empezó a quedarse más en esas dos zonas. Como se podía bailar, se hacía de principio a fin en ese lugar y ya no se iba tanto al boliche", cuenta Rodríguez. Y agrega: "También se empezó a cambiar un poco el formato del servicio y los bares, de ser una cantina pasan a focalizarse un poco más en la parte gastronómica y coctelería".
En esa época, Alem fue un boom. La movida de la noche marplatense pasaba por ahí. "Había algunos bares que ya movían gente y en el 2000 abrimos Mr Jones, que empezó a ser un lugar de previa y después boliche. Pero los clientes se comenzaron a quedar cada vez más, abrieron más bares y a medida que eso iba pasando Constitución perdió mucha gente que se quedó en Alem. Hubo un momento en que toda la movida marplatense pasaba por ahí ", dice Iriarte.
El crecimiento de Alem parecía indetenible: llegó a haber 42 bares en esa calle y Olavarría. A su mismo ritmo también creció la calle Hipólito Yrigoyen. De los boliches de Constitución se había pasado a los bares.
De Alem a Güemes y Playa Grande
El crecimiento vertiginoso de Alem en un barrio residencial fue haciendo crecer cada vez más las quejas de los vecinos. Con el paso del tiempo, las posturas fueron irreconciliables. En el 2007, Gustavo Pulti asumió como intendente y tomó una postura clara con los bares: no se podía bailar más como estaba prohibido por ordenanza y se debían respetar los factores de ocupación. Además, el horario de cierre se fijó en las cuatro de la madrugada. Con el tiempo, el jefe comunal terminó ganando la pulseada con los empresarios de la noche que invertían en esa zona de la ciudad y, de a poco, los comercios comenzaron a cerrar. Para el 2010, ya casi no quedaban rastros de la zona que se había convertido en el centro de la movida nocturna de la ciudad. Y, como era de esperar, en ese proceso se produjo una transición hacia nuevos lugares de Mar del Plata: los boliches se concentraron en Playa Grande y los bares pasaron de Alem a Güemes aunque con características muy diferentes. "Cuando abrió Kerry Keel, hace nueve años, Güemes era una zona que no estaba invadida de bares como ahora. Queríamos cambiar el concepto de lo que era un bar y basarlo integralmente en la gastronomía. Viajábamos muchísimo a Buenos Aires y veíamos que el bar irlandés era un concepto que nos gustaba mucho, pero allá la gente y los extranjeros estaban acostumbrados a salir a tomar temprano. Acá no", recuerda Juan Rodríguez. Y dice: "Empezamos a buscarle la vuelta para mutar el horario de las salidas. Queríamos que la gente se animara a salir más temprano. Primero fueron los jueves, después los viernes y de a poco se fueron agregando días. Nos costó un año pero se pudo. Ahora la gente prefiere salir a tomar algo más temprano y a las 11 de la noche puede estar durmiendo tranquilamente para ir a trabajar al otro día".
Por su parte, Iriarte, uno de los precursores en Alem, recuerda que los bares que estaban en esa zona comenzaron a redistribuirse y cambiar después de los cierres masivos.
"Antes eran bares más del estilo disco. Ahora en Güemes es otro estilo donde la música no está tan alta, hay más gastronomía y se puede tomar algo e irse a dormir temprano", dice.
El límite de horario de cierre en los bares hizo que los empresarios tuvieran que buscar nuevas variantes para atraer clientes. Y con el correr de los años lograron instalar el "happy hour", una modalidad que ofrece distintas bebidas a precios más baratos. Por lo general de 19 a 21.
Por otra parte, cerca de Alem, la Municipalidad comenzó a permitir que en el complejo La Normandina y la Escollera Norte se pudieran abrir lugares para bailar. Y, entonces, los boliches comenzaron a concentrase en esa zona. En Constitución quedó casi en soledad el clásico Sobremonte.
El boom de las cervecerías
Con Antares como líder histórico en el rubro, los bares destinados a las ventas de cervezas se convirtieron en un boom en los últimos tres años: se estima que hay más de 20 comercios que se dedican a vender su propio producto. Pero no sólo eso: también están los que no fabrican cerveza pero venden marcas nacionales e internacionales de esa bebida para que sus clientes puedan degustar. "Empezamos en el año '98 con la premisa de generar dentro de la ciudad un proyecto de cerveza artesanal. Nacimos con una expectativa local de cubrir cierto porcentaje comercial de lo que era el consumo de cerveza en Mar del Plata. Queríamos traer un producto inspirado un poco en la cerveza casera que hacían mis socios Leo y Mariana en su casa", cuenta Pablo Rodríguez, socio fundador de Antares. Y agrega: "Transformamos ese hobby en un microemprendimiento comercial. El primer local lo abrimos en Córdoba casi Alvarado. Ahí teníamos la fábrica dentro del restorán".
La industria de la cerveza artesanal logró sobrevivir a la crisis del 2001 y desde ahí se convirtió en un fenómeno que no paró de crecer hasta llegar a la actualidad donde ya tiene su circuito comercial propio en la ciudad. "La clave para explicar este crecimiento es que el consumo está cambiando de manera irreversible y la cerveza artesanal seguirá creciendo muy fuerte en los próximos veinte años de manera casi independiente de lo que hagamos los productores porque es una tendencia muy fuerte", explica Rodríguez sobre el boom que vive la ciudad. Y comenta: "En los últimos tres años, el crecimiento de lugares de cerveza artesanal fue exponencial. Mar del Plata se convirtió en una pionera nacional".
