CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Arte y Espectáculos 9 de abril de 2018

Gabriela Margall y su necesidad de escribir historias de mujeres

"Agatha era una mujer entre dos mundos: educada de manera victoriana pero atravesada por la Primera Guerra Mundial y todo lo que implicó para esa generación", describe la escritora sobre la persona que descubrió, detrás del personaje conocido como "la reina del crimen".

Gabriela Margall.

Gabriela Margall se define como una escritora de historias de amor. Y en su última novela, “Huellas en el desierto” cuenta una historia de amor, la del segundo matrimonio de Agatha Christie, que es también una gran aventura.

En una charla con LA CAPITAL, Margall habló de la necesidad que siente de contar historias de mujeres -y de mujeres escritoras- y de la atracción de descubrir a la mujer, detrás de “la reina del crimen”. También habló de la pasión que siente por la “maravillosa” zona del Eufrates y el Tigris, que Agatha y el arqueólogo Max Mallowan amaron, que ella conoce por su especialización como historiadora y que ya no existe tal y como era entonces.

“Conozco la situación de la región desde hace mucho tiempo y la sufro a pesar de ya no seguir dedicándome a la investigación”.

– ¿Qué fue lo que más te atrajo de la historia de Amor de Agatha Christie y Max Mallowan para plasmarla en una novela?

– Creo que lo que más me atrajo fue lo inesperado de la historia. Sabía que Agatha se había casado con un arqueólogo. Lo que no esperaba eran los detalles: la diferencia de edad, la forma en que se enamoran, las aventuras en el desierto. Pero lo que menos esperaba era encontrarme a esa mujer que fue Agatha. Me había dejado llevar por el mito de la “reina del crimen” y cuando descubrí su autobiografía encontré a una mujer muy diferente -sensible, insegura, tímida, amable- y quise contar su historia.

– ¿Es una historia moderna o ‘de avanzada’ para la época en la que vivieron los protagonistas? de hecho Agatha en sus líneas hace mucha referencia a su ‘formación victoriana’ (¿Cómo algo retrogrado, quizás?), pero a pesar de ello se da oportunidad de volver a creer en el amor.

– La pregunta plantea una tensión delicada que está dentro de la novela. Agatha era una mujer divorciada y ese divorcio la había afectado muchísimo, al punto de tener episodios de depresión y una desaparición cuyas causas todavía no se comprenden.

Agatha era una mujer entre dos mundos: educada de manera victoriana pero atravesada por la Primera Guerra Mundial y todo lo que implicó para esa generación la experiencia de la guerra. El matrimonio con Max fue controvertido e incluso parte de su familia no lo aceptó hasta tiempo después. No sé si fue moderno pero ella misma denomina a ese período su “segunda primavera” y creo que se trató de un renacer.

– Además de una historia de amor, ¿puede apreciarse como una historia de aventuras?

– Absolutamente. Creo que una de las cosas que más disfruté fue construir una novela de viajes y aventuras por el desierto en el Medio Oriente y jugar con las imágenes que suelen existir sobre el lugar, pero también con mis conocimientos sobre la historia del lugar y con la propia experiencia de Agatha.

– Con tus conocimientos sobre historia de oriente, ¿qué sensaciones, análisis te generó al momento de escribir, que la cantidad de información y material histórico, cultural, arquitectónico, las costumbres, paisajes, ciudades, que por el devenir político están hoy arrasados o no existen?

– Fue muy complicado porque, a pesar de no conocer la región, la amo desde hace muchos años. Uno no puede estudiar la Siria o el Eufrates y el Tigris de hace cuatro mil o cinco mil años sin amarlos. Así que conozco la situación de la región desde hace mucho tiempo y la sufro a pesar de ya no seguir dedicándome a la investigación.

La actuación de Estados Unidos primero y luego la guerra contra ISIS están dejando a la zona en ruinas, tanto Irak como Siria. Lo peor es que no se tiene idea de la dimensión de la destrucción de las excavaciones arqueológicas o de los propios museos. Ni hablar de la destrucción de ciudades y la muerte de civiles. Es una tragedia que parece no tener fin.

– Más allá de que sean de ficción o basadas en personajes reales, en la mayoría de tus novelas son protagonistas personajes femeninos. ¿Sentís una necesidad/responsabilidad de rescatar historias de mujeres?

– La mayor parte de mis novelas está protagonizada por mujeres. Es más una necesidad que un deber. Es como si no pudiera escribir otra cosa que historias de mujeres. Es lo que despierta la chispa de la escritura, es lo que busco, es lo que me mueve los dedos para crear nuevas historias.

– En el caso de las escritoras ¿Qué te lleva a escribir sobre su vida?

– La identificación, por supuesto. Conocer y contar la experiencia de esas escritoras que admiro, que estuvieron antes que yo, que recorrieron el camino y hasta lo construyeron.

– En esta novela, todos los personajes existieron. ¿Cuáles son los desafíos a la hora de describirlos, ponerles voz?

– Es difícil y a la vez sencillo. Mis personajes nacen hablando -es lo primero que escribo de ellos, sus diálogos- así que cuando el personaje es real busco cartas y textos personales que me permitan encontrar esa voz. Pero también es complejo porque a veces la voz real puede convertirse en la voz dominante de la novela. Me pasó con el caso de Mariquita Sánchez, por ejemplo, que tiene una voz tan potente, tan fuerte que tenía que mantenerla a raya, porque, después de todo, es una novela y no es la recreación de esa persona. Con Agatha fue más sencillo porque ella era una persona más tímida, con una voz más suave que me permitía más libertad. Es una amalgama entre la voz de estas personas que realmente existieron y mi propia voz. Este tipo de novela puede entenderse como un conjunto de voces que terminan convirtiéndose en una sola.