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Opinión 30 de noviembre de 2019

Urgente Palestina

Por Raquel Pozzi

El 29 de noviembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Solidaridad con el Pueblo Palestino, representación simbólica y cronológica ya que ese mismo día en 1947 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobaba la resolución Nro. 181 conocida como la “resolución de la partición”, sin embargo sigue siendo un tema escabroso que hiere la susceptibilidad de las comunidades involucradas en esta problemática histórica y sin resolución. Verdades veladas y la posibilidad de construir narrativas en torno a la ocupación de los territorios palestinos ofrecen un escenario cada vez más distante de posiciones reconciliables. El concepto de paz se ha construido en torno a los intereses de las naciones poderosas, aquellos que estén en contra de la concepción ontológica de la misma serán considerados insurgentes o terroristas. La postura intransigente del primer ministro B. Netanyahu ha contribuido en favor del Apartheid que Israel ha construido en torno al pueblo palestino. El apartheid, ese racismo de Estado según J. Derridá y la condena al ostracismo de millones de palestinos refugiados es el producto de negociaciones que parten de la negación de la existencia del pueblo palestino como también la negación de los derechos de los palestinos al retorno. Sin dudas, la construcción de la identidad palestina ante el temor a desaparecer, es el producto de la toma de conciencia de la lucha en conjunto de historiadores, poetas, periodistas, políticos y otros. La idea del exilio permanente del pueblo palestino, propone acelerar procesos identitarios ante la situación asimétrica a la que son sometidos.

Síntesis de escasas soluciones

Más de medio siglo ha transcurrido desde la guerra de los seis días -junio/1967- dónde la reconfiguración territorial de Israel fue consolidada a través de la ocupación de Franja de Gaza; Sinaí egipcio; meseta Siria del Golán y Cisjordania. La solución se aleja cada vez más desde el inicio del proceso de paz en 1991 en la Conferencia de Paz en Madrid como también en: Los acuerdos de Oslo septiembre 1993; Oslo II en l995; la cumbre de Wye River en Maryland, EE.UU y el memorándum firmado por B. Netanyahu y Y. Arafat en octubre de 1998; El intento fallido de Camp David II en el año 2000 entre el primer ministro Ehud Barak – Yassir Arafat y Bill Clinton con los Parámetros de Clinton; La Hoja de Ruta de G. Bush 2003; La cumbre de Annapolis 2007; Las iniciativas de Paz de John Kerry 2013/2014 y las giras de paz emprendidas por el ex presidente norteamericano, Barak Obama. La comunidad internacional no ofrece viabilidad en las gestiones para solucionar el conflicto a través de sus múltiples organismos. Las posiciones irreconciliables del Estado de Israel como los partidos políticos que representan a Palestina –Hamás y Al Fatah- con retóricas narrativas contrapuestas y retroalimentando la exclusión del otro con odios históricos y animadversión constituyen factores claves para comprender las dificultades que atraviesa el proceso de paz entre Palestina e Israel.

Neo-colonización de Trump

La intromisión del presidente norteamericano Donald Trump con el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, el traslado de la embajada estadounidense desde Tel Aviv a Jerusalén como también gestionar en favor de los asentamientos israelí en Cisjordania, multiplican la inquina. En plena fase agonística de negociación entre Palestina e Israel, el idealismo político de las democracias liberales se manifiesta a través del indentikit que construye el individualismo occidental reflejando la noción de hegemonía que se basa en la negación del Otro. Habida cuenta que la negación del Otro se convierte en el fetichismo de las identidades tanto palestino como israelí, nos encontramos en laberintos simbólicos que impiden la resolución del conflicto y que traumatiza dicho imaginario global, imposible de desandar sino es a través de la vuelta al statu quo antes de la guerra de junio de l967. La solución del estado binacional se convirtió en la única alternativa viable para resolver el conflicto entre palestinos e israelíes, no obstante el deterioro de las relaciones diplomáticas y habida cuenta que la construcción occidental sobre Oriente –específicamente Palestina- se ha basado en la negación de la multiculturalidad, la sensibilidad del pueblo palestino es cada vez más profunda y tensa ante la funcionalidad que esto significa para el primer ministro Benjamín Netanyahu del Likud no aceptar los concepto de ocupación, catástrofe, refugiados y estado palestino.

La solución del estado binacional respaldada por gran parte de la comunidad internacional, es actualmente resistida por los palestinos al considerarla por un lado negadora de los derechos humanos, civiles y políticos y por el otro segregacionista y excluyente. Reconocer otras identidades y la especificidad de otras culturas forma parte, según J. Derrida, de la Invención del Otro y con este marco teórico, Palestina es el Otro, no se inventa, Palestina es visible siempre y cuando la memoria colectiva actúe como el porvenir de la conciencia en pos de la perdurabilidad de la identidad palestina con status de Estado de Derecho.