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Opinión 16 de abril de 2017

La casa propia ya no es un sueño imposible

por Maxi Abad

La palabra “estructural” se usa para muchas cosas en Argentina pero, fundamentalmente, se usa como sinónimo de “imposible”. Se habla de que hay problemas “estructurales” que llevará años resolver, y con eso se han demorado más aún las soluciones. Uno de esos casos, es el problema “estructural” del acceso al crédito para la vivienda propia: el déficit habitacional en Argentina forma parte de esa serie de temas no resueltos durante décadas, por motivos de control de inflación, desconfianza y otras variables económicas y no económicas.

Pero hay un momento en donde algunos argumentos empiezan a dejar de ser efectivos, y ese es el momento exacto en que alguien hace lo que tiene que hacer y empieza –no digo lo arregla definitivamente, digo empieza- a resolver el problema imposible.

El gobierno puso en funcionamiento una nueva política de créditos, a 30 años, con una cuota equivalente a un alquiler. Con facilidad para tramitarlo, con opciones para quienes tienen salarios más bajos y también para los que ganan un poco más. Con tasas fijas, para los que tienen miedo a la inflación, y tasa variable para quienes tienen un poco más de recursos y pueden defenderse ante ella.

Pero lo más importante es lo que dijo el Presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, la semana pasada: “Estos créditos no tienen cupo. Esto no es como Procrear, que hay un monto y después quedaste afuera. Esto es un proceso que se inició y va a durar para siempre, si se me permite la exageración. Siempre va a haber oferta de estos créditos”.

El “siempre” es, como él mismo lo aclara, una expresión que lo que indica en realidad es una política de largo plazo, una decisión del Estado de atender el problema, de no darle la espalda con la excusa de que lleva años en ese limbo “estructural”. Empezamos a caminar el camino de soluciones habitacionales para los casi 4 millones de hogares que tienen algún tipo de déficit, entre falta de construcción y necesidad de refacciones.

Días atrás el presidente Macri dijo: “Hasta ahora en la Argentina casi no existía el crédito hipotecario. La inflación y las tasas de interés fijas hacían que los ingresos requeridos superaran varias veces el ingreso familiar promedio. Para muchos argentinos las cuotas exigidas eran una valla difícil de saltar, un sueño imposible. Los nuevos créditos son un antes y un después en la vida de millones de argentinos, para esas familias que hace años alquilan y que sienten que mes a mes su dinero se les va en algo que no es de ellos, que perdían la posibilidad de ahorrar y de concretar sus proyectos. Estos nuevos créditos son una herramienta para que, pagando una cuota igual o menor a un alquiler, muchas más personas puedan tener su casa; un lugar donde crecer y ser felices, donde proyectar nuevas metas y desarrollarlas con tranquilidad”.

Sin duda que esto es lo que hay que hacer. Es tan enorme la diferencia entre una política a largo plazo, sostenida, real y seria y el parche inmediato que tapa la coyuntura y desprotege el futuro. Es tan enorme que miles y miles de argentinos empiezan a confiar y renuevan su esperanza de acceder al crédito; se ilusionan con poder alcanzar el sueño de la casa propia, ese que yo escuchaba cuando era chico, y seguramente mi padre cuando era chico, y varias generaciones más.

Hoy tenemos esta herramienta, porque tenemos un gobierno que decidió cambiar la palabra “estructural” por la palabra “transformar”: el cambio que hará la rueda girar para que dejemos atrás para siempre la sensación de que nunca se puede en Argentina, de que no podemos contra esas estructuras. El gobierno demuestra hoy que sí se puede. Se puede cuando hay más decisión, coraje y gestión y menos improvisación, mentiras y corrupciones.

(*):  Diputado provincial por Cambiemos.



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