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Interés general 1 de abril de 2018

“En Argentina hay una demanda social de mayor gobierno local”

El diputado por Cambiemos, Fabio Quetglas, destacó la necesidad de dotar a las ciudades de capacidad para "construir calidad de vida". "Argentina ya debería tener 10 intendentes emblemáticos que hayan resuelto problemas con criterios del Siglo XXI", señaló.

El diputado por Cambiemos, Fabio Quetglas.

El abogado Fabio Quetglas es desde diciembre del año pasado diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Con dos maestrías -una de la Universidad de Barcelona y otra de Bologna- el legislador radical adquirió en los últimos años reconocimiento por su especialización en gestión de ciudades y desarrollo local. Al margen de que la actividad del Congreso esté dominada por las discusiones de la llamada “agenda nacional”, Quetglas destacó su interés por promover todos los debates que sean necesarios acerca de tema que considera crucial para el país: cómo mejorar la calidad de vida de los argentinos en las ciudades que habitan. “Hoy el gobierno local es el vertedero al que se le tiran todas las funciones que no pueden resolver los otros niveles de gobierno”, le dijo a LA CAPITAL, subrayando que pese a eso todas las tareas que cumplen los municipios son esenciales para la vida de la gente. Por eso consideró fundamental lograr que los gobiernos locales sean fortalecidos, haciendo crecer “su capacidad política, su calidad discursiva y sus recursos”.

Dada su especialidad en temas de desarrollo local, ¿qué aporte piensa que podría realizar para que el Congreso le dé más relevancia a la problemática de las ciudades?

-En Argentina tenemos un problema de base constitucional ya que la facultad de regulación de los asuntos locales está atribuida a las provincias. Además hay un tema de distancia y diversidad por la existencia de ciudades pequeñas y grandes, ciudades de frontera y centrales o de ciudades con servicios públicos complejos como Mar del Plata y ciudades con gestión más simple. Por lo tanto las ciudades son un objeto inasible para el Congreso Nacional. Sin embargo hay muchas cosas que podemos y debemos hacer porque el mundo está viviendo una revolución urbana. A comienzos del siglo XX teníamos un mundo rural y hoy tenemos a la mayor parte de la población concentrada en ciudades, que en muchos casos, crecen muy rápidamente. Esto genera que crezca la tasa de conflictividad urbana, la ingobernabilidad y haya una agenda vinculada al hábitat y a la prestación de servicios básicos que está irresuelta en general.

¿No cree que buena parte del malestar social tiene su origen en el deterioro de la calidad de vida que se está sufriendo en las ciudades?

-En Argentina hay una demanda de la sociedad de mayor gobierno local, de mejor prestación de servicios públicos, de mejores controles y de una mejor gestión de la convivencia y de los conflictos. Por otro lado hay gobierno locales muy débiles en términos fiscales y organizacionales.
Para que esto se resuelva los otros niveles de gobierno deberían retraerse y en ese aspecto estamos ante un problema político clave.

¿Cree posible que esto se modifique?

-Están pasando cosas. Hasta De La Rúa no había habido ningún jefe de gobierno local que llegara a la presidencia. Y desde ahí en adelante tuvimos a Kirchner, Duhalde y a Macri que tuvieron a su cargo gobiernos de ciudades. Eso es una muestra de que está habiendo una valoración en cuanto a que en el gobierno local se exhibe y se materializa el discurso político. Hay también un giro hacia la política de gestión. Durante el Siglo XX en Argentina no se podían valorar las gestiones porque eran interrumpidas por ciclos de dictadura y en ese contexto todo estaba centrado en el discurso y la declamación política y no en la gestión. Ahora con más de 30 años de continuidad democrática empieza a haber una valoración sobre lo que el político hace a nivel local. Se lo evalúa por los metros cuadrados de asfalto y su capacidad para proveer cloacas, espacios públicos de calidad, etcétera. La gestión local es áspera y obliga a hacer a un lado la política de pasillos encerados. Hay que gestionar intereses que a veces hasta pueden parecer triviales, como las discusiones entre los que quieren más o menos semáforos. Quien demuestra capacidad para actuar frente a estas tensiones es alguien que muestra mucho de sí. Nuestras ciudades, que no tenían grandes patologías, con excepción del área metropolitana, ya han empezado a tener problemas. Tenemos ciudades de 100 mil habitantes sin transporte público, que queman la basura, que no tienen una cobertura razonable de agua y cloacas. Se necesita mucha infraestructura social y económica para que la actividad económica se pueda desarrollar y se ejerza ciudadanía. Argentina ya debería tener 10 intendentes emblemáticos que hayan resuelto problemas con criterios del Siglo XXI con un discurso inteligente, vanguardista e innovador. Es un área de vacancia. Creo que si bien el Congreso tiene facultades limitadas, alguna deliberación sobre estos temas tienen que resonar ahí. Porque se trata de la vida cotidiana de la gente.

¿Cuáles son los grandes temas de la agenda política nacional que sí o sí tienen que contemplar lo que sucede en las ciudades?

-El cambio climático si bien es un fenómeno global, debe resolverse con cuestiones locales. En relación a la seguridad el delito tiene expresiones de distinta complejidad, lo que exige que haya fuerzas que luchen contra el crimen organizado y otras fuerzas que luchen contra el delito de baja escala y complejidad dotadas de las herramientas adecuadas para hacerlo. Hay muchos más temas como la salud preventiva o la participación pública. Si de verdad creemos que estos son problemas nacionales, tenemos que empezar a trabajarlos desde lo local. Las cuestiones de género tampoco flotan en el aire sino que ocurren en un lugar concreto, con personas concretas que son nuestros vecinos. Toda la agenda puede territorializarse. Esto va más allá de una ley. Hay que crear una cultura ciudadana desde lo local en un país heterogéneo. Lo importante es construir calidad de vida, cohesión social y actividad económica.

¿Cree que esta visión sobre la trascendencia de la problemática y el desarrollo local está presente en todas las fuerzas políticas?

-Creo que la sensibilidad hacia lo local, la idea de que el gobierno local no es un gobierno menor y de que la política se construye dese la vida cotidiana ha atravesado a todas las fuerzas políticas. El problema es que a veces los argentinos tenemos un sesgo que nos lleva a polemizar sobre ideas y abandonar la concreción a lo que nos somete lo local.

Y en ocasiones hay muchas dificultades para bajar a lo concreto algunas ideas sobre las que ya ni se polemiza. La falta de avances en materia de autonomía municipal en la provincia de Buenos Aires es un ejemplo de eso, ¿no lo cree?

-La cultura política en Argentina es centralizante más allá de los documentos legales. Pero creo que la tendencia mundial de que haya un mayor protagonismo de lo local está llegando. Si como sucede, la gente le demanda cada vez más a las instituciones locales, y las reformas institucionales están atrasadas nos vamos a exponer a una crisis porque los gobiernos locales no van a poder construir calidad de vida. Creo que hay que poner el ojo ahí. No es que crea que los gobiernos locales por definición sean buenos. Pero sí creo que hay que construir gobernanza local, y eso es algo de mucha complejidad. Está claro que hay un malestar porque no se puede esperar 40 minutos un colectivo y eso alguien lo tiene que solucionar. Yo creo que hoy el gobierno local es el vertedero al que se le tiran todas las funciones que no pueden resolver los otros niveles de gobierno. La multiplicidad de funciones de un gobierno local hace que entierre a los muertos, vacune a los chicos, mantenga las alcantarillas o pode los árboles. Si creemos que eso es relevante para nuestra vida le tenemos que dar jerarquía a ese nivel de gobierno. Para que lo local sea significativo y relevante se debe hacer crecer su capacidad política, calidad discursiva y recursos. A mí me encantaría que en este país hubiera 8 o 10 ciudades que fueran ejemplo en movilidad urbana, tratamiento de los residuos, paridad de género o innovación económica. Hay un montón de ciudades que podrían serlo y estoy esperando que eso suceda pronto.