(DyN) – Quizás porque fue el primer presidente en asumir procesado, Mauricio Macri debió suponer que los tribunales le darían dolores de cabeza en los seis meses iniciales de Gobierno: compensó las denuncias propias con los escándalos kirchneristas pero es su principal aliada, Elisa Carrió, quien sacudió el tablero de la Justicia.
Macri recibió el poder el 10 de diciembre y aquel día dijo a los miembros del Congreso que en su gestión no iba a haber “jueces macristas”. Apenas unos días después, nombró por decreto a dos jueces para la Corte Suprema.
La justificación fue la designación “en comisión” de dos juristas intachables para que el máximo tribunal contara con cinco miembros, pero la decisión generó tal revuelo que Macri dio marcha atrás y, aún hoy, la pulseada de poder en el Senado no ha permitido que Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz puedan asumir esos puestos.
En el medio, la principal gestora de Cambiemos, Elisa Carrió, disparó contra el presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti y contra el presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, a quien acusó de ser el operador de Macri en la Justicia, lo que generó más de un cortocircuito en los despachos oficiales.
Bajo el llamado “fuego amigo”, Macri vio también cómo los ocupantes del edificio de Comodoro Py 2002 vivían un “despertar” con el nuevo gobierno y avanzaban con una celeridad que no habían mostrado durante los doce años kirchneristas.
El primero en caer preso fue Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte kirchnerista con varios procesamientos y tres condenas sobre sus hombros.
Pero para esa altura otra noticia judicial ocupaba la preocupación política: a mitad de marzo apareció un video en la financiera “La Rosadita”, de Puerto Madero, en donde se veía a hombres del empresario Lázaro Báez, con estrechos vínculos con Néstor Kirchner, contando millones de dólares y euros, después de tres años de un lento trámite de la causa conocida como “ruta del dinero k”.
El video y la declaración como “arrepentido” de Leonardo Fariña destaparon un escándalo que derivó en la detención de Lázaro Báez, el procesamiento de miembros de su entorno y la incógnita sobre si finalmente salpicará el caso a la ex presidenta Cristina Fernández.
El propio Báez mencionó en la causa a un socio, Angelo Calcaterra, primo de Macri, un nombre que incomodó al Gobierno y planteó una jugada que, según rumores, habría sido pergeñada por la ex presidenta.
Pero la ex jefa de Estado ya tiene sus propios problemas: el juez Claudio Bonadio la procesó por la operación de dólar a futuro y la investiga por la operatoria de lavado de dinero en su empresa “Los Sauces”, mientras que también avanza la causa “Hotesur”.
Justo la semana en que Cristina volvió a Buenos Aires para prestar indagatoria (acompañada por militantes que la hicieron salir de su silencio político tras dejar Casa Rosada), un grupo de periodistas internacionales destaparon los negocios de Mossack Fonseca, una de las empresas más grandes para montar sociedades off shore en paraísos fiscales y descubrió allí el nombre de Mauricio Macri, entre otros líderes mundiales.
Diputados kirchneristas no tardaron en denunciar a Macri en una causa que recayó ante el juez Sebastián Casanello. Fue ese juez el que había firmado el sobreseimiento del ahora Presidente en la causa conocida como escuchas ilegales, por las que deberán ir a juicio ex funcionarios de su gestión en el gobierno de la Ciudad. El sobreseimiento, no obstante, aún no está firme.
Aquella causa la había instruido Norberto Oyarbide, quien renunció a su cargo pese a los coqueteos que-dicen- intento hacer para quedarse. Macri aceptó la dimisión y con ello cerró la puerta a que su actuación fuera evaluada por el Consejo de la Magistratura.
“La renuncia de Oyarbide prueba el acuerdo con Angelici”, insistió Carrió, quien también reclamó apartar de la Procuración General a Alejandra Gils Carbó, algo en lo que Macri no ha podido complacerla frente al apoyo de organizaciones de derechos humanos y la falta de causas judiciales que permitan apartarla. PBF DMM WSK-3821DYN 17:28 06-10-16