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Interés generalOpinión 29 de diciembre de 2016

Acerca de Programas Sociales de las Secretaría de Cultura y Educación

Por Sebastian Puglisi

La exclusión social es, entre muchas otras cosas, un proceso de acumulación de desventajas que tiene dimensiones más amplias que el concepto de pobreza.

La pobreza, lejos de ser un hecho lineal que deriva exclusivamente en la privación de acceso a recursos materiales, es un proceso también multidimensional que, entre otras cosas, restringe la libertad de elegir y genera desventajas en el acceso a bienes y servicios que la sociedad actual crea y produce, y que favorecen o limitan las posibilidades de desarrollo integral de las personas
En su perspectiva tradicional y asistencialista, las miradas del desarrollo social se limitan a ver en el binomio “carencias y recursos”, los elementos únicos de la cuestión, acotando las intervenciones a la provisión (generalmente escasa) de recursos materiales y dejando de considerar por un lado la integralidad de la naturaleza humana y por otro lado, derechos sociales básicos.

Desde esta perspectiva, las iniciativas vinculadas al arte y la cultura, las que promueven expresiones artísticas, las que educan desde todos los ámbitos de la vida cotidiana, las que lo hacen también desde lo no formal, las que generan oportunidades de experimentar o producir arte, solo por dar algunos ejemplos, son consideradas políticas de rango menor, y en todo caso dependientes de la disponibilidad presupuestaria y del mayor o menor interés del funcionario a cargo.

Nuestra ciudad asiste hoy a esta controversia

El año 2016 significó un notable retroceso en la oferta de educación no formal y en las actividades tradicionalmente desarrolladas por la Secretaría de Cultura y la de Educación en las zonas más alejadas de nuestro territorio. La disminución de actividades, talleres y capacitadores, privó de estas experiencias de desarrollo personal, grupal o comunitario a niños, jóvenes y adultos en condiciones sociales más desfavorecidas.

Esta decisión del gobierno local, verificable en los hechos, tuvo un ambiguo derrotero a nivel comunicacional: se negó la disminución de programas, proyectos y recursos, se argumentaron cuestiones de restricción presupuestaria, se asumieron compromisos no cumplidos con posterioridad, se cerraron oportunidades de diálogo sensato, se subestimó el impacto y a los participantes de las propuestas, etc.

Sin embargo, lo más grave pareciera ser la descalificación y desconsideración de ese patrimonio intangible de nuestra comunidad, el que fuera gestado con el aporte de diversos actores sociales, comenzado en los gobiernos radicales de Elio Aprile y Daniel Katz quien los profundizó, pero sostenido por el gobierno que lo sucedió que, con una mirada estratégica de la cuestión social y respeto por la construcción colectiva, permitió que esta oferta creciera sin perjuicio de los cambios de signo político de las gestiones.

En este contexto, de controversias entre un sector del gobierno local dispuesto a retroceder en este camino y quebrar experiencias y oportunidades para grupos sociales generalmente invisibles para la acción cultural, el Honorable Concejo Deliberante sanciona en el mes de octubre la ordenanza 22888.

La misma crea en el ámbito de la Secretaría de Cultura los Programas  Almacenes Culturales, Usinas Artísticas y Liberarte, reconociendo el “valioso impacto socio-comunitario que tienen para niños, jóvenes y adultos, particularmente de aquellos con menores oportunidades de acceso a la cultura como derecho social” y disponiendo a su vez que el Departamento Ejecutivo realice las adecuaciones presupuestarias necesarias para poner en ejecución estos programas.

La ordenanza se encuentra promulgada y publicada en el Boletín Oficial aunque, paradójicamente no existe una sola referencia en el presupuesto de la Secretaría de Cultura del año 2017 para estos proyectos.

Lo ocurrido durante este año y esta observación hacen suponer que, en el año 2017 se reproducirá el achicamiento de la oferta pública cultural a nivel barrial y otro tanto ocurrirá con el Programa Educativo Barrial (Peba) si se leen con atención lo que expresan los números del presupuesto elaborado por Silvana Rojas (Cultura) y Ana Crovetto (Educación).

Peba, Almacenes Culturales, Usinas Artísticas y Liberarte significan para muchas personas, particularmente niños y jóvenes, el puente hacia la inclusión, hacia experiencias más placenteras y desconocidas cuando las condiciones de la vida cotidiana son particularmente difíciles.

Recordemos, una vez más, que fueron posibles porque existieron funcionarios que, tomando decisiones desde la política pública, tuvieron la voluntad de dirigir la acción del estado hacia esos sectores sociales, destinando recursos institucionales y construyendo un “modo de hacer cultura” distinto, con otras prioridades.

Es por ello que la opción del Estado local debiera ser seguir avanzando en esa dirección, entendiendo que la administración de los asuntos públicos es siempre un camino hacia adelante en la consolidación de derechos sociales adquiridos. No es imposible. Siempre estamos a tiempo. Se puede.
Sebastián Puglisi
Vicepresidente UCR Gral Pueyrredon
Ex Sec de Educación
Ex Sec de Cultura



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