"Alca, alca, al carajo", fue la frase que inmortalizó el presidente de Venezuela Hugo Chávez en el acto de cierre de la III Cumbre de los Pueblos, para enterrar el tratado de libre comercio en el continente americano.

La marcha tuvo toda la épica "revolucionaria" que tanto ilusionaba a algunos en los primeros años del nuevo siglo: participantes de la misma llegaron desde Buenos Aires, bien temprano en la mañana de ese viernes, en un contingente encabezado por Diego Maradona y el ex diputado nacional (en aquel entonces kirchnerista) Miguel Bonasso. Lo llamaron el "Tren del Alba".

Pero las deliberaciones habían comenzado días antes, tanto en las inmediaciones del estadio como en el polideportivo Islas Malvinas, las facultades de Arquitectura, Psicología y Ciencias Económicas, y en el aula magna del Complejo Universitario.

La gran marcha de los integrantes del "Tren del Alba", encabezada por Diego Maradona, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; el periodista y ex diputado nacional Miguel Bonasso y el entonces candidato a presidente de Bolivia, Evo Morales, cruzaron gran parte de la ciudad bajo una garúa finita que tiñó de gris ese día.

También dijeron presente las Madres de Plaza de Mayo, el padre Luis Farinello y muchos actores y actrices simpatizantes de las políticas "bolivarianas" esgrimidas teóricamente por Chávez.

Violencia

Luego del acto, en el que el presidente de Venezuela habló durante más de dos horas y pronunció la famosa frase y cantó el cubano Silvio Rodriguez, algunos también participaron de una marcha organizada por partidos y agrupaciones de izquierda para repudiar la presencia del presidente estadounidense George W. Bush. También había piqueteros de la denominada "línea dura", representados en el ámbito local por "Chacho" Berrozpe.

La marcha partió de la esquina de Juan B. Justo e Independencia, desarrollándose mayormente en paz, pero el final fue violento.

Es que al llegar a la esquina de Colón y Corrientes, donde comenzaba el perímetro de seguridad y estaban apostadas las vallas, algo ocurrió y se desató el descontrol apenas pasadas las 17.

Los manifestantes, con cara tapada y palos en la mano, arrojaron bombas molotov y piedras contra las vallas y terminaron incendiando la sucursal del banco de Galicia ubicado en Santa Fe y Colón.

La policía trató de repeler las agresiones de proyectiles y bombas incendiarias con gas lacrimógeno y balas de goma, mientras los manifestantes continuaban arrasando todo lo que encontraban a su paso: entidades bancarias, sucursales de empresas multinacionales y comercios de la zona.

Los desmanes duraron 90 minutos y generaron caos y preocupación; las imágenes de los incidentes dieron la vuelta al mundo.

La policía fue replegando a los violentos hasta que, con distintos procedimientos, logró alejarlos de la zona. Hubo detenidos, que luego fueron liberados, y uno de los identificados fue el dirigente local "Chacho" Berrozpe. Ninguno quedó imputado.