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Río 2016 5 de agosto de 2016

La ceremonia, con algunos picos de emoción e identificación popular

Larga y tediosa por momentos, pero con sorpresas, sofisticación, la aparición de una auténtica Garota de Ipanema que hizo cantar a todo el Maracaná, y el fuerte simbolismo que representa para cada delegación que desfiló. El maratorista Vanderlei de Lima encendió el pebetero.

Por Vito Amalfitano
Desde Río de Janeiro, Brasil

La entrada de Argentina fue instantes antes de las 21 y se escuchó una ovación de los nuestros que se hicieron sentir, y enseguida el abucheo de los brasileños. El clásico se sigue jugando desde 2014. Fueron de las reacciones más fuertes del prolongado desfile de las delegaciones en la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos Río 2016 en el Maracaná, más allá del propio ingreso de la delegación local.

Sorpresivamente, fue el maratonista Vanderlei de Lima quien encendió el pebetero. El atleta lideraba la competencia en Atenas 2004 hasta que en el kilómetro 36 fue empujado por un ex sacerdote irlandés. Se recuperó y llegó al tercer puesto, obteniendo la medalla de bronce. También ganó oro en los Juegos Panamericanos en Winnipeg 1999 y en Santo Domingo 2003.

Y los momentos de más emoción y sentimiento de la fiesta, más allá de toda la sofisticación para explicar el desarrollo y de la vida y de la humanidad,- desde una impresionante apertura de aguas, también con proyección tridimensional de los primeros microorganismos-, fueron cuando se escucharon los clásicos Garota de Ipanema,- con la entrada de una auténtica ídem, la explosiva modelo Gisele Bündchen-, y País Tropical, interpretados por Regina Case. En esos dos picos de música y colorido se produjo la mayor interacción con el público, con todo el estadio cantando y con ganas de bailar. La identidad, lo que está en los genes, aflora más allá de todo lo que lo rodea. Fueron los instantes de mayor identificación popular. Ahí afloró Brasil, en toda su dimensión.

Todo esto independientemente del sentimiento particular que generó para cada espectador propio, en el estadio, o en algunos de los billones de televisores que observaron en el mundo la ceremonia, la entrada de la delegación de su país, con el deporte como representante de una identidad que se torna difusa en otras aristas en este mundo globalizado y convulsionado.
Esa emoción se multiplicó en los propios protagonistas en el momento de la salida al campo del mítico estadio Maracaná.

“Allá vamos”, twitteó el propio abanderado argentino, el gran basquetbolista Luis Scola, con a una selfie que sacó junto a la delegación que tiene 213 representantes, aunque algunos de ellos no pudieron participar de la ceremonia de apertura por sus urgentes obligaciones. Por ejemplo el marplatense Brian Rosso, quien competirá hoy a las 8.50, en el single masculino, en la Lagoa Rodrigo de Freitas. El remero justamente twitteó un video desde la villa olímpica y escribió “Sacrificios que valen la pena… Se ve desde la TV”. Un símbolo de espíritu deportivo.

La fiesta de apertura en sí, como común denominador en este tipo de acontecimientos, fue de fuerte contenido simbólico, aunque tuvo picos de entretenimiento de emoción y otros de bastante sopor, por lo larga. Los espectadores de cada país esperan con ansiedad la salida de su delegación. Pero después que pasa van por pochoclo y gaseosa. Argentina fue una de las primeras, más prolongada la ceremoniaentonces para nosotros.

El marplatense Brian Rosso no pudo participar porque competirá el sábado a las 8.50.

Este comienzo de los Juegos Olímpicos está afectado por el contraste entre la fiesta de los extranjeros y algunos propios y el clima de conflictividad social que vive este país, sobretodo desde que asumió en forma interina como presidente el abogado Michel Temer, y “de facto”, si se tienen en cuenta las irregularidades del “impeachment”, el juicio político que suspendió a la presidenta Dilma Rousseff, reelegida democráticamente en 2014. Justamente las manifestaciones en contra de Temer, que se iniciaron en la avenida Barata Ribeiro y se extendieron a los seis carrilles de la Avenida Atlántica, llegaron a bloquear incluso el momento en el que debía portar la antorcha olímpica el Secretario General de la ONU, Ban-ki-moon, a la altura del Copacabana Palace. El “Fora Temer” también se escuchó en el propio Maracaná y se tapó inmediatamente por un sistema de sonido preparado a tal efecto que simuló un abucheo en contrario.

En el prolongado desfile de las delegaciones impactaron algunas ovaciones, naturalmente después de la de Brasil, en especial ante las entrada de Italia, también con nutrida colonia aquí, y la de Palestina, recibida con caluroso afecto. Pequeños instantes, grandes mensajes.