Mauricio Dayub: “Se ha duplicado la cantidad de gente con dificultades para cumplir su sueño”
Regresó con "El equilibrista" y "El amateur". Habló de cuánto influye el contexto actual en la recepción de estas dos obras sensibles, que suben a escena desde el escenario del Teatro Neptuno.
"Cuanto más compleja está la vida, al ver gente que lo da todo sin esperar nada a cambio, uno más se conmueve", dijo Dayub.
“El equilibrista” es la historia de su propia familia y de los personajes que la poblaron, desde sus padres a sus tíos y abuelos. En “El amateur”, en tanto, con su compañero Gustavo Luppi se meten en la historia de dos personajes al margen del sistema que trabajan para poder cumplir un sueño que parece imposible. En ambos espectáculos, un sensible Mauricio Dayub aparece dispuesto a la magia del teatro.
Desde el escenario del Teatro Neptuno, Dayub propone sus historias todos los domingos y lunes. Y no se cansa de decir que ambas obras no llegaron, aún, a su techo. Más bien, todo lo contrario. “Parte del éxito tiene que ver con que mucha gente no solo recomienda (las obras) sino que vuelve”, dijo en una entrevista con LA CAPITAL.
“El teatro despeja directamente lo que uno piensa”
En el caso de “El equilibrista”, sigue agregpandole detalles. Algunos son sugerencias que le hicieron sus colegas, como el ilusionista Agustín “Soy Rada” Aristarán. “Me regaló un truco muy lindo el verano pasado, es un pañuelo que desaparece en el aire, para cuando saludo en el puerto”, contó el actor.
-¿Adquieren nuevo sentido ambos espectáculos dado el contexto social? El personaje tan desvalido de “El amateur”, cuántos amateurs vemos en la calle. Y lo mismo con “El equilibrista”, con ese bagaje que trae de la inmigración europea.
-“El amateur” está más potenciada su actualidad. Cuando la estrené, muchos se sorprendieron por esos personajes un poco marginales, el teatro argentino ponía sobre el escenario personajes de clase media o de clase media alta. Y en este momento, como se ha duplicado la cantidad de gente con dificultades para cumplir su sueño, no solo en Argentina sino en el mundo, la obra termina resultando altamente inspiradora. Yo tengo la sensación de que el público sale de la sala decidida a ir por su sueño, por sus objetivos y a no postergar más. Ese es un condimento que le pone la realidad. Cuanto más compleja está la vida, al ver gente que lo da todo sin esperar nada a cambio, uno más se conmueve, porque advierte que uno por su propia vida no haría algo así, tan arriesgado.
-¿Considerás que si el público empatiza con “El amateur” también puede empatizar con las personas desvalidas, con los dilemas que se ven en la calle?
-Sí. Sobre todo porque los personajes que cumplen su sueño en “El amateur” son los que en la realidad ya hemos decidido que no van a poder y eso le hace advertir al público su propio prejuicio, cómo miramos al otro, cómo nos vemos a nosotros mismos. Y yo creo que ahí hay un plus de emoción, o de conmoción, porque el teatro despeja directamente lo que uno piensa. Son dos personajes que, cuando empiezan las obras, el público se ríe porque ya sabe cómo son, cómo vienen, cómo hablan, con el aspecto que tienen no van a poder con nada. Pero cuando la situación se va poniendo límite y ellos sacan fuerza donde no tienen y se sobreponen a la realidad en la que viven, el espectador recibe ahí un cross a la mandíbula a su propia vida.
-¿”El equilibrista” tiene cuerda para rato?
-Todo el tiempo me va sorprendiendo, no ha encontrado su techo todavía. La cantidad de aristas que encuentran los espectadores en el espectáculo son insondables. Mucha gente quiere venir de nuevo como algo natural, como que es un espectáculo para volver a ver, para volver a sentir lo que sintieron. Y muchas veces, para traer a alguien para ver si siente lo mismo que sintieron ellos. A mí eso me renueva el potencial para repetir. Me preguntan los colegas cómo hago para hacer tantas funciones y la verdad es que no siento que la repito. Es muy emocionante para mí también, es como si mis abuelos subieran a contar su historia al escenario, como si mi madre fuera a revelar ese secreto que yo descubrí en ese momento en ese viaje que hice a Italia, frente al público. Y encima el público encuentra en esa historia una analogía personal con su propia vida, con su propia historia, es muy potente.
-Y, además, en “El equilibrista” te emocionás mucho. Conmueve verte emocionado.
-Eso me demuestra que la puedo seguir haciendo y que no estoy repitiendo. Me emociono pero no me pasa en los mismos lugares, me sorprende en distintos momentos de la obra. Al ser una historia real, por momentos veo venir el vestido y se me aparece el momento en el que yo fui a la casa de mi abuela, cuando llegué al pueblo… Es muy vital.
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