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Opinión 8 de agosto de 2020

Covid-19: edades y riesgos

Por Lila Ricci (*)
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Los datos epidemiológicos suelen ser divididos en grupos de riesgo, a los fines de simplificar el análisis y poder tomar las decisiones necesarias conducentes a acciones preventivas. En Argentina y en el contexto de la actual pandemia las personas mayores de 60 años son consideradas como grupo etario de riesgo.

Esto es, a la hora de recomendar medidas preventivas se engloba en la misma clasificación a un individuo de 60 años con uno de 90 o más, sin distinción de la edad precisa de cada uno. Desde que comenzó la pandemia se ha repetido incansablemente que si alguien de más de 60 se contagia, está perdido. El objetivo de este artículo es poner sobre este grupo una lupa, que nos permita estimar el riesgo de cada paciente infectado de COVID-19, de acuerdo a su número exacto de años. Nos abocamos a analizar tres riesgos: de necesitar cuidados intensivos (UTI), de requerir un respirador y de fallecer por el virus. Trabajamos sobre aquellos pacientes con diagnóstico confirmado, registrados en la base de datos Covid19Casos del Ministerio de Salud. Técnicamente, para estimar los riesgos se ajustaron modelos de regresión logística cuyas respuestas fueron: fallecimiento, internación en terapia intensiva y necesidad de asistencia respiratoria mecánica. Como posibles factores explicativos analizamos la edad, el sexo y el tipo de cobertura médica; los dos últimos fueron descartados pues no resultaron significativos.

Para quienes se animen con las fórmulas, el cálculo de riesgos para pacientes confirmados puede hacerse de la siguiente manera:

Probabilidad de UTI= 11+exp−6,21+0,05edad

Probabilidad de respirador= 11+exp−7,00+0,05edad

Probabilidad de muerte= 11+exp−8,12+0,08edad

En la tabla de riesgos estimados mostramos a continuación resultados para algunas edades. Como se ve, la probabilidad de necesitar cuidados intensivos aumenta notablemente con la edad, la de necesitar un respirados varía pero más lentamente y finalmente podemos observar que a partir de los 60 años la probabilidad de fallecer se acelera. Sin embargo, hay una marcada diferencia entre la probabilidad de que necesite un reparador unos enfermos de 60 años (2%) y la necesidad de uno de 90 (10%). Asimismo, la probabilidad de fallecer de un infectado de 60 años es del 3% mientras que la de un paciente de 90 años es del 21%. Parecería así una simplificación excesiva, incluirlos a todos en el mismo grupo.

Recientemente circuló en las redes un reportaje realizado a la escritora chilena Isabel Allende en el que afirmaba lo siguiente: “Ahora, si me agarra el virus, pertenezco a la población más vulnerable, la gente mayor, tengo 77 años y sé que si me contagio voy a morir”. Queremos decirle a Isabel y a quienes la leyeron que su riesgo de fallecer, si resultara infectada es solo de 13% de acuerdo a nuestro modelo.

La imagen que acompaña la nota ilustra la evolución de los tres riesgos que hemos considerado, en función de la edad. La línea vertical señala el punto de corte que separa al llamado grupo de riesgo.

Comparando nuestros resultados con estudios similares realizados en otros países, vemos que a partir de las cifras proporcionadas por el Ministerio del Interior del gobierno de España, se obtiene un riesgo de fallecer entre los pacientes con test positivo de 4% para pacientes entre 50 y 59 años, de 13% para pacientes entre 60 y 69 años y asciende a 18% para pacientes mayores de 70 años. (véase Afectación poblacional por COVID-19 según grupo de edad, IntraMed, D. Enriquez, S.Perez Lloret y E. Szyld). También en el portal Our World in Data pueden verse resultados para otros países que se asemejan a nuestras estimaciones.

A la hora de sacar conclusiones, es importante mencionar que una limitación de este estudio está dada por no haber contado con datos sobre las enfermedades previas de cada paciente. Como es sabido, un análisis estadístico solo nos puede hablar de asociaciones entre variables, no es posible sacar conclusiones sobre una relación causa-efecto. En este caso, eso significa que no podemos concluir que la edad sea la causa del aumento de los riesgos, habrá que tomar en cuenta además que las personas mayores son más propensas a tener patologías previas que podrían ser causantes significativas de dicho aumento. Como podemos ver, la edad no es la única variable a considerar; las patologías previas de los pacientes, la disponibilidad de recursos del sistema de salud, etc. tienen un impacto indiscutible. Es por esto que los porcentajes de mortandad no coinciden con las representaciones sociales que se han forjado, de las cuales sirve como ejemplo el comentario de Isabel Allende.

(*) Centro Marplatense de Investigaciones Matemáticas.