Por Belén Cano

Ante la sentencia que mañana se oirá en la sala de audiencias del quinto piso de los tribunales marplatenses, que tiene como imputado a Claudio Napolitano por siete casos de abuso sexual, se volvió a dar el debate sobre la posible -o imposible- reinserción de un violador en la sociedad. ?El violador no se cura, porque no es una enfermedad, es una elección, perversa y violenta, pero elección al fin?, sostuvo Virginia Creimer, médica forense especializada en abusos, y quien actualmente cumple tareas de apoyo técnico a las investigaciones fiscales de la Procuración General de la Nación.

La idea es acompañada por la psicóloga Patricia Gordon, presidenta de la ONG En Red, que brinda asistencia a víctimas de violencias y abusos y acompaña, incluso, a una de las víctimas de Napolitano. ?Quien viola a una mujer o a un niño o niña, lo hace con absoluta conciencia del daño que causa?, apuntó.

Tanto el imputado como la defensa, nunca negaron -y de cierto modo reconocieron- los siete casos de abuso sexual -donde además hubo intimidación con un arma de fuego y robo-, e incluso Napolitano intentó en vano pedir perdón, porque el daño ya fue causado y aún persiste.

?Las consecuencias en el estado emocional de las mujeres casi siempre resultan devastadoras: miedos, pesadillas, trastornos en la alimentación y en la esfera sexual, son sólo algunos de los restos que quedan luego de semejante impacto. La pérdida de confianza en los hombres suele ser otro de los resultados?, detalló Gordon.

La posible reincidencia, en este caso, no es una teoría. Napolitano ya había sido condenado a 25 años de cárcel por otras siete violaciones. Sin embargo, el beneficio del 2x1 le permitió salir en el 2003, cuando apenas había cumplimentado siete años de pena. Y volvió a violar.

A diferencia de otros delitos -donde el contexto socio económico juega un rol preponderante sobre el accionar del individuo-, Creimer señaló que el violador ?comprende y dirige sus acciones?. ?Son penalmente responsables y las vidas que destruyen no son sólo las de sus víctimas directas sino las de sus familias y de la sociedad misma porque rompen la confianza, la otredad, la capacidad de confiar en el otro?, añadió.

Luego, la médica forense trazó un paralelismo con una persona adicta a las drogas, cuya enfermedad puede ser abordada desde el sistema de salud. ?El drogadicto se rehabilita pero no se cura, y es una persona enferma que busca su escape en la autodestrucción. El violador no está enfermo, pone su punto de goce en el sufrimiento y destrucción del otro. Si bien el principio del abuso (drogas o sufrimiento de un otro) cumplen con el requisito de una adicción (dependencia, tolerancia y abstinencia), el violador tiene libre albedrío para elegir entre hacer daño o no, el adicto no?, explicó.

La defensa de Napolitano habló de resocialización y hasta planteó la inconstitucionalidad de la pena de 50 años pedida por la Fiscalía. Ante ello, Gordon señaló: ?Hablar de resocialización o recuperación en los casos de perpetradores de abusos y violaciones supone una contradicción conceptual. Porque estaríamos pensando que se puede volver a algún sitio o posición anterior ligada a ética, que siempre estuvo ausente. De la experiencia clínica-institucional sabemos también que quien viola a una mujer o a un niño/a, lo hace con absoluta conciencia del daño que causa. Premedita su accionar y muchas veces lo hace de forma sistemática una y otra vez?.

Dijo además que ?no es posible atribuir el sentido de la enfermedad o la patología como modo de justificar sus acciones?, y recordó que el propio Napolitano con las palabras dichas a las mujeres de las que abusaba, demostraba que sabía del dolor que les causaba.

Por último, la psicóloga manifestó ?es de vital importancia que (las víctimas en casos de violación) reciban ayuda no sólo de tipo psicológico, sino también esa instancia reparadora que se busca en la necesidad de que la ley intervenga desde las sanciones correspondientes ante el delito?.