Condenan a prisión perpetua a los dos acusados de un crimen por encargo
La Justicia confirmó que Marcelo Aiello contrató a Alberto Galvanisi para que asesinara a su amigo y socio. El móvil del crimen no quedó claro, aunque una deuda y la envidia habrían sido clave.
La Justicia condenó a prisión perpetua a los dos hombres acusados por el crimen de Juan Carlos Muñiz (54), un "arbolito" que fue asesinado a sangre fría cuando estaba por sacar el auto de su cochera.
En la sentencia, los magistrados confirmaron que Marcelo Aiello (44) contrató a Alberto Galvanisi (54) para que cometiera el crimen.
Aiello y Muñiz trabajaban de "arbolitos" en la peatonal San Martín. Pero además eran amigos y tenían una especie de sociedad. En la sentencia no quedó en claro cuál fue el móvil del asesinato, aunque un préstamo imposible de saldar y la envidia del instigador hacía la víctima fueron las principales hipótesis que se deslizaron.
De todas maneras, el testimonio de varios testigos clave y las llamadas entre Aiello y el sicario fueron determinantes para que los jueces condenaran a prisión perpetua a los acusados.
El fallo fue dictado ayer a la mañana por el Tribunal 1 integrado por Aldo Carnevale, José Antonio Martinelli y Juan Galarreta.
La fiscalía estuvo a cargo de Paulo Cubas, aunque en un principio la investigación fue realizada por Carlos Pelliza.
En tanto, la defensa de los acusados confirmó que apelarán la sentencia.
El hecho ocurrió en marzo del 2007 en una cochera ubicada en la calle 25 de Mayo al 3800 cuando la víctima estaba a punto de sacar su auto. En ese momento, el sicario lo asesinó a tiros y el crimen quedó grabado por las cámaras de seguridad de la cochera.
Hipótesis
La principal hipótesis que se manejó durante el caso es que la víctima era amigo de Aiello a tal punto que llegó a prestarle dinero. Pero como no se lo podía devolver, tomó una decisión: contrataría a un sicario para matarlo. La sentencia confirmó que el homicidio fue instigado por otro hombre, aunque el móvil no quedó esclarecido.
"Quiero dejar en claro que coincido con los defensores en el sentido que no se ha probado debidamente el móvil por el que Aiello pudo haber pergeñado la muerte de Muñiz, pero más allá de que ese no sea una exigencia del tipo penal, de la fría y desapasionada declaración que Aiello prestara en el debate pude advertir la existencia de circunstancias que me hacen dudar de que la amistad con la víctima hubiera sido tan buena como la quiso hacer ver", afirmó en un párrafo la sentencia.
De todas maneras y como una posible hipótesis del móvil, se menciona, según los testimonios recogidos, que Aiello trabajaba más tiempo que Muñiz. Pero a pesar de eso la situación económica de los dos era muy diferente: Muñiz vivía con comodidad mientras que a Aiello le costaba pagar el alquiler. Además, la víctima iba a trabajar a la tarde y el instigador lo hacía desde la mañana. "El resentimiento que puede generar el hecho de sentirse usado en una sociedad evidentemente despareja y fundamentalmente la envidia, son muchas veces motivos determinantes para que la complejidad de la mente humana adopte actitudes impensadas", aseguró el fallo.
Lo cierto es que el elegido para realizar la tarea fue un asesino a sueldo con un grave prontuario: Alberto Galvanisi, apodado el "Brasilero".
El pacto mortal quedó sellado, aunque en las audiencias no se pudo confirmar el lugar y la fecha. De todas maneras, las llamadas entre sí hacen presumir que hubo un encuentro entre el instigador y el sicario.
Una vez pactado el crimen, el "Brasilero" realizó la inteligencia previa. Con los datos que le pasó Aiello, el sicario pudo determinar que la víctima vivía en una torre del complejo de Policía, ubicado en Olazábal y 25 de Mayo y que guardaba el auto en una cochera a la vuelta de su departamento. Además, había sido advertido de que la mujer de la víctima era policía y se desempeñaba en la DDI de la ciudad, por lo que debería tomar más precauciones.
El 28 de marzo de 2007, cerca de las tres y media de la tarde, Galvanisi siguió a la víctima hasta adentro de la cochera donde guardaba el auto. Esperó hasta que estuviera abriendo la puerta del coche y a sangre fría le dio dos disparos en la nuca. Usó un revólver 32 largo, marca Rubí.
Después, remató el crimen con otros dos tiros en la cabeza. Todo el hecho quedó grabado en las cámaras de seguridad de la cochera.
La investigación
A partir de ahí comenzó una compleja investigación, donde el primer dato que llamó la atención fue que el asesino no robó ningún objeto de valor: la víctima llevaba un reloj, un anillo y dinero en el bolsillo. En ese momento cobró fuerza la hipótesis del "ajuste de cuentas", por lo que se comenzó a investigar todos los detalles de la vida del asesinado, que era "arbolito" en la peatonal San Martín.
Además de la investigación oficial, un compañero ya retirado de la mujer de la víctima empezó a seguir el caso.
Después de meses de trabajo, logró descubrir que fue un crimen por encargo y tenía los nombres de los responsables. Así fue que con esos datos clave se presentó ante la Justicia. Al "Brasilero" lo detuvieron en un centro de rehabilitación: por un ataque de presión había sido internado. Aiello cayó frente a Tribunales. Ayer, los dos fueron condenados a prisión perpetua.
