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Arte y Espectáculos 15 de enero de 2023

Gabriel Rolón: “No es fácil sostener la palabra plena porque incomoda y, a veces, duele”

El psicoanalista se presenta lunes y martes en el teatro Bristol con esta propuesta en la que invita a compartir y reflexionar.

Licenciado Gabriel Rolón.

Como psicólogo y psicoanalista, Gabriel Rolón sabe en profundidad la importancia de la palabra. Y también que vivimos en una vorágine de palabras vacías. En ese contexto, el también presentador radial, músico y actor, que es, además, un gran comunicador, presenta en formato unipersonal una propuesta teatral, un encuentro en el que invita a pensar, a pensarnos, en “Palabra plena”, esa que define los verdaderos deseos en la maraña de palabras vacías.

Con esta obra se encuentra con su público todos los lunes y martes de enero y febrero, a las 20.30 en el Teatro Bristol. “Mar del Plata no es cualquier lugar para mí. Mis emociones y mis recuerdos más queridos habitan aquí, y eso me impone una responsabilidad extra. Espero que esa magia que nos une con el público marplatense y con quienes eligen la ciudad para veranear siga intacta, al menos en mí, es así” señaló en una charla con LA CAPITAL el especialista.

Como en su profesión, en el escenario y en la vida, en las entrevistas Rolón sigue a rajatabla el principio de “palabra plena”. Sus conceptos, sus ideas, son claras, han sido bien pensadas y, siempre, constituyen una invitación a bajar la velocidad, examinarnos y, si nos animamos, sincerarnos.

-¿Cómo distinguir, en la vorágine de palabras que nos rodean (y tenemos en nuestro interior) las “palabras plenas”, las que importan?

-Porque a diferencia de la “palabra vacía”, “la palabra plena” nos compromete y nos modifica. Son palabras que cambian nuestro destino y nos imponen responsabilidades. Además, responden a nuestros deseos más profundos y, por sobre todas las cosas, dan cuenta de quienes somos más allá de lo que creemos ser.

-En la sobrecarga de estímulos que incitan a querer todo ¿Cómo conocer nuestro verdadero deseo?

-Esa es una tarea muy complicada, aunque necesaria para todo aquel que pretenda ser dueño de su vida y no un títere de las decisiones que otros toman por nosotros. El psicoanálisis toma ese desafío: el de comprometer a una persona con sus deseos más íntimos, a veces ocultos incluso para el propio paciente. Nadie puede tenerlo todo. Por suerte, no todo lo que queremos tiene que ver con lo que en verdad deseamos.

-¿Qué escondemos en la verborragia, en llenar espacios con palabras vacías?

-Escondemos la verdad. Nuestra verdad personal o verdades colectivas. Hace muchos años, en un programa televisivo, se enojaron conmigo porque mientras todos decían que Argentina era un país muy rico yo sostuve que, por el contrario, éramos un país muy pobre, con gente que no comía, que no tenía acceso a la educación, a la salud, al trabajo. Entonces, ¿dónde estaba la riqueza de la que hablaban? Se me vinieron encima sosteniendo palabras vacías, un montón de frases hechas. Pero no es fácil sostener la palabra plena. Porque incomoda, porque a veces duele.

-¿Hay silencios más significativos que las palabras?

-La palabra nos permite resolver nuestro sufrimiento, al menos aquellos que pueden ser resueltos. Es muy importante. El mundo de los humanos es un mundo de palabras. Todo lo que deseamos o necesitamos debemos pedirlo, comunicarlo. Sin garras, sin grandes dientes, sin fuerza desmedida, somos la especie que domina el mundo sólo porque hablamos y podemos socializar entre millones de personas tan débiles como nosotros. Pero las palabras vacías a veces son innecesarias. Lastiman, desvían la atención de lo importante. Además, la palabra no puede decirlo todo. En esos casos, a veces el silencio se vuelve necesario.

-Entre los impactos más importantes de las palabras están los mandatos ¿Cuál es su peso?

-Un peso enorme. Tan grande que a veces puede marcar el destino de un ser humano. “Vos nunca vas a ser feliz” o “naciste para ganar”, cualquiera sea la forma del mandato, influye y condiciona nuestra vida. A veces podemos seguirlos, a veces desafiarlos. Muchos mandatos son siniestros y otros, por suerte, pueden abrirnos algunas puertas. Por ejemplo cuando los papás o las mamás dicen: “tenés derecho a ser quien sos”.

-¿Por qué pasa tanto que se asimile éxito a felicidad?

-Porque el éxito engaña. Pensamos que si llegamos a ser exitosos seremos felices. Y no es así. Al menos, no de manera permanente. Pensemos en los jugadores de la selección. Por supuesto que fueron felices tras el triunfo. Pero te aseguro que cuando los ruidos se acallan cada uno queda cara a cara con su soledad y sus dolores. El éxito es caprichoso, y la felicidad efímera. Quizás el error esté en soñar con un éxito permanente y una felicidad eterna.