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El Mundo 27 de mayo de 2017

El G7 fracasó en su intento de un consenso sobre el cambio climático

Los mandatarios firmaron una declaración final con bastantes ambigüedades en temas como la situación de Rusia, expulsada del G8 en 2014, y en la postura sobre migración.

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TAORMINA, Italia.- La cumbre de jefes de Estado de los siete países más industrializados del mundo cerró este sábado en Taormina sin un acuerdo completo en la lucha contra el cambio climático. En este tema Estados Unidos planteó abiertamente sus diferencias con el resto de los miembros.

Con una declaración final en la que Alemania, Estados Unidos, Italia, Japón, Canadá, Francia y Reino Unido dejaron también abierta la posibilidad tanto de revertir como de aumentar las sanciones a Rusia por su política en Ucrania, los mandatarios mostraron la misma ambigüedad en la postura sobre migración que plantea tanto los “derechos humanos” de los migrantes, como la reafirmación del “derecho soberano” de los Estados a cerrar sus fronteras.

Así, una corta declaración final dejó en evidencia las divergencias al interno del bloque de países que concentran el 32.2% del PBI mundial, representados por Trump, el italiano Paolo Gentiloni, el japonés Shinzo Abe, la alemana Angela Merkel, el francés Emmanuel Macron y el canadiense Justin Trudeau. La británica Theresa May, que en el primer día de la cumbre obtuvo un fuerte respaldo tras el atentado del lunes pasado en Manchester, no participó de las reuniones de este sábado.

“El G7 hospedó una discusión verdadera, que en este caso fue más auténtica que otras veces. Fue una ocasión de encuentro e intercambio que sirve para meter en foco las posiciones incluso cuando son diversas, haciendo mas claras las diferencias”, aseguró Gentiloni al terminar la cumbre y antes de reconocer que, con matices, los mandatarios no pudieron alcanzar acuerdos totales en dos de los objetivos centrales que se habían planteado.

En referencia al comercio internacional, los siete jefes de Estado encontraron “un punto de convergencia que ciertamente no resuelve las discusiones, que proseguirán, pero que es un punto de equilibrio muy positivo”, según Gentiloni, tras reconocer que desde el país norteamericano se había hecho un énfasis en la protección.

“Reiteramos nuestro compromiso de mantener los mercados abiertos para luchar contra el proteccionismo, al tiempo que nos mantenemos firmes en contra de todas las prácticas comerciales desleales. Al mismo tiempo, reconocemos que el comercio no siempre ha funcionado en beneficio de todos. Nos comprometemos a adoptar políticas apropiadas para que todas las empresas y los ciudadanos puedan aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la economía mundial”, fue uno de los pasajes de la declaración sobre ese tema.

Pero las divergencias en torno a la lucha contra el cambio climático fueron aún más profundas.

“No se puede decir lo mismo de la conclusión a la que llegamos sobre el clima, que no es una cuestión marginal. Después de una discusión muy articulada llegamos simplemente a tomar cuenta del hecho de que seis de los 7 países confirman su empeño con los acuerdos de París”, de 2015, en clara referencia a la negativa de la administración Trump a refrendar las metas fijadas globalmente en la denominada declaración COP21 de fines de 2015.

“Los EEUU todavía están en una fase de discusión de su política en este campo. Espero que esta fase de revisión termine rápido y bien. Pero no tengo la más pálida idea de cuando decidirá”, agregó luego Gentiloni, mientras se distribuía la declaración que explícitamente marca que fue la administración Trump la que no se unió al consenso.

Con respecto a la migración, la declaración final reconoce “que la gestión y control de los flujos migratorios, teniendo en cuenta la distinción entre refugiados y migrantes requiere un enfoque de emergencia y uno de largo plazo”, así como “la necesidad de apoyar a los refugiados tan cerca de sus países de origen como sea posible”.

La cuestión migratoria había estado presente con fuerza en el encuentro matutino que seis de los jefes de Estado mantuvieron con sus pares africanos de Túnez, Níger, Nigeria, Kenia y Etiopía, a la que se sumó el secretario general de Naciones Unidas, el portugués António Guterres.

Entre los puntos de acuerdo alcanzados por los líderes de los que Gentiloni describió en el inicio y en el cierre como “las principales economías del mundo libre” los mandatarios pudieron exhibir un “road map por la paridad de genero; un plan de acción por la innovación y formación profesional y, en el ámbito de la sesión con África, un proyecto de intercambio y formación de jóvenes empresarios africanos”.

La política sobre Rusia, expulsada del entonces G8 en 2014 por su política con Ucrania, también reflejó en la declaración final los intercambios de los días previos entre las instituciones europeas más proclives a mantener las sanciones y una Casa Blanca que se había mostrado más flexible.

“Las sanciones pueden revertirse cuando Rusia cumpla con sus compromisos. Sin embargo, también estamos dispuestos a tomar nuevas medidas restrictivas con el fin de aumentar los costos en Rusia si sus acciones así lo requieren. A pesar de nuestras diferencias con Rusia, estamos dispuestos a abordar las crisis regionales y los desafíos comunes cuando sea de nuestro interés”, resaltó la declaración.

Vistos los resultados terminaron siendo proféticas las palabras con las que el Presidente del Consejo Europeo Donald Tusk describió este viernes a la cumbre: “no hay dudas de que es el más difícil de los G7”, una dura definición no menos certera que la que utilizó Avvenire, el diario de la conferencia episcopal italiana: “Raramente las discusiones del G7 llevan a importantes acuerdos internacionales”.