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La Ciudad 26 de mayo de 2019

El fuego y los héroes anónimos: la historia del voraz incendio en la Tienda Los Gallegos

El recuerdo de dos testigos que vieron arder Tienda Los Gallegos. Los improvisados rescatistas. Las tareas infructuosas por salvar un símbolo local del incendio más grande en la historia de Mar del Plata. Una de las notas que formaron parte del último suplemento por los 114° años del diario LA CAPITAL.

Por Alvaro D’Elia

Gritos, estallidos, corridas y sirenas. En medio de la desesperación que provoca un incendio, todos huyen como pueden: por el techo, con niños en brazos. Personas atrapadas en el primer piso pidiendo ayuda por las ventanas y un grupo de héroes anónimos que acuden al rescate.

Podría tratarse de una la escena de la serie televisiva “Chicago Fire”, pero no lo es. Ocurrió en Tienda Los Gallegos el lunes 31 de julio de 1978 y fue el incendio más grande en la historia de Mar del Plata.

La tradicional firma acumulaba una historia de casi 66 años desde el 8 de octubre de 1912 cuando nació como “baratillo” de la mano de los españoles José Navarro y Rafael Sánchez.

Las llamas comenzaron cerca de las 16 a causas de un cortocircuito en la sección tapicería, que funcionaba en el primer piso y al que se accedía por una escalera mecánica, asombrosa en esos tiempos.

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“Pasaba por ahí”

Javier Gustavo Vega (56) marplatense, capitán de ultramar, nunca imaginó que se toparía con la destrucción de un símbolo local.

– ¿Por qué razón presenció el incendio?
– Fue todo de casualidad. No iba para “Los Gallegos”, no entraba ni salía de allí. Pasé por la puerta y me encontré con que todo se incendiaba.

– ¿Qué edad tenía?
– Quince años. Iba con dos amigos de la primaria caminando a la casa de otro amigo por la calle Belgrano para el lado del centro.

– ¿Cómo se dieron cuenta de lo que sucedía?
– Vimos mucha gente corriendo y nos llamó la atención. No sabíamos qué pasaba, pero cuando llegamos a la esquina de Belgrano y Catamarca ya se veía el fuego y nos sorprendió. Miramos para adentro por una de las puertas y vimos que el fuego avanzaba y la gente se desesperaba por salir. Ahí un poco nos asustamos.

Gustavo Vega, testigo del incendio.

Gustavo Vega, testigo del incendio.

– ¿Pensaron en ingresar?
– No, porque las personas que vimos lograron salir por sus propios medios. No sabría decir cuánto tiempo antes se inició el fuego, pero cuando llegamos ya quedaba poca gente adentro. Experimentamos la última parte cuando el fuego crecía entre los comercios.

¿Qué hicieron?
– Nos quedamos media hora en la vereda de enfrente porque la gente que pasaba por el lugar permanecía en los alrededores. No se movían y nosotros tampoco sabíamos para donde disparar. No había cordón policial, nada. En ese momento vimos que a unos metros de donde estábamos, trabajadores de un edificio que estaba en construcción se acercaron a ayudar.

Los héroes anónimos

“Lo de los obreros lo recuerdo perfectamente. Los héroes anónimos de ese día fueron ellos. Vieron lo que sucedía, cruzaron la calle y como si alguien les hubiera indicado lo que debían hacer, comenzaron a salvar gente”, dice Javier.

– ¿Cómo actuaron?
– Fue todo muy rápido. Colocaron escaleras sobre el frente, subieron al primer piso donde algunos estaban atrapados y empezaron a romper las rejas de las ventanas con mazas y cortafierros. También ataron sogas a los fierros y las mandaron para abajo. Entonces la gente que estaba sobre la vereda tiraba de la soga para quitar definitivamente las rejas ya debilitadas.

– ¿Usted colaboró?
– Sí. Nos acercamos y una soga cayó al lado nuestro. La agarramos y tiramos tipo cinchada. Recuerdo que una reja cayó muy cerca nuestro.

– ¿Cuánta gente fue rescatada?
– No tengo un número, pero fueron varias personas porque la mayoría de los que estaban arriba no tenían manera de huir. El tema era este grupo que terminó saliendo por la ventana que los obreros pudieron romper.

De los improvisados rescatistas sólo quedó registrado un nombre, el del conductor televisivo y publicista y actual vicepresidente del Emtur, Jorge Zanier, quien tenía sus oficinas a pocos metros. Esa misma tarde relató a LA CAPITAL: “No podré borrar por mucho tiempo la imagen de esa gente con rasguños y sangre en la cara y manos por la rotura de los vidrios, con los rostros sofocados y los ojos rojos por el humo”.

Javier coincide hoy con aquel relato: “Varias personas lograron escapar con claros signos de ahogamiento. No pasaron más de dos o tres minutos que sobre esas ventanas comenzó a salir una enorme bocanada de fuego. Después de eso nos fuimos: sentíamos cómo explotaban las vidrieras y por seguridad nos retiramos”.

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Panorama estremecedor

El fuego provocó el derrumbe de la tienda en la esquina de Catamarca y Belgrano. Luego ocurrió lo mismo con el frente en la primera de esas calles. Poco más tarde cedió gran parte del edificio en Diagonal Pueyrredon y Belgrano, en medio de explosiones.

Las llamas calcinando prendas y maniquíes en las vidrieras, el humo que se hizo visible desde los más lejanos puntos de la ciudad y una multitud observando la destrucción total de la tienda pese a los esfuerzos de los bomberos son escenas que quedaron registradas en la memoria de miles de marplatenses.

Las crónicas de la época indican que al iniciarse el incendio, dentro de la tienda había alrededor de 700 empleados y cientos de clientes que huyeron en desbande. En medio de ese caos, una mujer que escapaba resultó gravemente herida al ser arrollada por un automóvil.

Sergio recuerda que “habrán pasado entre 20 minutos y media hora hasta que se dio la presencia de bomberos y efectivos de la policía, quienes llegaron junto a varias ambulancias. El ruido de sirenas era desesperante”.

Alicia cuenta sus recuerdos sobre el incendio.

Alicia cuenta sus recuerdos sobre el incendio.

– Llama la atención que no hubo que lamentar víctimas fatales…
– Claro, sí. Y otra cosa que destaco es que a pesar de la dramática situación y la angustia que generó el incendio, la gente mantuvo el orden y no se registraron saqueos. Hubo un buen comportamiento. Creo que fue porque estábamos todos en shock.

“Como si fuera hoy”

“Fue una triste y tremenda experiencia la del incendio. Recuerdo todo como si fuera hoy”, dijo Alicia Satler (64), docente jubilada.

La mujer se hallaba en la juguetería del subsuelo, junto a sus hijos de tres y cuatro años, cuando comenzaron las llamas.

“Estaba comprando la ropa y los elementos para el acto en conmemoración del fallecimiento de San Martín, en el Jardín Pueyrredon”, narró Alicia.

“Ya tenía todo. Estaba haciendo la fila para pagar y escucho algo similar a una explosión, pero no muy fuerte. A los pocos minutos, un empleado gritó: ‘No se asusten, pero se ha iniciado un incendio’. Todo era confusión: la cajera, recuerdo claramente, tomó su cartera de abajo del mostrador y abandonó su puesto. Toda la gente corría para diferentes lugares”.

– ¿Y sus hijos?
– Los tomé, no recuerdo de qué parte, si de las manos o los brazos, pero comencé a subir la escalera buscando la salida. Entre medio de una importante cantidad de personas que trataban de salir, logré escapar por la entrada de calle Rivadavia. Estaba muy asustada, pero no tomé, en un principio, dimensión de lo ocurrido.

– ¿Qué hizo cuando estaba afuera?
– Me dirigí a la esquina de calle Belgrano y La Rioja, y allí miré hacia la tienda. Una gran angustia me produjo ver brazos de personas y de niños manchados con hollín y algunos con sangre pidiendo ayuda. En ese momento pensé que había varios muertos porque las ventanas tenían rejas, pero los obreros que estaban en una construcción colocaron escaleras de madera para socorrerlas.

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Lo primero que hizo Alicia fue revisar a sus niños para verificar que estuvieran bien. “Entonces -relata- me doy cuenta que el mayor tenía la bolsa de las compras y adentro estaba la factura de pago. No sabía que ya habíamos hecho la compra, no lo recordaba en medio de tanta confusión. En el acto del 17 de agosto mis ojos participaron como granaderos y utilizaron el atuendo que les compré el último día que funcionó la tienda”.-



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