Hace un año Nancy Segura (27) era asesinada de una puñalada en el tórax. El cuchillo que la laceró le dejó una herida de 18 centímetros y le afectó órganos vitales al punto de causarle un shock que acabó con su vida.

Un año atrás, el 19 de junio de 2017, la mano que impulsó el arma fue la de su marido Rafael Inglera, quien intentó poco después explicar que todo se había tratado de un accidente. Sin embargo, la ciencia forense lo desmintió y desde entonces está detenido a la espera del juicio.

En la tarde de este martes los familiares y allegados a Segura se reunieron en el monumento al General San Martín para recordarla y para exigir a la Justicia más celeridad. “Le reclamamos que determinen la fecha del juicio, porque ya no hay excusa para demorarlo. El fiscal Fernando Castro entregó todas las pruebas”, dijeron algunos parientes.

Desde la fiscalía interviniente aseguraron que los plazos para la realización del juicio no están demorados y que solo resta coordinar la agenda del tribunal que salga sorteado.

En el acto celebrado bajo la consigna “#NiUnaMenos” estaba presente Yésica Segura, hermana de la víctima, y quien se quedó a cargo de sus dos pequeños sobrinos desde el momento en que ocurrieron los hechos.

Aquella medianoche del 19 de junio de 2017, Segura se encontraba en su casa de 18 entre 443 y 441, en Playa Serena, acompañada por Inglera cuando bajo circunstancias desconocidas recibió una puñalada. Primero fue llevada a la sala de salud del barrio y de allí al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), donde se produjo su fallecimiento.

Al declarar ante los investigadores, Inglera interpuso una versión de los hechos que hablaba de un accidente. Dijo entonces que tanto él como Segura habían recibido a un sobrino que pedía ayuda porque sus padres se estaban peleando a pocas cuadras de allí. Entonces al querer salir hacia esa vivienda, Inglera aseguró haber “lastimado” a Segura, quien intentó impedirle que llevara el cuchillo.

Sin embargo, los peritos de la Policía Científica derrumbaron una coartada que antes ya había sido debilitada por el sobrino, quien dijo que si bien había ido a la casa jamás había encontrado a Inglera y a Segura.
Otros testimonios describieron a Inglera como agresivo y golpeador, y al vínculo con Segura como tortuoso.

Pero fueron los peritos forenses los que terminaron con las excusas de Inglera. Dijeron que además de la herida de 18 centímetros de profundidad, el cadáver presentaba señales de una fuerte “compresión externa” en el cuello. Esto terminó por reconstruir la secuencia: para los investigadores, Inglera tomó del cuello a Segura y la inmovilizó, para entonces apuñalarla.

Incluso, la herida evidenciaba en el lado izquierdo del tórax que no podía haber sido producto de un forcejeo, sino de una voluntad direccionada del autor.

Tras la detención de Inglera, el fiscal Castro solicitó a la jueza Lucrecia Bustos la prisión preventiva debido a la personalidad peligrosa y al riesgo de fuga.

Desde entonces permanece detenido en la cárcel de Batán y espera que en las próximas semanas se conozca la fecha del juicio oral durante el que podría recibir la pena de prisión perpetua.