La Justicia Federal aceptó a Marei Von Saher como querellante en la causa que investiga el robo del cuadro “Retrato de una dama” durante la ocupación nazi de Países Bajos, por tratarse de la nuera del comerciante judío Jacques Goudstikker, y heredera de la obra.

Von Saher es representada en el país por los abogados Herberto Antonio Robinson, Guillermo Brady y Juan Ignacio Pascual. Como querella, buscan que se reconozca que ese cuadro fue robado al galerista Goudstikker y que como tal se restituya a los herederos.

Además, ha aportado documentación que hace a los registros del cuadro para determinar la trazabilidad de la propiedad. En el registro de Goudstikker, figuraba la pieza “Retrato de una dama”, pintada por  el artista italiano Giuseppe Ghislandi (1655-1743), y cuya desaparición denunció su familia tras el saqueo nazi.

El expediente, que investiga el derrotero del cuadro, explica que Von Saher fue reconocida como “persona directamente ofendida por los hechos investigados, al haber sido privada -por obra de un acto de expolio de guerra y posterior ocultamiento- de un bien integrante del patrimonio cultural y hereditario de su familia”.

Por otra parte, el fiscal federal Carlos Martínez confirmó a LA CAPITAL que las pericias sobre la obra, que está a resguardo en Capital Federal por la Corte Suprema de Justicia, se realizarán el 28 de noviembre.

Para realizar e peritaje, han sido convocados dos exportados aportados por la Academia Nacional de Bellas Artes con el objetivo de que puedan determinar exactamente en qué período fue confeccionado, cuáles son las características de su conservación y si efectivamente fue realizado por Giuseppe Ghislandi.

El cuadro recuperado fue exhibido a la prensa.

Con respecto a la autoría, que fue cuestionado por diferentes especialistas, el fiscal Martínez explicó que en cuanto al delito y la causa no haría diferencia, ya que lo que se investiga es que un cuadro fue robado y mantenido oculto por familiares del jerarca nazi Friedrich Kadgien, sin importar quién fue el autor de la obra.

El diario AD de Rotterdam había hecho públicos estudios realizados en Europa que determinarían que la pintura no habría sido confeccionada por Ghislandi, sino por otro italiano apellidado Ceruti. En ese sentido, la Justicia deberá determinar cuál de ellos es el autor de la obra, mientras que la familia Kadgien, descendientes del jerarca nazi radicado en Argentina, rechaza las acusaciones de encubrimiento y sostiene que habría sido adquirida “legítimamente” y no mediante el robo al comerciante judío Jacques Goudstikker.

La Justicia argentina tomó conocimiento el caso mediante una noticia que el lunes 24 de agosto publicó el diario neerlandés AD acerca del posible paradero en una casa del barrio Parque Luro de Mar del Plata del cuadro “Retrato de una dama”, pintado por el artista italiano Ghislandi, y que había sido robado durante la ocupación nazi de Países Bajos al comerciante judío Jacques Goudstikker.

El cuadro estaba colgado en el living de la casa de una de las hijas de Friedrich Kadgien.

En su galería de Ámsterdam, al morir en 1940 -mientras intentaba huir de su tierra y salvarse del genocidio- el coleccionista contaba con más de 1.100 piezas -incluidos Rembrandt y Vermeer-, la cual fue liquidada a precios de saldo entre altos cargos del Tercer Reich, entre ellos el mariscal Hermann Göring.

El cuadro terminó en manos de Friedrich Kadgien, un funcionario nazi cercano a Göring y miembro de la SS, que huyó primero a Suiza y después a Sudamérica, donde se estableció en Argentina y falleció en 1978 en Buenos Aires.

El “mago de las finanzas” nazis, como fue bautizado el alemán, vivió en Vicente López, primero, y luego recaló en Mar del Plata, donde todavía viven sus hijas Patricia y Alicia. El martes 26 de agosto, bajo las órdenes del fiscal Martínez, los efectivos de la PFA habían realizado un operativo en la vivienda de la primera de las mujeres, ubicada en Padre Cardiel 4152, donde no hallaron el cuadro pero sí secuestraron una carabina y un revólver calibre 32, además de algunas imágenes pictóricas (aunque evidenciaban ser reproducciones) y teléfonos celulares.

Con el correr de la investigación, los descendientes de Kadgien entregaron el cuadro a la Justicia y Patricia Kadgien, la hija del jerarca nazi, y su marido Juan Carlos Cortegoso, fueron imputados por encubrimiento agravado, tras considerar que escondieron la obra robada al coleccionista judío y que eso entorpeció la investigación judicial durante varios días.