Horror en Las Dalias: se negó a declarar Edgardo Oviedo
El hombre de 66 años detenido el viernes por haber mantenido encerrados a su esposa y a su hijo en un calabozo clandestino durante los últimos años, rechazó dar testimonio ante el fiscal Alejandro Pellegrinelli.
Edgardo Oviedo, el hombre de 66 años que fue detenido el viernes pasado en su casa del barrio Las Dalias por haber mantenido encerrados a su esposa y a su hijo en un calabozo clandestino durante los últimos años, se negó a declarar ayer ante el fiscal que investiga el caso.
El imputado fue conducido en horas del mediodía de ayer desde la Unidad Penitenciaria Nº 44 de Batán hasta Tribunales, donde lo había citado el fiscal Alejandro Pellegrinelli. Sin embargo, hizo uso de su derecho y se negó a declarar, por lo que su versión de los hechos aún es desconocida.
Según señalaron fuentes extraoficiales a LA CAPITAL, Oviedo no contrató abogado particular, por lo que en principio adoptará su representación legal la Defensoría Oficial. Sus miembros, Gabriela Zapata y Mauro Ariel Giacomaso, serán quienes ejerzan la defensa.
Zapata, que estaba de turno cuando ocurrió la detención, se entrevistó con el imputado ayer y le aconsejó que se negara a declarar hasta tanto la causa fuera analizada en profundidad. De acuerdo a la información que pudo recolectar este medio, el desarrollo de la defensa, por ahora, quedará a cargo de Giacomaso.
En ese marco, los detalles más importantes para establecer cómo se produjeron los hechos se desprenderán de los análisis socioambientales que realicen los peritos en psiquiatría y los asistentes sociales. Al respecto, vale decir que los investigadores procuran determinar si Oviedo es inimputable o comprendía la gravedad de su conducta.
"Tenía la idea de que los cuidaba, pero estaban encerrados en una especie de jaula", reveló ayer un informante consultado por este matutino. Por esa razón, aún es prematuro para la Justicia esbozar conclusiones sobre el caso.
El fiscal Pellegrinelli imputó a Oviedo por el delito de "reducción a la esclavitud y servidumbre", que prevé penas de hasta 15 años de cárcel. Si la causa avanza porque el acusado resulta ser imputable, y se suman agravantes, podría recibir la condena de prisión perpetua.
Por lo pronto, el detenido permanecerá alojado en la Unidad Penitenciaria Nº 44 de Batán, a la que fue conducido el viernes por la noche. Antes, había pasado por la sede de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) local y por el Complejo Juan Vucetich, donde le realizaron los estudios médicos de rigor.
El caso
La detención de Edgardo Oviedo se produjo el viernes por la tarde, luego de que fuera denunciado por mantener encerrado a su esposa, de 61 años, y a su hijo Gerardo Antonio, de 32, en un calabozo clandestino que había montado en la parte trasera de su casa.
El fiscal Pellegrinelli y la policía, además de funcionarios municipales que asistieron al lugar, no podían creer lo que veían tras confirmar que la denuncia recibida en la Comisaría de la Mujer era cierta. Ambas víctimas sufren severos trastornos psiquiátricos y además vivían en las más precarias condiciones.
La denuncia a Oviedo había sido efectuada por otros dos de sus hijos, que viven en la misma cuadra de su vivienda, ubicada en Los Naranjos 4045. Al parecer, ellos también habían vivido amenazas y tormentos que llevaban a temerle a su padre. Sin embargo, el jueves por la mañana se produjo un incidente que los llevó a tomar la decisión de acusarlo en la Comisaría de la Mujer: el hombre había amenazado a sus nietos.
Luego de recolectar distintas pruebas, el fiscal Alejandro Pellegrinelli y el juez de Garantías, Saúl Errandonea, ordenaron a los efectivos de la DDI que allanaran la casa mencionada en la denuncia. La sorpresa de los investigadores superó la ficción al descubrir la celda en la parte trasera de la casa, en la que las víctimas vivían en las más precarias condiciones.
Según mencionaron fuentes del caso, la esposa de Oviedo y su hijo eran encerrados en la especie de jaula descubierta, en la que recibían mate cocido a través de las rejas y hacían sus necesidades en el piso de tierra, sector que luego era tapado con piedras como ocurre con las mascotas. Además, se sospecha que ingerían alimento para perros y que el hijo del imputado (que tendría un retraso madurativo y prácticamente no sabe hablar) aspiraba nafta. Ambos fueron entrevistados por una psicóloga del área municipal de Asistencia a las Víctimas, y quedaron a cargo del resto de sus familiares.
