El padre Ariel Sueiro celebró hoy junto a la comunidad sus 25 años de ordenación sacerdotal con una misa de acción de gracias en la Parroquia Asunción de la Santísima Virgen. “Hace 25 años recibí el don inmenso del sacerdocio. Hoy, con emoción, gratitud y también con cierta conmoción interior, me detengo un momento a mirar hacia atrás y también proyectar hacia adelante”, inició su alocución.

En este jubileo de plata destacó la fidelidad de Dios y agradeció la presencia de quienes acompañaron su trayectoria: “Vas recorriendo distintas comunidades, acompañando, animando, y en estos acontecimientos es cuando ves el cariño de la gente, que te sigue recordando y saludando”.

Su vocación nació en un lugar muy concreto: la parroquia Nuestra Señora de la Paz en Pinamar. Sus primeros pasos los dio en Necochea, y el 19 de mayo del 2000 recibió la ordenación sacerdotal en la Catedral de manos de Monseñor José María Arancedo. “Así comencé mi misión sacerdotal y empezaba una historia de gracia, de entrega, de desafíos y consuelos que hoy celebramos como don”, apreció.

Continuó su camino como párroco de Santa Rosa Lima, su primera comunidad parroquial. Se desempeñó siete años en la parroquia San Carlos Borromeo, y posteriormente pasó otros siete años como párroco de la Iglesia Catedral de Mar del Plata. Es hace veinte años capellán de la Jefatura Departamental Policial de Mar del Plata y del Colegio Santísima Trinidad, a quienes agradeció su asistencia.

En su discurso retomó las palabras del papa Francisco y remarcó que “la Iglesia necesita sacerdotes que sean pastores con olor a oveja, pero también la Iglesia necesita sacerdotes que sean pastores sobre todo con olor a Cristo”. Su jubileo sacerdotal está marcado por un acontecimiento providencial para toda la Iglesia: la elección del Papa León XIV.

El empresario Florencio Aldrey saludó al padre Sueiro en la misa por los 25 años como sacerdote.

Sueiro tuvo la oportunidad de estar en Roma presente en el momento en que se anunció la elección. Además, recibió de primera mano la bendición del nuevo Papa, un momento “emocionante” en el año de su jubileo, que vivió como una confirmación: “Como si el Señor, por medio de su nuevo vicario, volviera a decirme al corazón: no temas, Ariel, sigue adelante, apacienta mis ovejas”.

El sacerdote agradeció a su comunidad de Asunción de la Santísima Virgen, a monseñor Marino y a monseñor Gabriel Mestre. Recordó a monseñor Malfa, su párroco en Pinamar, a su familia y a la comunidad de la parroquia Nuestra Señora de la Paz de Pinamar. Además, valoró la presencia del obispo de Mar del Plata, Monseñor Ernesto Giobando; de Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredon; del empresario Florencio Aldrey y de Claudia Álvarez Argüelles, Vicecónsul Honorario de España en Mar del Plata.

Hacia el final, envió un saludo especial a las damas rosadas, a quienes reconoció su “labor silenciosa, generosa y constante” que realizan en el hospital. “Al poder celebrar este jubileo de esta manera ciertamente me veo como un privilegiado y un bendecido por Dios”, expresó.