La Ciudad

A 35 años del misil que terminó con la vida de tres marplatenses

Un 3 de junio, pero hace 35 años, en plena guerra de Malvinas, un avión Vulcan inglés arrojaba un misil sobre Puerto Argentino, el cual impactó sobre el director de tiro de la batería A del GADA 601, matando al teniente Dachary y a sus tres acompañantes marplatenses.

Ya habían pasado más de dos meses desde el inicio de la guerra. En Mar del Plata, ese 3 de junio, el título del diario La Capital consignaba que la ONU, a instancias de España y Panamá votaría un nuevo plan de paz. El canciller Nicanor Costa Méndez, en Cuba, buscaba el apoyo del Movimiento de Países No Alineados, el Papa concluía su visita a Gran Bretaña, la selección argentina de fútbol se preparaba para su debut en el Mundial de España, con César Luis Menotti como técnico y Diego Armando Maradona como figura, y el marplatense Guillermo Vilas derrotaba a Yannick Noah y se convertía en semifinalista de Roland Garros.

Mientras veían por Canal 8 “Los Angeles de Charly”, “Las calles de San Francisco”, y ese jueves “Tiempo Nuevo” con Bernardo Neustadt, se esperaba con atención cada parte del Estado Mayor Conjunto.

Entrevistado por la cadena Televisa de México, el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier general Basilio Arturo Lami Dozo, indicaba que “no es preocupante que Puerto Argentino está a punto de ser atacado. Lo importante es la fe y la convicción con que estamos llevando adelante este conflicto y por qué sigo diciendo que estoy racionalmente optimista”.

Exactamente a 1.542 kilómetros de Mar del Plata, en el frío de Malvinas, la situación era distinta.

A las 6.20 de aquel 3 de junio de 1982 tembló la pista de Puerto Argentino. La explosión se escuchó a varios kilómetros. El fuego, los gritos, evidenciaban que algo grave había sucedido. En pocos minutos se pudo establecer que un misil inglés, disparado por un avión Vulcan B.2 matrìcula XM597, acababa de impactar en el director de tiro Skyguard, donde se encontraban varios marplatenses.

En esa acción perdieron la vida el teniente Alejandro Dachary, el sargento Pascual Blanco y los soldados clase 62 Oscar Daniel Diarte y Jorge Alberto Llamas, estos tres últimos marplatenses.

Hasta último momento

Fue el día de la guerra en el que más marplatenses murieron. El teniente Dachary -también estuvo en Malvinas su hermano Sergio, teniente de Fragata- nació en Concordia en 1957 (tenía 25 años cuando falleció) y estaba destinado al GADA 601.

Actualmente un director de tiro en servicio en el GADA 601 lleva el nombre de “Teniente Dachary” en honor al combatiente muerto y que fuera apreciado por igual por jefes y subordinados.

Asimismo, quienes fueron sus compañeros recuerdan con cariño al sargento Blanco (le decían “Blanquito” y había sido árbitro en Mar del Plata).

En tanto, el soldado clase 62 Oscar Diarte se había desempeñado todo el año anterior como radio-operador en el GADA 601 de Mar del Plata, fue convocado y reincorporado pues se le había otorgado la baja y en las islas, había sido felicitado en varias oportunidades por su desempeño.

A la vez, el soldado Jorge Llamas, fue también reincorporado al igual que su compañero, y era merced a sus conocimientos y capacidad demostrada, el operador del grupo electrógeno del director.

El director de tiro Skyguard cuenta con un sistema de detección por radar y cámara de TV y puede comandar varias fuentes de fuego antiaéreo. En Puerto Argentino esta unidad fue destruida por un misil antirradar disparado por un avión Vulcán que sobrevoló las islas fuera del alcance de los antiaéreos. Se explicó que estos misiles se enganchan sobre la señal emitida por los radares de búsqueda y se dirigen hacia su ubicación. El personal que operaba estas unidades lo sabía y tenía orden de apagarlos cuando se aproximaran los Vulcán, pero en su afán de abatir al enemigo para dar protección a las bases en tierra, los dejaban operando hasta último momento, con la esperanza de ser más rápidos que el enemigo.

“Blanco, haga formar la gente que repartimos”

En el blog “Historias de Malvinas”, en primera persona, el teniente de Fragata Sergio Dachary recuerda aquella tremenda mañana de junio de 1982.

“El día del fallecimiento de Alejandro, me encontraba en mi posición de Monte Longdon cuando escucho el sonido de un avión grande muy diferente al del Harrier o a los aviones propios. Las nubes estaban bajas no podía ver que tipo de avión era, pero me di cuenta que volaba bajo y recto hacia la pista de aterrizaje. En un momento dado desde tierra comienza a disparar una batería de artillería; los disparos se pierden al cruzar las nubes, no puedo ver si hay impacto. Inmediatamente dos misiles lanzados por el avión cruzan las nubes y van recto hacia la batería de tiro…..Hacen impacto, se producen una llamaradas y después silencio”, reseña.

“En ese momento me pregunté a quién le habrán dado. Quince minutos después me llama el mayor Carrizo y textualmente me dice: “Sergio, tu hermano está herido y bastante grave….andate al pueblo”. Mi pregunta fue clara. Mi mayor, ¿Alejandro está herido de gravedad o muerto?. Ya falleció, fue la respuesta”.

El relato del hermano de la víctima continúa. “Los dos misiles había impactado en la caseta de tiro de Alejandro, matándolo instantáneamente junto con el sargento Blanco y dos conscriptos más. Fue enterrado en el cementerio de Puerto Argentino y luego trasladado al de Darwin. Recuerdo que cuando nos encontrábamos, comentábamos de la familia, de cómo estaba la situación. El era sumamente optimista, (no juegues al héroe Sergio’, eran sus palabras). Siempre le dejaba algo de comer porque ellos andaban “cortos” y cada vez que le dejaba algo, Alejandro repetía una y otra vez la misma orden: “Blanco, haga formar la gente que repartimos”.

“Un día conseguí una botella de cognac (tesoro inapreciable en esas circunstancias) y le dije “esta te la guardás para vos”. Quedate tranquilo hermano que esta me la guardo, me respondió. Subo al camión y al darme vuelta veo a los conscriptos formando fila con el jarrito en la mano. Ese era mi hermano…”, concluyó.

Otros testimonios

En el libro Malvinas, 20 héroes, uno de los capítulos está dedicado al teniente Alejandro Dachary. En el mismo, se recogen valiosos testimonios de aquella trágica madrugada del 3 de junio.

“Yo no conocía al teniente Dachary, pero por esas cosas de la guerra, nosotros estabámos ubicados a 200 metros del lugar que ocupaba su director de tiro. La madrugada del ataque escuchamos claramente el silbido del misil que caía, y vimos la posterior explosión que fue tremenda. Al ratito llegó la ambulancia del RI6, creyendo que los afectados habíamos sido nosotros, pero no era así. Luego nos acercamos al lugar que había sido atacado. Pude ver que personal de sanidad militar estaba ya trabajando y sacando los cuerpos inertes del director de tiro. Dachary estaba destrozado, y su compañero, el suboficial Blanco, también. Recuerdo además a un soldado sobreviviente que tenía un terrible ataque de nervios y se golpeaba la cabeza contra el suelo mientras gritaba y se echaba la culpa de algo pero yo, al menos, no entendía de que hablaba”. (Capitán Gregorio de los Santos Ventacor)

– – – – –

“El sargento primero René Pascual Blanco, estrecho colaborador de Dachary, era mi amigo personal. Aquella faítidica madrugada yo estaba de guardia y pudimos escuchar el ruido del motor del avión que sobrevolaba la zona. Luego llegaron las explosiones. Había un turno establecido para hablar con nuestras familias en el continente, y ese día, por coincidencia, nos tocaba a Blanco y a mi hablar por teléfono. Cuando llegue a la central telefónica, un domingo a las 8, me comunican que las explosiones de horas antes eran consecuencia de un ataque aéreo que había matado a Dachary, Blanco y los soldados Llamas y Diarte. En esos precisos momentos, la esposa de mi amigo Blanco estaba al teléfono esperando desde Mar del Plata para hablar con él. Pero como debía ser informada por los canales oficiales, se le dijo que Blanco se encontraba en una posición alejada y no había podido llegar. En realidad, mi desdichado amigo y camarada ya estaba muerto” (Suboficial mayor Jorge Oscar Mezzatesta).

– – – – –

“La tarde del 2 de junio, la posición de Dachary fue llevada a un nuevo emplazamiento. Su nuevo misión consistía en cubrir ‘la ruta de los Harrier’, que ingresaban por el norte de la bahía con el objetivo de destruir la pista del aeropuerto. Aquel 3 de junio fue un amanecer muy frío y caía una garúa que calaba hasta los huesos, cuando escuchamos el ruido de los motores de un avión que sobrevolaba la zona. Primero de este a oeste y luego en sentido contrario. Más tarde sabríamos que se trataba de un aparato Vulcan proveniente de la lejana isla Ascensión. El radar de exploración capta a un avión a unos 20 kilómetros pero aún no puede combatirlo. Lo tiene detectado pero para combatirlo hay que ‘adquirirlo’, esto es tarea del radar de tiro que cuando, lo tiene a cuatro kilómetros comienza a hacer funcionar automáticamente las piezas de fuego. Lo que creo que ocurrió es que aunque Dachary estaba en condiciones operativas, el Vulcan se hallaba más allá de los cuatro kilómetros de radio cuando disparó su misil. El segundo radar de tiro no podía detectarlo. Dachary y su gente no tuvieron ninguna defensa en mi opinión. Todas las secciones estaban con sus equipos encendidos y el piloto inglés eligió la posición de Dachary”. (General de Brigada (R), Héctor Lubin Arias)



Emergencia del avión en Brasil

El ataque inglés se enmarcó en la operación conocida como “Black Buck 6”. Según pudo reconstruirse a través de los documentos históricos, el avión Vulcan llegó a Malvinas y lanzó las bombas que cargaba, pero solamente pudo lanzar uno de los dos misiles Shrike. El otro, armado y listo, no se desprendió del soporte alar del ala izquierda.

Esto cambió todo el perfil de la misión: si el Vulcan tenía el combustible justo para volver sin armamento (recurriendo al reabastecimiento durante el regreso), la carga adicional del misil implicaba que se requerían cargar más combustible.

Forzada por todas estas misiones, cuando se quiso realizar la operación de repostaje, la lanza del Vulcan se rompió, quedando imposibilitado de recargar combustible. Fue esto lo que obligó al avión a aterrizar en Río de Janeiro, en una maniobra compleja y bastante controversial. Con armamento activado que podía estallar y casi sin combustible, el Vulcan fue interceptado y escoltado por dos F-5 brasileros hacia el aeropuerto de El Galeao.

Brasil tenía una posición neutral ante el conflicto, aunque su gobierno estaba opuesto al argentino. Sin embargo, siguiendo los procedimientos internacionales y leyes firmadas entre ambos países, y las presiones argentinas, decidió confiscar el avión por una semana, aunque solamente volvió cuando se firmó el armisticio. La tripulación fue retenida pero posteriormente liberada. El misil fue confiscado y desactivado por personal británico que llegó especialmente para el caso.

Para la misión en la que finalmente pierden la vida los tres marplatense, fue elegido el comandante Neil McDougall y el bombardero XM597, siendo el XM598 la reserva. El objetivo era el mismo, el radar TPS –de la Fuerza Aérea- que lo detectó por el radar por 50 segundos o aproximadamente 5 vueltas de la antena y a una velocidad de 463km/h y una distancia de 322km. Los radaristas se dieron cuenta que a esa velocidad el avión intentaba guardar combustible para atacar el radar posiblemente. El bombardero descendió y apareció nuevamente a 55kms de distancia ya siendo una amenaza por lo que se dio el alerta de ataque aéreo. Cuando el avión estaba a una distancia de 16kms se cortaron las emisiones del radar para evitar ser alcanzados por algún misi. La tripulación del Vulcan notó esto y viró hasta localizar otra vez las emisiones cuando se reanudaran. Este juego del gato y el ratón duró una hora.

“Los ingleses no pudieron detectar el blanco, que era ese radar grande de la Fuerza Aérea, En cambio, encontraron la débil señalar del radar de tiro de Dachary y entonces lanzaron el misil”, explicó uno de los ex combatientes de Mar del Plata que se encontraba a pocos metros del lugar.

La historia afirma que el bombardero tenía bajo sus alas dos pilones con 4 misiles para ser utilizados contra el TPS-43 (radar de la Fuerza Aérea). Al haber hecho fuego contra la batería Skyguard con dos de estos misiles, uno de los cuales no salió del pilón, quedando anclado y armado.

Misiles y documentos arrojados al mar

Al momento de estar lejos de Malvinas el comandante decidió soltar los mismos sobre el mar y tomó altura de vuelo optima sobre los 12.000 metros en donde el aire es favorable para la condiciones de vuelo ahorrando combustible. Al momento que el copiloto hizo un chequeo de los cálculos dieron negativo dando como resultado que no se podría llegar al tanquero con la cantidad de combustible que tenían en los tanques. Así, se señala, el comandante puso rumbo directo a Río sabiendo que debía desprender de todo lo relacionado con la misión, documentos confidenciales que estaban a bordo del Vulcan y otros elementos que inexorablemente tenían que ser lanzados al mar. Despresurizaron la cabina y abrieron una escotilla de acceso en el piso, lanzando en una lata de raciones de alimento todo al océano.

Cuando el bombardero penetró el espacio aéreo brasileño la defensa de Río entró en alerta y fueron enviados dos F-5 para interceptar al mismo. Tras el aterrizaje en Río de Janeiro -hecho que mereció cobertura en los medios de aquel país -la tripulación permaneció 8 días en tierra alojados en el casino de oficiales de la base aérea del el Galeao. El 11 de Junio se dio la autorización para poder retomar vuelo y partir hacia Ascensión. En el caso del misil Shrike se quedó en Brasil y fue desactivado por personal británico que llego para este caso puntual. Ese tipo de misil era lo más avanzado en armamento para la épica y su funcionamiento era un alto secreto de estado. Una oportunidad que no dejó pasar el gobierno brasileño.

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...