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La Ciudad 6 de junio de 2016

En vísperas del Día del Ambiente debieron liberar de zunchos a 4 lobos marinos

La ONG que trabaja en el mantenimiento de la lobería de la escollera sur, no da abasto para proteger a los ejemplares y, tampoco, para mantener la limpieza de la zona. Es permanente la acumulación de residuos en el sector.

Este sábado, en vísperas de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, voluntarios de la Fundación Fauna Argentina debieron trabajar varias horas para liberar de zunchos a cuatro ejemplares de lobos marinos de un pelo, que habita en el asentamiento de la Escollera Sur de nuestra ciudad.
Uno de los animales presentaba un corte en su cuello provocado por una soga de nylon de color de las que suelen ser utilizadas en la pesca. En los otros tres casos, estaban con sus cuellos comprimidos por tiras plásticas blancas que suelen utilizarse para el embalaje de cajas de cartón.
Es común y cada vez más habitual que los lobos marinos queden atrapados por estos materiales que se encuentran flotando en el agua o que confunden con alimento. No son los únicos. Tortugas marinas, delfines franciscana, entre otras miles de especies, en los mares de todo el mundo, sufren las consecuencias de la basura que llega al mar, la misma que, en parte, vuelve a las playas llevada por las mareas.
Si bien los residuos de la tierra que siembran el mar son de lo más variados, en este caso y en este sector en particular, la mayoría pertenecen a insumos de la industria pesquera.
“Miles de especies marinas mueren en todo el mundo por causa de estos enmalles accidentales, muchos animales pierden sus vidas en estas trampas sin ser capaces de conseguir ayuda a tiempo”, indicaron los referentes de la Fundación, que desde hace años trabaja con un fuerte compromiso por los lobos marinos del Puerto de Mar del Plata.
La entidad es responsable del saneamiento de la colonia y de la extracción de los zunchos, con mucho esfuerzo y tras analizar metodologías y desarrollar elementos adecuados.
Vale recordar que los lobos marinos son animales bastante grandes y pesados, que, aunque inofensivos, no es fácil tratar con ellos, aunque sea para ayudarlos.
“La única manera de que no tengamos que dedicar tanto tiempo a liberar de los zunchos a los animales es que se dejen de tirar mal los residuos”, reconocieron. Aunque estemos lejos de la playa, la mayoría de los plásticos, latas, tiras, papeles, bolsas, van a parar al mar.
Si bien la problemática de los residuos en el mar es de alcance mundial, desde la Fundación indicaron que “creemos que no es común en otros lugares lo que pasa en nuestra ciudad, que es que no se preste ayuda oficial a quienes realizan estas tareas. El pequeño grupo de gente que forma la FFA, aún hoy y después de treinta años sigue siendo ignorado y olvidado por las autoridades, que en lugar de colaborar y prestar ayuda para que esta labor se siga desarrollando, deciden mirar para otro lado”, aseguraron Juan y Julio Lorenzani, presidente y secretario de la entidad que fundaron con su padre a principios de la década del ’80.

Símbolo olvidado

Las costas de Mar del Plata, que durante los veranos vemos llenas de familias tomando sol y disfrutando de sus vacaciones eran, antiguamente, una gran lobería. Hay datos concretos de viajeros que los describen en las zonas de Punta Mogotes, Cabo Corrientes (al que Drake originalmente nombró cabo de los lobos, justamente por la cantidad que allí se agrupaban) y los jesuitas los vieron a lo largo de toda la línea costera.
¿Qué pasó con los lobos? Durante mucho tiempo, cuando Mar del Plata se comenzó a posicionar como ciudad de veraneo de las familias nobles de Buenos Aires, comenzaron a correrlos. Incluso hay crónicas de la época que muestran la cacería de lobos marinos como un entretenimiento en las largas temporadas en la “Villa”.
Posteriormente, la especie fue explotada para el comercio de cuero y de su aceite, por lo que las grandes loberías de la zona prácticamente desaparecieron. Hay quienes aseguran que la población de estos mamíferos marinos, se redujo en un 80%.
Además de las esculturas de los lobos, que descansan mirando al Mar en la Rambla, sólo quedó un asentamiento en lo que hoy es el puerto de Mar del Plata, que se gestiona con gran esfuerzo voluntario de un reducido grupo de personas.
En 1994 el lobo marino fue declarado Monumento Natural de la ciudad de Mar del Plata y gracias a la actuación de la ONG Fundación Fauna Marina, comenzó a cuidarse la colonia, que se había mantenido, naturalmente, en medio del sector operativo de las lanchitas amarillas.
Después de mucho trabajo, ensayos con resultados negativos, estudios y nuevos intentos, lograron que el asentamiento se mueva varios metros dentro de la Escollera Sur y que la colonia crezca en cantidad de ejemplares que utilizan esta zona como de descanso y alimentación.
A pesar de la declaración y del trabajo en la lobería, los peligros no terminaron para los lobos marinos.
La interacción de los ejemplares con las pesquerías comerciales, provoca el enmallamiento incidental de ejemplares en zunchos plásticos utilizados para el embalaje de pescado, los que quedan enganchados alrededor del cuello de los animales pudiendo matarlos por asfixia.