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La Ciudad 22 de abril de 2018

Vidal da una señal de largada y reprueba la conducta de Arroyo

La gobernadora ofreció el primer testimonio de lo que anhela para el año electoral en Mar del Plata. El intendente parece estar más afuera que adentro de Cambiemos. En la semana que menos se la esperaba, apareció la casi desconocida voz de Mourelle. Todavía no alcanzan los votos para aprobar la suba de tasas.

Carlos Fernando Arroyo.

por Ramiro Melucci
@RamiroMelucci

María Eugenia Vidal dio su primera opinión sobre el tablero electoral de Mar del Plata. Con la foto de hace ocho días en Chapadmalal, respaldó las aspiraciones de tres posibles postulantes y le hizo una mueca de indiferencia a las ansias reeleccionistas de Arroyo.

Si las primarias fueran hoy, los precandidatos a intendente por Cambiemos serían tres: Guillermo Montenegro, del PRO, y los radicales Vilma Baragiola y Maximiliano Abad. Los tres que hace ocho días se fotografiaron sonrientes junto a la gobernadora. Los tres que, ese mismo día, “timbrearon” juntos en el barrio Punta Mogotes.

El cuarto que salió en la foto, el senador Lucas Fiorini, dijo que estaba allí en apoyo a Montenegro, por lo que, de momento, no se inscribiría en esa carrera.

La señal es clara: Vidal habilitó a esos tres dirigentes a seguir caminando la ciudad en nombre de la alianza gobernante con posibilidades de que, llegado el momento, puedan participar de las primarias abiertas.

La foto define un instante. Ratifica la intención del Gobierno de sondear las chances de un hombre de su riñón en Mar del Plata: Montenegro. La de no desdeñar la trayectoria política y los votos que obtuvo Baragiola en las últimas legislativas. Y la de incluir a otro radical que hace los deberes de la administración bonaerense en la Cámara de Diputados.

Al determinar un momento, la imagen todavía no es concluyente sobre el devenir de Arroyo. Pero lo arrima a la puerta de salida de Cambiemos. La que él mismo dejó entornada cuando dijo que iría a la reelección con esa coalición o solo.

La exclusión de Chapadmalal fue casi tan clamorosa como la admisión que hizo Vidal de sus diferencias con el intendente en julio del año pasado. Esta vez la gobernadora no necesitó hablar para exhibir sus discrepancias. Le bastó con una imagen con tres de los posibles competidores del intendente.

Es un claro signo de disconformidad, también. Con la actitud del jefe comunal, que hace caso omiso a la línea discursiva del Gobierno, y con una gestión que no encuentra el rumbo en asuntos medulares. La falta de definiciones en la operación del predio de residuos, con prórrogas semanales continuas a la empresa Tecsan, y el desbarajuste de las ordenanzas fiscal e impositiva son muestras cabales en los primeros meses del año. Así, el diagnóstico de una falla en la comunicación resulta exiguo.

La semana posterior al gesto preelectoral de Vidal no se percibieron cambios en la conducta del intendente, que permitió que el secretario de Economía ahondara las diferencias con el radicalismo. Hernán Mourelle, taciturno desde que asumió, tuvo un repentino ataque de locuacidad en la semana menos pensada: la previa a la que se tratarán los aumentos de tasas.

El funcionario explicó que sintió la necesidad de salir a hablar con algunos medios porque las críticas que recibía empezaban a traspasar la línea de la política para inmiscuirse en lo personal. Y porque consideró que los números que la oposición aporta al debate buscan generar temor en los contribuyentes.

Fue una gira mediática que llegó con al menos cuatro meses de retraso. Sus estimaciones de cuánto van a valer las tasas (acertadas o no) debieron ser el puntapié inicial del debate, no el epílogo de una discusión perdida. La oposición mostró números cuando el Gobierno los ocultaba. El propio Mourelle evitó hablar de porcentajes para no caer en una contradicción con su jefe, que a fines de diciembre, carente de certezas, musitó que el incremento sería “de un poco más del 22%”.

Mourelle defendió la eliminación de exenciones que contenía el proyecto original de ordenanzas fiscal e impositiva como si no hubiera sido él mismo, por órdenes expresas de funcionarios provinciales, el que las reescribió. Es verdad que el Concejo, en su última sesión, introdujo variantes, pero el grueso de los cambios los hizo el propio secretario con la excusa de adaptar las normas al Pacto Fiscal.

Los radicales ya eran críticos de las ordenanzas mucho antes de que Mourelle los acusara del bombardear los planes del Ejecutivo. En la votación preliminar avisaron que no volverían a respaldar el proyecto si no había cambios en la tasa de servicios urbanos. Pasaron dos cosas: no hubo ningún intento de modificación y habló Mourelle. “Los votos no están”, concluyeron fuentes del bloque.

En la bancada que conduce Vilma Baragiola se preocupan por aclarar que las palabras del secretario no definirán la postura. Eso sólo lo determinarán, sostienen, las opciones que estén dispuestos a dar el gobierno y el bloque más cercano a Arroyo para disminuir el impacto del aumento de la TSU.

Los radicales no negociarán con Mourelle. Esperan otros interlocutores. Si no hay gestos para modificar el proyecto, lo más probable es que la UCR termine votando las ordenanzas fiscal e impositiva sin los artículos referidos a esa tasa. Si eso sucede, quedaría sin convalidar el aumento e implicaría una derrota política para Arroyo y Mourelle.

El fastidio radical está vinculado, además, con las declaraciones del secretario sobre los fondos partidarios. Cuando había concejales que ya estaban redactando cartas documento, llegó la moción de una reunión con Arroyo para aclarar los tantos. El encuentro está previsto para el martes. Dos días antes de la votación clave. Ya no será la charla amistosa de otros tiempos.