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Opinión 16 de febrero de 2017

Es bueno que un presidente haga conferencias de prensa pero…

Por Hugo E.Grimaldi Para DyN

La rueda de prensa que brindó el presidente Mauricio Macri para explicar por qué tuvo que recoger el barrilete en dos oportunidades en pocas horas dejó como saldo muchas palabras bonitas (compromiso, dedicación, honestidad, transparencia) y una definición de mucho mérito: “si me equivoco doy un paso atrás y lo corrijo”.

Por más que de estas cosas del “corsi e ricorsi” el Presidente sabe mucho, ya que en 14 meses tuvo que hacer más de una docena de correcciones, resulta elogiable su actitud, aunque no tanto la reiteración de errores que lo obligan a rectificarse siempre.

El diputado peronista Pablo Kosiner tiene la teoría del “por si pasa” y suele recitar la larga lista de situaciones en las que el Gobierno avanzó con el hecho consumado y en las que luego aflojó, para él un truco táctico y no fruto de la incompetencia comunicacional.

Podría ensayarse también una explicación menos de barricada y más dirigida a la cuestión de los fusibles que tienen que tener los presidentes, sobre todo porque en el actual gobierno no parece que haya nadie dedicado a coordinar desde la política todas estas cosas que le suceden a Macri y que le generan crisis más crisis.

Un gobierno sin coordinación política está en situación permanente de chocar en todas las esquinas y es evidente que durante la última semana el Presidente se pegó dos piñas seguidas por culpa de quienes, en su “equipo”, no le ataron el cinturón de seguridad.
Número uno, el caso del Correo, que creció y creció sin respuestas coherentes de los funcionarios que secundan a Macri y el miércoles, cuando la verba inflamada de los diputados se había calmado y se había gambeteado la interpelación al propio Presidente, llegó a la Cámara Baja la novedad del menor ajuste para los jubilados.

Fue entonces como si alguien hubiese entrado fumando a una destilería: la explosión de los opositores y el apichonamiento de los propios, que nada sabían del tema, fue inmediata. Hasta Elisa Carrió echaba fuego por los ojos. Un “boccato de cardinale” para la oposición que casi deja en la banquina la Ley de ART.

Minutos antes, una vez más, quizás creyendo que con esta noticia se podía tapar el caso del Correo que hacía arder al Congreso, los colaboradores del Presidente lo habían mandado debajo del camión, tras difundir una fotografía en la que la ANSeS en pleno le daba detalles de la mejora semestral a los jubilados. Cómo hacer entender que él desconocía que el ajuste era para abajo y que se había realizado entre gallos y medianoche.

País presidencialista al fin, no le quedó más opción a Macri que salir a poner la cara por los dos temas en una conferencia de prensa, como si el desgaste sólo fuera para él y no la culpa de quienes, a su alrededor, fueron incapaces de proteger su investidura con mayor coherencia política.

Para defender de la boca para afuera a la propia tropa, dijo con toda certeza que “sin política no hubiésemos llegado hasta acá”. Pero, ese punto evidente no es lo que está en discusión, ya que no es sencillo estar en minoría en ambas cámaras y seguir sacando leyes. La crítica es hacia la evidente falta de una espada política cercana que le evite estos malos tragos.

“Convicción y templanza ante tanta tensión”, dijo también Macri casi como una frase de autoayuda para soportar la cruzada. Habrá que ver si esos dones que él invoca son para llegar a un destino confortable o para que lo ayuden a sacarse de encima a quienes efectivamente le provocan tantos dolores de cabeza.