CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Opinión 4 de abril de 2020

Fuera de control

Por Raquel Pozzi

La guerra global contra la Pandemia COVID – 19 propone un escenario incierto que se profundiza con batallas narrativas que ensombrecen las relaciones entre las superestructuras estatales a nivel mundial y por ende las Relaciones Internacionales.

Desacreditada tanto la Unión Europea como los EEUU; China y el modelo surcoreano asestaron un golpe brutal en la batalla contra el COVID – 19 con seguimiento, aislamiento y vigilancia a través de cámaras video-vigilancia y el monitoreo constante de los casos detectados. La ayuda que actualmente proporciona el gobierno de Beijing a la UE ofrece un panorama de orfandad de los estados europeos con respecto a Washington. Los EEUU están liderando un nuevo Bretton Woods entre Wall Street y la FED. Hay quienes plantean que BlackRock (empresa de gestión de inversiones estadounidenses) cuyas ramificaciones se expanden por el planeta además de poseer el 5 % de Apple y 6 % de Google (como ejemplo) como también el principal inversor de Goldman Sachs, es el “Leviatán financiero” y en el actual desmadre financiero planetario y el caos económico que dejará esta batalla contra el virus letal, la inyección de billones de dólares en EEUU no controlará los niveles de desempleo y eliminación sistemática de pequeñas empresas. Si el país del Norte que tiene la capacidad de inducir las variaciones cíclicas financieras atravesará por un letargo económico, el multiplicador de la pobreza se extenderá indefectiblemente hacia el Sur.

Las sociedades rebeldes nunca fueron controladas con el temor, bienvenido sea, sin embargo en este caso especial la rebeldía social no es un factor positivo para enfrentar la pandemia, la desobediencia social al terror global es una inyección letal. Mofarse de la desgracia que atraviesan otros estados nos ubica en un estadio de arrogancia ignota y mucho más cuando intercambiamos y relacionamos aleatoriamente categorías conceptuales tales como Imperialismo y Peste. Un despropósito e irresponsabilidad de las cuáles debe tomar nota “la política en sentido estricto”. No es momento de alocuciones criogénicas o pensamientos congelados, estamos en una guerra biológica dónde el COVID – 19 se filtró por las zonas porosas de sistemas de sanidad y conciencia social están inmunodeprimidos.

La urgencia de nuevos diseños teóricos

Otros marcos teóricos deben ser diseñados para analizar este escenario diferente e inédito. Si bien es cierto que hay una periodización variada de pandemias en la historia de la humanidad, en este caso el contexto es distinto. El factor información dirigido por diferentes establishment o corporaciones, reportan la brecha dentro del mundo globalizado. Los medios occidentales titulan “El Chernobyl chino” lo que implica alta dosis de sinofobia, en cambio los detractores focalizan el análisis en la pérdida de la moralidad de Occidente cuando algunos gobernantes priorizan el factor económico por sobre la salud. Esta guerra cibernética promovida por los diferentes agentes de inteligencia, ha generado un Nuevo desorden mundial hostigado por la pandemia del coronavirus y potenciado por oportunismo dialécticos.

Parecería que cualquier análisis geopolítico pierde el efecto si no incorpora el sensacionalismo en tiempos del COVID – 19 distanciándose del ámbito académico e integrando el saber vulgar en el monitoreo científico. La realpolitik en su máxima expresión se desdibuja cuando comparte aristas propias de la ficción; una muestra clara se evidenció cuando el primer ministro británico Boris Johnson propuso una nueva categoría de “nacionalismo genético” con la férrea intención de defensa identitaria impuesta a los habitantes del Reino Unido con frases tales como “Yo sigo dando la mano” y emparentada con ciertas prácticas mesiánicas. El efecto psicológico en la población con la noticia que Boris Johnson se contagió del virus, representó un claro desorden gestado desde las esferas del poder irresponsablemente.

En ese contexto las teorías políticas que tipificaron los diferentes tipos de nacionalismos no logran iluminar los claroscuros que genera esta pandemia en el S. XXI y mucho menos las reacciones narcisistas que operan desde las estructuras estatales. De acuerdo con Nietzsche “El nacionalismo es, en su esencia una violento estado de emergencia y asedio impuesto por una minoría a la mayoría” En ese desorden se evidencian parámetros de conducta que avalan la idea de un nuevo tipo de Nacionalismo del S. XXI en esta guerra biológica.

No se trata de la carrera armamentística propia del S. XX previo a la primera y segunda guerra mundial, se trata de una carrera de “desterritorialización” del ser humano con el cierre de fronteras y repatriación de ciudadanos, la humanidad asiste con desazón hacia un nuevo proceso de alienación territorial. “Somos turistas en este mundo” (Martín Heidegger).