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La Ciudad 1 de octubre de 2017

Para José Luis Espert el país es una “mina de oro inexplotada”

El economista aseguró que el país es una mina de oro "inexplotada", que se necesita cambiar "la cabeza podrida que tenemos" y propició "el libre mercado, un Estado pagable y un mercado laboral flexible".

El economista José Luis Espert reconoció que los indicadores económicos están creciendo, aseguró que el país es una mina de oro “inexplotada”, propició “el libre mercado, un Estado pagable y un mercado laboral flexible”, en una entrevista con LA CAPITAL. Definió que “Venezuela demuestra que siempre se puede estar peor”. El diálogo que mantuvo con este medio es el siguiente:
-¿Argentina es una mina de oro?
-Inexplotada, pero sí, es una mina de oro. Nada más y nada menos hay que cambiar la cabeza, porque mientras sea esta cabeza podrida que tenemos va a seguir siendo una mina inexplotada.
-¿Qué tendría que cambiar, nosotros los ciudadanos, los dirigentes, las políticas?
-Todos. Las políticas son consecuencia de las instituciones y las instituciones son consecuencia de los seres humanos. Y los seres humanos son los que gobiernan y los que estamos en el llano. La cabeza hay que cambiarla ¿hacia dónde? Está presa, secuestrada por un triángulo vicioso, y los vértices son: proteccionismo industrial, esa obsesión por sustituir importaciones; Estado presente y deficitario y las leyes laborales y el sindicalismo del fascismo italiano.
Hay que cambiarlos por un triángulo virtuoso: libre comercio, un Estado pagable y sin déficit y un mercado laboral muy flexible. Fuera de los económico, hay que cambiar las instituciones y la educación.
-Enumera la necesidad de grandes cambios. Más allá de que llevarán tiempo, ¿se pueden hacer?
-No sé si se va a poder hacer, no sé si lo queremos hacer. No lo tengo claro. Mi humilde granito de arena es con mi discurso, con mi libro, trato de evangelizar. Argentina está totalmente equivocada en todo lo que está haciendo, hay pocas cosas que haga bien, por eso le va mal.
-¿Por qué influye tanto el dólar?
-Está verificado que a la larga o a la corta, el dólar sigue a la inflación. Si tomás el dólar de diciembre del año pasado y lo ajustás por inflación, que este año estará en el 22 por ciento, daría de $18, 5 o $19. Por lo tanto, que corra o se deslice de menos de $17 a $18 o $19 no creo que sea señal de alarma. Acá no hay nada fuera de control. Tenemos que acostumbrarnos a que el dólar esté quieto y por ahí salta y se ajusta a la inflación. Con un dólar a $18, supongamos que quede así, le aplicás la inflación más probable del año que viene de 17 por ciento, a fines de 2018 podría ser de $22. Nadie debería asustarse.
-Aumentó la deuda del país con este nuevo gobierno. ¿Eso es tan perjudicial como la emisión monetaria?
-Las dos cosas son muy perjudiciales. La Argentina debería eliminar por completo las dos cosas de su menú.
-¿Y cómo se hace?
-Tiene que eliminar el déficit, pero uno de los problemas antes de eliminarlo es que el presidente debería enseñar por cadena nacional que Argentina con estos niveles de déficit va seguro a una crisis, gobierne él o no. El presidente debería enseñarle a la sociedad que el déficit fiscal es malo en sí mismo, no importa si es como consecuencia de que se recauda poco y se gasta mucho. En Argentina se recauda muchísimo y se gasta mucho más, por eso hay déficit. Una vez aprendido esto, abrimos la discusión de cómo bajarlo, porque no se puede decir que sobra un millón y medio de empleados públicos, no despide a nadie y se cobran impuestos para financiar esos empleos que dice que sobran.
-¿Qué les decimos a las empresas, a las pymes, a los autónomos, a los empleados?
-Los violamos con impuestos para pagar un empleo que el presidente dice que sobra. Me conformaría con que Macri enseñe el camino por dónde hay que ir.
-¿Cambiará el panorama económico financiero después de las elecciones?
-Ahora estamos creciendo, aceleradamente, a un 4%. Al principio crecía 1% como mucho, el promedio del año va a dar tres.
-Pero ese crecimiento no se nota en el bolsillo de mucha gente.
-Todavía. Del total de la torta del PBI, el 65% es del consumo del sector privado. Dentro de esa parte importante está el consumo masivo (alimentos, bebidas, textiles). Ese es el más importante y recién ahora está dejando de caer, por eso no se siente. En cambio, los bienes durables (autos, motos) están volando. El año va a terminar con crecimiento.
-¿Qué encontrará el lector en “La Argentina Devorada”, su último libro?
-Digo tres cosas: somos decadentes, justifico por qué, y hablo de las causas de esa decadencia y de las propuestas de cambio para salir. Lo más fácil es imitar a los países que les va bien, no sé por qué queremos inventar el círculo cuadrado.