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Deportes 7 de mayo de 2019

Anfield

por Vito Amalfitano

Desde el comienzo de la década del 90 en Liverpool insistieron con la construcción de un nuevo estadio. En un caso espejo con la Bombonera, los vecinos se negaban a dejar sus casas para la ampliación de Anfield. Y los mercaderes de siempre se aferraron a esta imposibilidad para incentivar la idea del negocio faraónico.

Pero el alma pudo más. Nunca se rindieron quienes desearon preservar un templo del fútbol de 120 años. Se compraron, efectivamente, algunas casas de alrededor. Y quienes se negaron a irse pasaron a habitar casi un barrio fantasma.

El director ejecutivo de Liverpool, Ian Ayre, anunció finalmente en enero de 2018, casi dos décadas después de iniciada la discusión, que el club abandonaba el proyecto del nuevo estadio y que se centrarían los esfuerzos en la ampliación de Anfield Road.

“El club celebra su 120° aniversario este año en Anfield y no hay duda de que esa es nuestra morada espiritual; nuestra preferencia siempre fue quedarnos”, expresó Ayre en aquella oportunidad.

Hoy el templo de Liverpool volvió a temblar y latir con el “You’ll never walk alone” (“nunca caminarás solo”) que cantaron hasta los hinchas de Barcelona en la previa. Ni siquiera imaginaron que alimentaban el alma de un monstruo.

Anfield es uno de esos estadios con espíritu propio y con duendes mágicos. No son sólo tribunas. La tradición, la acústica, y el peso de la historia, bajan desde allí. Volvió a ocurrir esta vez. Antes que nada hubo un gran equipo,-el juego siempre es la esencia-, un Liverpool arrollador, con todas las variantes posibles. Y un Barcelona sin alma que se dejó arrollar, en las mejores condiciones posibles. Pero Anfield fue el escenario justo para otra reacción épica. Fútbol en cuerpo y alma.

@vitomundial



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