Horacio Zeballos: “La sensación después de ganar Roland Garros fue asombrosa”
El campeón del mundo en dobles de la ITF, junto al catalán Marcel Granollers, combinó en Mar del Plata vida familiar, amigos, entrenamientos y también una extensa entrevista con LA CAPITAL.
Horacio Zeballos (padre e hijo) con los profesores y los jugadores de competición del Edison Lawn Tenis.
El marplatense Horacio Zeballos, el mejor doblista argentino de todos los tiempos regresó a su ciudad como campeón del mundo ITF 2025, nada menos. Cargar baterías junto a los afectos es fundamental para encarar otro año exigente en el circuito junto a Marcel Granollers.
Pero también tuvo tiempo para entrenar en el Edison Lawn Tenis, con Matías Iriart, Lucas Piquín y Camila Piquín como sparrings, y supervisado por su padre, también Horacio, un gran pilar en su vida y en su carrera deportiva. Sobre ese y muchos otros temas, dialogó con LA CAPITAL:
-Esto ha sido, afortunadamente, algo recurrente en el último tiempo. Y cada vez que venís, hay que hablar de que fue el mejor año de tu carrera. ¿Este 2025 también lo fue?
-Sí, sí, sin dudas fue el mejor año de mi carrera. El año pasado habíamos tocado el cielo cuando llegamos al número uno. Pero la sensación que me dio ganar este año Roland Garros fue asombrosa. Y después, al ganar el US Open fue como que consolidamos lo que habíamos logrado. Y encima, al levantar la cabeza y mirar hacia afuera y verlo a Alejandro Lombardo, mi entrenador desde hace mil años, estaban mis viejos, ambos tan apasionados como son del deporte y que tanto me ayudaron a llegar a donde estoy, fue algo algo único. Una emoción muy, muy grande. Fue una de las pocas veces que vi a mi mamá llorar por el tenis.
-La pregunta se impone. ¿Ganar un torneo de Grand Slam es más importante que llegar a ser número uno del mundo?
-Es difícil decirlo, ¡eh! Yo lo pondría en el mismo nivel. En su momento, darnos cuenta de que éramos los número uno, fue algo también muy emocionante. Quizás, como no se nos había dado durante varias ocasiones el título de Grand Slam, conseguirlo fue como sacarse un peso de encima. Fue como un alivio. Como decir: “Al fin se nos dio”. Era como que iban pasando los Grand Slam y cada vez teníamos una piedra más grande y pesada en el raquetero.
-Además, haber sido el único tenista hombre argentino en ser número uno, ¿también tiene un plus?
-Sí, por supuesto. Por eso era uno de los objetivos que buscábamos. Lograrlo representó algo muy lindo.
-Obviamente que siempre hay objetivos por cumplir pero, ¿cómo te seguís retroalimentando para mantener ese gen competitivo a la edad en la que muchos ya están retirados? ¿Dónde encontrás esa motivación?
-Eso fue algo muy bueno que nos pasó en el US Open. Porque con el objetivo cumplido de ganar otro título de Grand Slam, nos podríamos haber relajado. Pero no. Seguíamos buscando por más. Eso creo que es fundamental. Seguir tratando de cumplir nuevas metas porque si no, te achanchás, te relajas y ya no luchás por más nada dentro del tenis. Entonces, nos vamos imponiendo nuevos objetivos, por ejemplo, ganar otro Grand Slam, tratar de estar bien arriba en el ranking. Y yo, lo que siento, es que lo que me mantiene muy motivado es este fueguito de la competencia. Querer ganar en las prácticas, en los partidos, es lo que me mantiene con alegría dentro de la cancha.
-Tratándose de una dupla, ¿siempre son decisiones consensuadas que se toman de a dos?
-Por suerte con Marcel (Granollers) tenemos la misma filosofía y los mismos pensamientos sobre lo que queremos para el resto de nuestras carreras. Los dos venimos de una misma escuela, jugamos muchos años singles, viajamos un montón y ahora queríamos decir: bueno, viajemos un poquito menos. Pero al menos, queremos seguir en este nivel. Siempre es muy importante estar en la misma sintonía con él y con todo el equipo.
-¿Ahora tendrían que apuntar al Abierto de Australia, Wimbledon y la Copa Davis?
-¿Y por qué no? Este año, la Copa Davis se nos escapó, nos quedamos con una espina terrible.
-Tal vez fue el cruce más difícil. Si pasaban a Alemania…
-En un principio nació siendo una muy buena posibilidad, pero a último momento, la confirmación de que ellos lo iban a tener a (Alexander) Zverev, quien obviamente es un crack, nos complicó y se terminó volviendo el cruce más duro. Y casi lo sacamos adelante. Una lástima porque los chicos jugaron muy bien los singles y nosotros (con Andrés Molteni) jugamos muy bien el dobles ante una pareja durísima, como Tim Puetz-Kevin Krawietz y lo tuvimos al alcance de la mano.
-¿Qué significa tener a otro marplatense, Francisco Comesaña, en el equipo?
-Una sensación muy linda. Juro que la pasé bomba con ellos y también con “Come”. Lo estoy conociendo cada vez más ahora. Me parece una persona genial. Tiene un espíritu deportivo hermoso y ojalá que pueda seguir así a lo largo de su carrera. Está a full, quiere ganar a toda costa, pero siempre muestra su sonrisa, no deja de perder esa inocencia, esa frescura que es tan lindo de ver. Es cierto que lo conocía del Edison Lawn Tenis, pero no lo había tratado mucho. Él es bastante más chico y yo ya no estaba viviendo acá. Mi viejo siempre me habla muy bien de “Come” y es bueno verlo triunfar en el circuito.

-Desde afuera se un grupo muy homogéneo, que se lleva realmente bien, que la pasan bien juntos. ¿Hay una buena cuota de responsabilidad en esa unión a partir de la tarea del capitán, Javier Frana?
-Sí, es un equipo muy sano. La pasé muy bien, realmente. Creo que todos tienen su lugar y hacen su trabajo perfecto. El cuerpo técnico nos hace sentir muy cómodos. Y los chicos (los tenistas) son muy buena gente. Cada uno quiere lo mejor para el otro. Y se nota. No solamente esa semana de la Copa Davis, sino después durante el año. Hay poca rivalidad, todos nos llevamos muy bien. Yo soy mucho más grande de edad que los demás, y es como que me dieron un lugar de referente o de líder, y eso me llenó de orgullo. Me encanta cuando puedo tratar de darles mi punto de vista, mis consejos de tantos años recorridos. Estoy muy agradecido de ser parte de un grupo hermoso. Y a la capitanía, Javier Frana la lleva muy bien. Sabe un montón, transmite el tenis una manera muy sencilla y también está Eduardo (Schwank), con quien yo compartí un montón, y tiene mucha idea de tenis.
-¿Al Masters de fin de año llegaron algo cansados?
-No, no. Llegamos bien. Pasa que cada partido es una final. Arrancamos bien, ganamos el primer partido pero después no pudimos avanzar. En seis años seguidos que lo jugamos, hemos pasado por todas las circunstancias en el Masters. Llegamos a la final y también perdimos en fase de grupos. Llegamos bien, pero como dije, perdimos finales.
-¿Es todo positivo o hay algunas cosas positivas y otras no tanto en haber tomado la decisión de radicarte en Estados Unidos?
-Y, me salió bien. Fue positivo, sí, sí. Cambió muchísimo la dinámica familiar. Más que nada, me ayudó con mi cansancio mental y físico, generado por estar bastante lejos, por tener que viajar tanto para reencontrarme con mi familia. Hoy yo tengo seis o siete torneos alrededor del mismo continente. Y los viajes a Europa son mucho más cortos. Es una decisión difícil, sobre todo para un argentino, porque somos muy arraigados a nuestras tierras. Obviamente extraño varias cositas, pero desde el lado profesional, ha sido muy positivo.
-¿Costó mucho tomar esa determinación?
-Sí, por supuesto. Fue muy difícil porque íbamos a dejar de lado muchas cosas. Con las que siempre nos sentimos muy a gusto, empezando por la familia y las amistades. Y porque también acá, en Argentina, vivíamos bien. Fue una decisión de mucha valentía, de mucho coraje, especialmente de mi esposa, Sofía. Pensamos en conjunto y realmente estoy muy agradecido, muy contento y muy orgulloso de esta decisión que tomamos los dos.
-¿Te planteaste una fecha límite para seguir jugando? ¿Cinco años, cuatro años, tres?
-No, no me pongo una fecha. Como decía al principio, mientras siga disfrutando los entrenamientos, la competencia, jugar, ganar, perder, lo voy a seguir haciendo. Obviamente, mientras el ranking me lo siga permitiendo, si el físico me responde, si puedo seguir manteniendo esta logística de viajar de 20 a 22 semanas y resto del año estar con mi familia, que es la prioridad número uno.
-¿En cuánto complica el calendario que el primer cruce por la Copa Davis sea en Corea del Sur?
-Todavía no analizamos con Alejandro (Lombardo) lo que vamos a hacer con el calendario. Como decía recién, la prioridad es estar con la familia y ellos a principio del año están en el colegio, así que no van a ir a Melbourne. Eso me genera estar tres semanas solo en Australia, después vendría la Copa Davis y luego el torneo de Dallas. Entonces, serían casi cinco semanas sin poder estar con ellos y eso hace varios años que no me pasa. Lo tenemos que analizar a fondo porque me encantaría que Argentina fuera con el mejor equipo posible. Y obviamente me gustaría volver a estar con el equipo. Es un dilema de emociones y de sentimientos este momento, tratando de poder organizarme.

-Siempre que, por algún motivo, tu entrenador no puede acompañarte, recurrís a Horacio, tu padre, como la primera opción. ¿Qué significa él para vos?
-Lo máximo, eso seguro. A mí me encanta que venga conmigo porque disfruto de ver esa sonrisa de oreja a oreja que tiene cuando está en los torneos. Él está contentísimo y mí me hace muy bien también pasar tiempo con él. No solamente por el momento actual, sino por todo lo que me hace acordar lo que vivimos en todo este recorrido (se emociona).
-Volviste a Mar del Plata no con el número uno pero sí como el campeón del mundo de la ITF. ¿Los tomó por sorpresa?
-Totalmente. Realmente no lo esperábamos. Cuando nos dieron esa distinción, obviamente estábamos súper contentos y agradecidos. Además, empecé a ver todos los campeones del mundo que habían sido designados en años anteriores y son todas parejas increíbles. Pertenecer a ese grupo es un gran orgullo.
-Este este momento, en el Edison Lawn Tenis, mirás hacia atrás y ves al Horacito que soñaba con ser tenista profesional. ¿Qué te viene a la mente?
-Nada. Todo. Lo que trabajé para lograr algo bueno en la vida, como le debe pasar a muchos que hacen cosas buenas en sus vidas o en sus trabajos. Me surge decir gracias por todos esos días en que iba en búsqueda de más, de tratar de seguir mejorando como jugador, con mi físico, con la comida. Valoro mucho haber aprendido a ser disciplinado para tratar de ser el mejor yo posible. Miro para atrás y siento que la pasé bien. Obviamente hubo momentos durísimos, como en todos los ámbitos. Y agradezco haber seguido intentándolo y levantándome cada vez que me tropezaba para poder seguir.
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