La vicepresidenta Gabriela Michetti es la mujer que ocupa el cargo de mayor jerarquía en el PEN.
(DyN) – Mauricio Macri debutó como Presidente de la Nación ante el Congreso con la promesa de “una visión nueva en la política” y a seis meses de aquel anuncio, con algunos traspiés, generó un cambio dándole mayor protagonismo al Palacio Legislativo en comparación con el kirchnerismo, obligado por tener que lidiar con una mayoría peronista en ambas cámaras.
Convertido el Congreso en un enorme tablero de ajedrez, el gobierno pecó de inexperto cuando en la primera movida, a principios de año, quiso imponer a Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz como candidatos a la Corte Suprema de Justicia pasando por arriba de la comisión de Acuerdos del Senado, disputa que quedaría saldada el miércoles cuando se trate los pliegos de los postulantes en la Cámara Alta.
Luego, en Diputados, el gobierno se resarció y supo construir consensos, consiguiendo el apoyo de Sergio Massa y del peronismo anti K para derrumbar dos pilares del kirchnerismo en su fin de ciclo como fueron la Ley Cerrojo y la de Pago Soberano, dejando allanado el camino hacia a un acuerdo con los holdouts y la salida del default.
“Muchos presagiaban que el radicalismo, el PRO y la Coalición Cívica iban a explotar por los aires a los pocos días de asumir Macri, pero a seis meses estamos trabajando para que esa unión política que se gestó con un fin electoral se transforme en una verdadera coalición de gobierno”, reflexionó un importante dirigente de la UCR, que supo oponerse a la alianza con el macrismo y que hoy confiesa que si le hubieran dado la lapicera habría puesto “más radicales de los que hay” en el gabinete.
La partida más difícil que enfrentó hasta ahora el oficialismo fue sin duda el acuerdo con los fondos buitre, donde la estrategia recayó en el armado de el presidente de la Cámara Baja, Emilio Monzó, y en el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Ambos supieron tejer entendimientos con las dos vertientes del peronismo disidente y los gobernadores peronistas despojados del ropaje kirchnerista.
Los despidos en la administración pública y “el enfriamiento de la economía”, como definió un diputado del bloque Justicialista a la política del Palacio de Hacienda, llevaron al peronismo a aunar fuerzas junto a los jefes sindicales detrás de una iniciativa legislativa contra los despidos, lo que volvió a dejar en jaque al Gobierno, que tuvo que salir a presentar contramedidas.
Miguel Angel Pichetto, mandamás del bloque pejotista en el Senado, encolumnó a sus hombres detrás de un solo proyecto, cercenó el intento de Rodolfo Urtubey por brindar una ayuda a los pequeños empresarios, y le mandó un mensaje a Macri al sacar sin rasguños y con una contundente adhesión el proyecto de ley de emergencia laboral.
Antes de que la propuesta antidespido llegase a Diputados, el Presidente ya había avisado que la vetaría. Desde las propias filas del macrismo confesaron que hubieran optado por mantener el veto “en reserva”, pero no se arriesgaron a reconocer el error, escudándose en que “es un derecho presidencial”.
Sin embargo, la advertencia de Macri poco sirvió para hacer retroceder a la oposición y una vez más el Presidente daba una mano para que el peronismo se encolumne en un objetivo.
La imagen de José Luis Gioja reunido con Sergio Massa y Diego Bossio, en una oficina de la calle Riobamba, a media cuadra del Palacio Legislativo, alentó el sueño del peronismo unido, aunque las diferencias fueron insalvables y el tigrense se la jugó solo, en una partida que el macrismo resguardaba su reina.
El kirchnerismo se empecinó en forzar una sesión especial para convertir en ley lo aprobado en el Senado, pero Massa optó por no darle el triunfo el Frente para la Victoria y el intento se frustró en el recinto.
Monzó y Mario Negri (UCR) supieron leer la jugada del jefe del Frente Renovador, lo sedujeron con un tibio apoyo, le pusieron dos alfiles, y cuando la emergencia ocupacional llegó al recinto, Cambiemos eligió la abstención, dándole el triunfo al kirchnerismo, en una partida que cerró sobretablas.
En el medio, el oficialismo consiguió convertir en ley la devolución del IVA a los jubilados, y logró la media sanción en Diputados del proyecto de Ley de Acceso a la Información y algunas iniciativas en materia de Seguridad.
El megaproyecto de blanqueo de capitales y pago a los jubilados con el cual el Gobierno busca reactivar la economía, puso al descubierto las debilidades políticas del oficialismo, no sólo porque tuvo que aceptar numerosas modificaciones a la propuesta enviada por el Ejecutivo, sino porque terminó cediendo el protagonismo a Massa y Bossio, que junto a Amado Boudou, comandaron la ANSES en la década kirchnerista.
Desde el peronismo clásico opinan que el Gobierno tuvo que “afrontar varias medidas del kirchnerismo”, pero consideran que fueron encaradas de “manera inadecuada” y es ahí donde critican “la parálisis de la obra pública y la falta de medida anticiclicas”.
Los radicales, aún heridos por algunas decisiones sin consulta previa de Macri, piden que en las reuniones semanales de gabinete se fije una agenda con los temas importantes.
En la agenda legislativa, luego del paso del megaproyecto, quedarán temas de resonancia como la reforma electoral, mal llamada política, los proyectos pro pymes y el presupuesto para el próximo año.
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