Juzgan a un hombre por abuso sexual, torturas y prostituir a sus exparejas
El debate se desarrolla en el Tribunal Federal. Christian Gilberto Bustos está acusado de trata de personas, explotación económica de la prostitución, abuso sexual reiterado y agravado, y reducción a la servidumbre.
El fiscal general subrogante Carlos Fioriti y el secretario Alejandro Boranwski Chanes representan al Ministerio Público Fiscal.
El Tribunal Oral Federal de Mar del Plata comenzó a juzgar a Christian Gilberto Bustos, acusado de haber prostituido a sus exparejas, haberlas golpeado, torturado y violado reiteradas veces a la hija de una de ellas.
Bustos está imputado por hechos gravísimos que van desde la trata de personas con fines de explotación sexual, bajo modalidad de acogimiento, explotación económica del ejercicio de la prostitución, y abuso sexual reiterado y agravado por haber sido cometido contra una menor de edad, además de reducción a la servidumbre.
El tribunal está integrado por los jueces Roberto Falcone, Fernando Minguillón y Nicolás Toselli y el juicio se inició con el relato de la teoría del caso por parte del Ministerio Público Fiscal de la Nación, representado por el fiscal general subrogante Carlos Fioriti y el secretario Alejandro Boranwski Chanes. De probarse los hechos, la pena que podría recibir Bustos podría llegar a los 50 años.
Luego, expuso la querella, representada por la Defensora Pública de la Víctima, Inés Jaureguiberry. El acusado, representado por la defensa oficial, optó por su derecho a no declarar en esta primera instancia.
La imputación
Fioriti sostuvo que Bustos deberá responder como autor penalmente responsable de trata de personas con fines de explotación sexual, en perjuicio de una mujer, que era entonces su pareja, en modalidad de acogimiento, que es la última etapa que conforma este delito. Según explicó, en estas circunstancias, abusando de la situación de vulnerabilidad que la atravesaba, y mediante violencias, amenazas e intimidaciones, el acusado sometió a la mujer a la prostitución, obteniendo un rédito económico a través de su explotación.
En el segundo hecho descripto, el acusado deberá responder como autor penalmente responsable del delito de abuso sexual agravado reiterado, en perjuicio de quien era entonces una adolescente, hija de la mujer sometida, aprovechando la situación de convivencia, en concurso real con el delito de reducción a la servidumbre, por haberla forzado a cumplir tareas domésticas, de manera coaccionada.
El tercer hecho tiene como víctima a otra mujer, anterior pareja del acusado, a quien habría explotado sexualmente para su beneficio económico, mediante violencia e intimidación. El representante del MPF explicó que el vínculo entre ambos se había iniciado cuando la mujer era menor, y logró ponerle fin luego de “superar la dependencia y el miedo hacia el denunciado”, cuando logró abandonar el circuito prostituyente.
En relación al primer caso, desde la querella se añadió que el hombre coordinaba los encuentros para la explotación, y tenía un control permanente sobre los actos de la mujer. Dijo también que a través de violencias, amenazas y humillaciones reiteradas había generado una relación de dependencia económica y afectiva, agravada luego de haber cortado los vínculos familiares de contención. En este marco, fue que la forzó a la prostitución y la explotó durante años.
En esta primera audiencia prestaron declaración testimonial una de las mujeres explotadas y su hija, ambas, víctimas del acusado. Las audiencias continuarán durante noviembre y se espera que en diciembre comiencen los alegatos.
Abusos, torturas y horror
N.C. llegó a Mar del Plata en 2010 junto a su hija, de 7 años y su hijo menor, para vivir en la casa de su madre. A los pocos meses de llegar conoció a Christian Gilberto Bustos e iniciaron una relación que, sin saberlo, sería también el inicio del horror en su vida.
Tras casi dos años de relación con Bustos, N.C. finalmente comprendió que el hombre con el que estaba se dedicaba a prostituir a otra mujer, a quien además protegía. “Nosotros comemos gracias a la con… de ella”, le dijo a los gritos en una discusión.
Después de ese momento, Bustos comenzó a intentar persuadir y manipular a N.C. para que se prostituyera, así tenían otro ingreso más, lo que finalmente logró contra su voluntad, tras palizas y violencia tanto contra ella como contra sus hijos.
Según consta en la causa, la víctima aseguró que Bustos la torturaba: le daba trompadas, cachetazos, le arrancaba mechones de pelo, la castigaba y la dejaba desnuda a la intemperie y la hacía moverse “en cuatro patas” como si fuese un perro si se “portaba mal”.
N.C. comenzó a prostituirse. Según explicaría la víctima, Bustos coordinaba los encuentros y todo el dinero se lo quedaba él. Es decir, la mujer no tuvo nunca una ventaja económica, pero lo hacía obligada, por miedo a recibir más castigos o que sus hijos fueran torturados.
Paralelamente a esta situación, siempre según la acusación, la hija de N.C. comenzó a sufrir los abusos sexuales de Bustos. Entre los 9 y 11 años fueron tocamientos, pero después comenzó a violarla reiteradas veces hasta los 15 años.
El caso salió a la luz en 2018 gracias a un llamado anónimo a la línea 145, que recibe denuncias sobre trata y explotación de personas. En ese llamado, un hombre daba cuenta que N.C. era explotada sexualmente, víctima de trata y que si hija era abusada sexualmente.
Finalmente, en 2020 Bustos fue detenido y las víctimas rescatadas de una situación de abusos y tormentos que se extendieron casi una década.
