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Opinión 27 de octubre de 2020

La fecha, los hechos, el hombre

por Eduardo Javier Niella

Hace hoy veinte años, el viernes 27 de octubre de 2000 aquí en Mar del Plata se producía el hecho que me permitió conocer a aquel hombre simple, quien supo estar a la altura de sus responsabilidades importantes.

Ocurrió en el aeropuerto de Mar del Plata, Cristina Fernández de Kirchner por entonces diputada nacional y hoy vicepresidenta de la República, nos dijo: “les traje un regalo, les traje al gobernador”. Y fue ahí que lo conocimos a Néstor Carlos Kirchner.

Ese día él nos invitó a iniciar juntos un camino de militancia en común para renovar la política en la Argentina, para transformarla en una actividad socialmente útil.

“La historia no es lo que pasa, sino lo que nos pasa”, era la definición que daba García Venturini y eso que nos pasa son aquellos acontecimientos en los que tenemos la oportunidad de ser protagonistas y que modifican la realidad. Aquello que Nietzsche decía: “pensamientos que llegan con la suavidad de una paloma son los que cambian la historia.”

Esos hechos que acontecen y nos toca ser protagonista suelen tener coincidencias o casualidades, atribuibles por algunos como producto del determinismo histórico, por otros del azar o del destino. Para quienes somos creyentes son producto de la Divina Providencia.

Es por eso que entendemos fue la providencia la que dispuso esa coincidencia resumida en una misma fecha: el 27 de octubre, con sentimientos encontrados de alegría y tristeza, pero que a la vez se ven unidos en una misma esperanza, que no es vana sino realidad efectiva.

Una misma fecha, con la coincidencia también del tiempo transcurrido en la escena nacional: siete años, igual que Evita, una muerte inesperada en 2010. Pero también es coincidencia y similitud la misma pasión, la misma convicción y la misma fuerza para producir la transformación de la Patria.

Lo ha descripto muy bien Cristina Fernández de Kirchner: “Creo que una de sus principales virtudes, además de su coraje, de su voluntad individual infinita, tal vez forjada ante tanta adversidad con el clima, con el viento y la lejanía de la Patagonia, digo que tal vez uno de sus mayores méritos haya sido desmontar de la cabeza de cada uno de los argentinos aquellas ideas que les habían metido de que nada era posible, de que si se hacía tal cosa, se derrumbaba el mundo, que si le decíamos que no a los que nos querían volver a aplastar la cabeza, no íbamos a poder hacer nada.”

“El peronismo es la historia del amor”, lo definió así Leonardo Favio. La historiadora Araceli Bellota hace una narración de ese fenómeno: “La figura de Néstor fue utilizada para antagonizar con Cristina, que en ese momento era la presidenta. El mismo mecanismo se usó también con Perón y Eva. Ciertos sectores tratan de contraponer las figuras de ambos como si eso fuera posible. El movimiento lo fundaron los dos y todo el proceso que se dio a partir de 2003 lo impulsaron Néstor y Cristina, los dos juntos.”

Y continúa diciendo Bellotta: “Voy a repetir las palabras del mismo Néstor, dice la historiadora: ‘nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio’. Somos peronistas, porque la verdad es que desde el punto de vista histórico lo que han hecho Néstor y Cristina no ha sido más que levantar las banderas del peronismo y adecuarlas al siglo XXI. Y me refiero a las tres banderas: soberanía política, independencia económica y justicia social. Y en cuanto a la transversalidad y a la sumatoria de otras fuerzas políticas que propició Néstor, eso también es peronismo puro. Así se hizo el peronismo. Néstor sumó poder de esa manera como lo hizo el peronismo en su origen.”

Al conmemorar el décimo aniversario de su muerte repentina y prematura, surge claramente todo esto que hemos dicho, ello lo transformó muy rápidamente en una figura emblemática y, como se sabe, el paso del tiempo suele trabajar a favor de la conversión de este tipo de figuras en mito y abrirles de par en par las puertas de la Historia.

Esta conmemoración no puede, ni debe ser mera evocación nostálgica y melancólica, declamación de admiración vacía.

Por el contrario, debe ser y es compromiso militante renovado de aquella invitación que El nos hizo, en coincidencia de esta misma fecha hace veinte años en esta misma tierra: construir una Patria más grande, más justa y con un Pueblo feliz, en el presente y en el futuro con fidelidad a nuestras convicciones, sin dejarlas en la puerta de ningún lado.

(*): Profesor. La Corriente.