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29-07-2015

"El déficit de trastorno de atención no es una moda y tiene una base biológica"

Diálogo con el doctor Claudio Michanie. Los diagnósticos por trastorno de déficit de la atención aparecen con mayor frecuencia a los 6 y 7 años. Se dan más en varones que en nenas.

En el país, 1 de cada 15 chicos tiene un trastorno de déficit de la atención. "No es una moda, lo que sucede es que en nuestro país esto hace 15 o 20 años no se diagnosticaba, y ahora ya se sabe que es un trastorno y cómo abordarlo", explica el doctor Claudio Michanie, médico psiquiatra de nños y adolescentes, miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatría Infanto-Juvenil y director del Centro de Estudio de las Dificultades de Aprendizaje y Conducta, entre otras cosas.

Michanie estará en la ciudad brindando una charla (ver aparte), donde abordará esta temática que médicamente "está comprobado tiene una base biológica" y cuyos cuestionamientos en cuanto a la medicación del trastorno "están saldados".

En diálogo con LA CAPITAL, Michanie abordó este temática que preocupa a muchos padres, docentes y chicos que la padecen.

-¿Hoy el trastorno del déficit de atención aparece como un problema común en la infancia?

-Sí, las cifras en todo el mundo dan un promedio del 5 al 7% de la población infantil, esto quiere decir que 1 de cada 15 chicos tiene un problema de estas características.

-En algún momento se dijo que estaba de moda,¿qué mirada tiene sobre esto?

-En realidad no, de hecho nuestro país está muy atrasado en esto. Las cifras que yo digo pertenecen a los cinco continentes, o sea que se han hecho estudios que dan cifras muy parecidas en diferentes países. Lo que sucede en nuestro país, es que hace 15 o 20 años esto no se diagnosticaba, de la misma manera que no se hacía con otros trastornos infantiles por una idea de que poner un diagnóstico era como codificar o estar medicalizando cuestiones normales y en realidad, lamentablemente, no es que estas cosas no existen y si uno no les pone nombre no las puede tratar.

-¿Hay estudios en Argentina con respecto a este tema?

-En Argentina hay un estudio que lleve a cabo en 1992 que se publicó en la Revista Argentina de Pediatría al año siguiente que revelaba cuántos chicos que asistían a la consulta a un servicio de psicopatología de niños y adolescentes, tenían este problema, ya sea aislado o en combinación con otras patologías. Y lo que se vio es que aproximadamente el 30% de los chicos que consultaban tenían características de este tipo y contaban con este diagnóstico. Cuando empecé a revisar cifras internacionales, en Canadá y EEUU entre el 20 y 40% de las consultas a los servicios de psicopatología infanto juvenil, están relacionados con este problema.

-O sea que las estadísticas son similares...

-La verdad que sí, en todo el mundo dan los números similares. Como acá no se diagnosticaba, pasó un poco que en algún momento muchos creían que era una moda pero pasó lo mismo hace unos 35 años atrás con el ataque de pánico, que ahora es popular. Cuando yo me recibí (1981), ese diagnóstico no lo hacíamos nunca, se hablaba de angustias, conflictos internos, etc. Luego se llegó a establecer el diagnóstico: trastorno por ataque de pánico. Lo mismo sucede con el déficit de atención e hiperactividad que antes se decía que eran chicos muy movedizos y que después se les pasaba, o que no les ponían límites los padres. Esto con el correr de los años se ha visto que no es así.

Inicios

-Y en este déficit, ¿hay una base biológica?

-Sí, absolutamente. En la literatura médica esto se encuentra claramente establecido, tiene una carga genética de un 80%. Es muy común que en familias donde hay chicos con este problema haya tíos, abuelos, hermanos o padres que lo tengan. Y se sabe que el 75 a 80% responde al tratamiento. Aproximadamente el 40% de los chicos que presente este diagnóstico, lo va a dejar de tener cuando llegue a la vida adulta. Y en el 60% va a persistir. También se sabe que aparte de las cuestiones genéticas, fumar durante el embarazo aumenta tres veces las chances de tener esta patología. O por ejemplo, la exposición a pesticidas durante el embarazo, también aumenta el riesgo. Hoy está muy claro que esto tiene una base de tipo biológica, pero no implica que el tratamiento sea solamente de este tipo. Es necesario hacer acomodaciones con las cuestiones psicológicas, autoestima, trabajar con los padres, la familia, las cuestiones educacionales. Y, por otra parte, poder evaluar qué tipo de ayuda necesita el chico.

-La escuela ¿aparece como el espacio donde comienza a hacerse visible el déficit de atención?

-Sí, porque esto es como ser miope, como no poder ver bien de lejos. Si una persona solamente está leyendo a 1 metro de distancia no se nota la miopía, cuando tiene que hacer un esfuerzo a 6 o 7 metros, las dificultades son mayores. Como el problema este implica que al chico le cuesta regular sus impulsos y conducta motora y, a la vez, le cuesta hacer un esfuerzo sostenido de concentración, entonces es en la escuela donde más se nota. Sobre todo porque son conductas que el mismo maestro se da cuenta que ese chico presenta: se le tienen que repetir las cosas muchas cosas, se le caen las cosas, es desorganizado, tiene un rendimiento muy inconsistente, etc.

-Y por eso cuando se descubre este trastorno es mayormente entre los 7 y 8 años...

- En general sí, es la edad más típica de consulta. Salvo que el nivel de hiperactividad sea muy fuerte y severo y ahí los padres consultan antes. Por ejemplo hay casos que en el mismo jardín no se puede contener a los chicos y eso es peligroso porque de hecho son chicos que tienen 3 veces más accidentes caseros que los que no tienen este problema. Pero es muy sencillo, si el chico es más distraído, atolondrado y movedizo, es lógico que se accidente más.

-¿Los varones, son más propensos que las nenas de tener este trastorno?

-Sí, hay mayor tendencia que esto suceda en los varones. Es más o menos 2 varones por cada mujer. Pero esto es en la población, es muy diferente cuando se ve la consulta que revela que consultan 7 varones por cada nena y esto es porque los varones pueden ser más agresivos entonces los derivan antes.

Diagnóstico y medicación

-Y el diagnóstico, ¿cómo se realiza? ¿Se cumple un protocolo?

-Sí, hay un protocolo, lo mismo que para diagnosticar otras patologías. Hay que hacer una entrevista, la persona debe estar entrenada en esto, y el diagnóstico es básicamente clínico, se basa mucho es las preguntas que uno tiene que hacerle a los padres, las preguntas que se hace a los maestros a través de cuestionarios, y la observación del chico. A veces es necesario tomar algunos test para descartar algunas otras cosas. Por ejemplo un test psicopedagógico para descartar que el chico no tenga un problema de aprendizaje, y a veces es necesario hacer algunos estudios clínicos como determinar que no tenga anemia, o un problema de obstrucción respiratoria que hace que el chico duerma mal, se oxigene mal y esté al otro día malhumorado y distraído porque no descansó bien. Hay cuestiones ya de tipo médico que hay que diferenciar que forman parte del diagnóstico. De la misma manera que hay que tener claro que la situación viene acompañando al chico desde el desarrollo, que es muy pequeño, y no que haya aparecido de golpe. En este caso hay que sospechar de otras cuestiones. Porque si a los 9, 10 u 11 años empieza a tener estas conductas de un día para el otro, hay que buscar por otro lado.

-La medicación ¿es parte del tratamiento?

-Este trastorno tiene tratamiento de tipo psicológico, educacional y biológico. Lo psicológico son terapias de tipo cognitivo-conductuales que son herramientas que se le dan a los padres y al niño para ayudarlos a compensar la dificultad. Lo que es educacional, tiene que ver con el apoyo psicopedagógico o a veces, la psicopedagoga puede entrenar a un maestro particular para que ayude al chico o darle a la misma escuela herramientas para saber cómo manejarse ante esta situación. Y la otra pata del tratamiento, es lo que tiene que ver con lo biológico, hay algunos suplementos dietéticos, especialmente uno, que ha demostrado algo de eficacia, y también medicaciones que están en el mercado hace 50 años y otras 15. O sea que son medicamentos que tienden a ser muy seguros, no curan el problema, pero lo controlan y hacen que el chico tenga menos sufrimiento, mejor rendimiento, vida social y familiar.