Las obras de la Cumbre que se resignificaron a través del tiempo
La realización de la IV Cumbre de las Américas benefició a Mar del Plata con una serie de obras de importancia que la ciudad sigue disfrutando. Dos de ellas se resignificaron con el correr del tiempo para incorporarse a la identidad marplatense.
El arco construido para la Cumbre de 2005 se resignificó después del Mundial de Qatar, en 2022, con la gigantografía del arquero marplatense Emiliano “Dibu” Martínez.
por Natalia Prieto
Una vez que Mar del Plata fue elegida como sede de la IV Cumbre de las Américas, se proyectaron, licitaron y concretaron obras que tuvieron como eje “la infraestructura y la seguridad”.
Los marplatenses siguen disfrutándolas hasta hoy, aunque dos de ellas tomaron una identidad propia, dado que se resignificaron y quedaron incorporadas a la identidad local.
Una de estas obras es el puente “Presidente Arturo Umberto Illia” de Punta Iglesia, que hoy es más conocido como el “Puente de los Enamorados” o “de los Candados” en coincidencia con una singular modalidad que se extendió por el mundo.
La otra es el arco ubicado en el extremo este de la Diagonal Alberdi, originalmente llamado “Paseo de las Esculturas”, donde luce desde el Mundial de Qatar 2022 la gigantografía del arquero marplatense Emiliano “Dibu” Martínez, héroe del inolvidable torneo y, sobre todo, del partido final.
En verdad, la nómina de obras fue mucho más amplia, incluyendo la ampliación de la autovía 2, en el ingreso a Mar del Plata hasta la avenida Luro; la modernización del aeropuerto que en aquel entonces todavía llevaba el nombre “Brigadier de la Colina”; la iluminación en distintos sectores; mejoras en distintas plazas; la remodelación de la rotonda del golf de Playa Grande, el Paseo de las Américas y Punta Iglesia.
Además, se realizaron tareas de equipamiento, puesta en valor y alumbrado en plaza España; paseo Alfonsina Storni; plazoleta de la avenida Luro esquina Entre Ríos; manzanas 115, 116 y 117; los parques San Martín y Primavesi; plaza Colón; Playa Chica y Grande; el Paseo Base Naval, el acceso a la Escollera Norte y la rotonda del golf con la construcción del mástil de casi 20 metros.
También hubo trabajos de alumbrado, como la iluminación ornamental del cantero central de la avenida Constitución, del perímetro exterior del Cementerio de la Loma y el cambio de luminarias en el paseo Jesús de Galíndez.
Asfalto
Las tareas de repavimentación alcanzaron al Boulevard Marítimo, desde Constitución hasta Juan B. Justo; la avenida Champagnat, desde Constitución hasta Luro; la terminación de la autovía 2, desde la rotonda del aeropuerto hasta Constitución y la colectora de la ruta 11.
También se renovó el teatro Auditorium –que fue sede de las ceremonias de apertura y clausura– con el mejoramiento de la red de infraestructura de energía eléctrica y de comunicaciones (fibra óptica e internet).
La modernización del aeropuerto para poder recibir aviones de gran porte fue otra de las obras desarrolladas.
A su vez, se renovó la señalética y demarcación horizontal y vertical de varias calles y, entre las obras viales, figuraron el ensanche de la avenida Libertad, la colectora del barrio Alfar y la ruta 11, además de trabajos de defensa costera en la zona sur y en La Perla.
Según estimaciones oficiales, el costo total de la Cumbre fue de 70 millones de dólares, de los cuales 44 estuvieron destinados a inversiones en infraestructura; 11 millones en gastos de Cancillería; 11 millones en los ministerios de Defensa e Interior; y 4 millones en la Policía Bonaerense.
Esfuerzo
A partir del anuncio oficial de la elección de Mar del Plata como sede, realizado a principios de noviembre del 2004, comenzó la planificación de las intervenciones a realizarse a lo largo de doce meses.
“Había que consensuar con el gobierno nacional los proyectos de las obras, que era quien las financiaba, y cumplir con lo pautado”, recordó el coordinador general del evento en Mar del Plata, Aníbal Drago.
El Hermitage Hotel fue elegido como sede debido a que ostentaba –y ostenta– “la categoría cinco estrellas, era el más céntrico, el helipuerto era una variable más y tenía el salón más jerarquizado y tradicional para las deliberaciones de los jefes de Estado”, explicó Drago.
Y aseguró que la IV Cumbre de las Américas constituyó el evento “más jerárquico a nivel político e institucional que tuvo Mar del Plata, lo que la posicionó en la vidriera del mundo”.
Asimismo, destacó el cumplimiento “en tiempo y forma de todo lo planeado, aunque muchos no lo creían posible” y resaltó la importancia “del recurso humano con el que cuenta la ciudad. Es un diferencial, tanto en el sector de hotelería y gastronomía como también en el área de la construcción, ya que la mayoría de las empresas que tuvieron a cargo las obras eran marplatenses”.
Las obras icónicas
De la gran cantidad de obras realizadas, dos adquirieron un nuevo significado a causa de episodios de alcance mundial.
Una de ellas es el puente peatonal “Presidente Arturo Umberto Illia” que une, a la altura de la calle 9 de Julio, el Paseo Dávila con el espacio Punta Iglesia, que a fines del siglo pasado albergaba a las antiguas piletas.
Una leyenda urbana, surgida durante su construcción, indicaba que carecía de la altura necesaria para que pasen determinados vehículos como la autobomba de los bomberos.

El puente que en 2005 se incorporó a la panorámica marplatense se llama “Presidente Arturo Umberto Illia”, pero las costumbres populares lo hicieron conocido como el “de los candados”.
Para romper con ese mito, durante la inauguración oficial, el primer vehículo que circuló por debajo del puente fue una autobomba de los bomberos del Cuartel Central.
Con los años, la gente se adueñó del puente y lo convirtió en escenario –tal como sucede en muchas ciudades del mundo como en París con el “Puente de las Artes”– de la demostración de amor entre parejas, al colgar candados en los tensores de sus barandas.
Claro que el metal de los candados, instalados a metros del mar, a lo que se sumó el peso de los cerrojos, hizo ceder varios tensores. Ante esa situación, el exintendente Carlos Arroyo ordenó en 2019 retirarlos y fundirlos, para donar ese dinero al hogar de la Gruta de Lourdes.
Hoy desde el Ente Municipal de Servicios Urbanos (Emsur) realizan periódicamente tareas de mantenimiento porque “el óxido de los candados deterioran las lingas de metal que están en las barandas”, explicaron. En el último operativo para evitar problemas, retiraron “un balde de 20 litros lleno (de candados), unos 45 kilos”, calcularon.
Otra de las obras que hoy está reconfigurada es el arco del Paseo de las Esculturas, en la diagonal Alberdi y Corrientes. En la expresión original, el arco funcionaba como una ventana mirando al mar, con un blindex gigante que nunca fue colocado y que ofrecería protección del viento marítimo.
El 21 de diciembre de 2022, tres días después de la final del Mundial de Fútbol en que la Selección Argentina derrotó a su par de Francia, los marplatenses tuvieron una grata sorpresa. Dentro del inmenso arco, la Municipalidad había colocado una gigantografía del arquero marplatense Emiliano “Dibu” Martínez atajando un penal. En verdad, esa imagen correspondía a la final de la Copa América 2021 que el equipo nacional le ganó al de Colombia con otra hazaña de Martínez: tres penales atajados.
En julio de 2024, la gigantografía fue cambiada por otra, que perpetúa la histórica atajada ante Kolo Muani en el minuto 123 de la final de Qatar 2022. Hoy, miles de marplatenses y turistas pasan por el lugar para fotografiarse junto al “Dibu” en uno de sus momentos cumbre.
Los candados y el sobrepeso del amor
No es fácil datar el origen de las costumbres populares y generalmente las explicaciones del fenómeno nos remiten a una leyenda. Algo así ocurre con el hábito de acerrojar candados en los puentes del mundo, incluyendo el “Presidente Arturo Umberto Illia” de Punta Iglesia, obra que el folklore local renombró como “Puente de los Enamorados” o “de los Candados”.
El primer intento de explicación es centenario y nos remonta a un cuento serbio de la Primera Guerra Mundial en el cual se menciona al puente “Ljubavi” (amor) que existe en el pueblo balneario de Vrnjacka Banja. La protagonista, una maestra de escuela llamada Nada, muere tras sufrir el abandono de su prometido, el oficial Reija, quien se había enamorado de otra mujer mientras combatía en Grecia. Desde entonces, las jóvenes mujeres de Vrnjacka Banja, para amarrar sus vínculos amorosos, comenzaron a colgar candados en el puente donde Nada y Reija solían encontrarse. El pequeño puente “Ljubavi” soporta en la actualidad la tradición de los llamados “candados del amor”.
Para otros, el origen de esta costumbre es mucho más reciente y surge de la novela “Tengo ganas de ti” (2006), que luego fue llevada al cine con gran éxito. Su autor, el italiano Federico Moccia, pergeñó la escena en la que dos enamorados fijan un candado a un farol del puente “Milvio”, al norte de Roma, y arrojan la llave al río Tíber, invocando una “leyenda” según la cual las parejas que lo hacen “nunca se separarán”.
Esta versión seguramente sea la más probable, ya que desde la primera década del siglo XX los puentes de Europa comenzaron a padecer el sobrepeso de los “candados de amor”, que llevaban grabados los nombres de los protagonistas del conjuro. La costumbre se extendió rápidamente por todo el mundo.
El 9 de junio de 2014, el peso de los candados en el “Pont Des Arts” en París produjo el colapso de una parte del parapeto, motivo por el cual las históricas barandillas metálicas fueron reemplazadas por paneles de vidrio. En Florencia, Italia, 5.500 candados fijados al “Ponte Vecchio” fueron retirados por el ayuntamiento de la ciudad.
En España también se puso de moda en las grandes ciudades fluviales. En Sevilla, fueron proliferando hasta que el Ayuntamiento los retiró y puso multas. En Zaragoza, el elegido fue el puente de Santiago. En Murcia, escogieron el “Puente Viejo” o “Puente de los Peligros”, pero a partir de 2016 empezaron a retirarlos paulatinamente.
La expansión de esta costumbre nos llevará, cada uno con su anecdotario, a recorrer el mundo. El puente de Brooklyn en Nueva York y la Gran Muralla China no escaparon a tal fenómeno. En Buenos Aires, las cuerdas del acceso al “Puente de la Mujer”, en el dique tres de Puerto Madero, son la expresión porteña. Y el puente “Presidente Arturo Umberto Illia” de Mar del Plata se constituyó en la versión local de este simbolismo, que ya alentó la escritura de no pocos trabajos de psicólogos y sociólogos en un intento por desentrañar esa rara mixtura de amor y cerrojos.
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