Arte y Espectáculos

Agustín “Soy Rada” Aristarán: “Engaño desde que soy muy chico”

De las esquinas de Bahía Blanca y las redes sociales al escenario del Teatro Lido: "Soy Rada" repasa sus facetas, todo lo que hace y lo que le gusta, un "Revuelto" de música, comedia y magia.

“Polifacético” es una palabra que le calza muy bien: canta, hace stand up, magia, actuación, acrobacia, humor, sketchs cómicos, carpintería y todo eso lo vuelca en su canal de YouTube. Las redes sociales fueron verdaderas aliadas en su crecimiento. En ellas consolidó la autogestión. De ahí saltó al teatro, a la tele y a las plataformas como Netflix y Disney, donde lo veremos este año en una sitcom de la que no se sabe mucho más.

Si bien fue parte de otras temporadas, esta es la primera vez que Agustín Aristarán, más conocido como “Soy Rada”, está fijo todo el verano en esta ciudad. Desde el Teatro Lido propone “Revuelto”, justamente, un muestrario de todas sus habilidades artísticas.

“El nombre del espectáculo se lo puse cocinando, me gusta mucho hacer revueltos de cosas -rememora en una entrevista con LA CAPITAL-. Yo estaba haciendo el revuelto y venía con la estructura de este espectáculo ya armado. Metafóricamente, le puse al espectáculo las tres cosas que a mí más me gusta hacer: música, comedia y magia, todas mezcladas en un escenario”.


La magia atraviesa su show. Un truco de cartas que realiza con el público logra sorprender a sus seguidores.


“Revuelto” ya pasó por el Luna Park y salió de gira por España, Portugal, Inglaterra, Estados Unidos, Chile y Uruguay. ¿Consagración? ¿Éxito? “Soy Rada” es precavido, prefiere alejarse de palabras relativas, cargadas de tanta significación que pueden volverse vacías.

“Me da mucho miedo, le esquivo a esa palabra, la consagración para mí viene cuando sos viejo, ahí uno se consagra y es algo que necesitamos por ahí de viejos, ¿no? Yo no, no necesito la consagración. Yo hago cosas, hago muchas cosas, sí, muchas cosas”, expresa.

 


“Empecé a hacer espectáculos callejeros por una necesidad tremenda de actuar, no era una necesidad de morfar”

 


Hay algo de lo que sí es consciente: más personas conocen lo que hace y se prenden a su comunidad de seguidores. “Crecí mucho en público, crecí en equipo. En ‘Revuelto’ labura mucha gente, en la gira fuimos veintidós personas viajando para poder hacer ‘Revuelto’. Acá en Mar del Plata vinimos con un equipo reducido, el espectáculo es el mismo, lo acomodamos para que se viva igual. No tengo una falsa modestia, me va muy bien, lo reconozco”, se sincera y dice estar a gusto con pasar el verano en una ciudad con mar.

“La forma de Mar del Plata es espectacular, cada vez que vengo acá me agarra mucha bronca, digo ‘por qué no vivo en un lugar donde hay agua, por qué me estoy privando de eso que me gusta'”, asegura.

Nació en Bahía Blanca. Fue su terruño el testigo de esos primeros años de experimentación como artista callejero. Los malabares en las esquinas fueron su laboratorio.

-Mezclás tantas disciplinas, ¿hay algo de alquimista en vos?

-Hay algo de circo, el circo es lo que me abrió la puerta a querer dedicarme a esto. De hecho fue en Mar del Plata, en el Gran Circo Rodas. Lo vi un verano y me voló la cabeza, no podía entender, fue la primera vez que fui consciente de que estaba viendo un circo. Había magos, payasos, malabaristas, equilibristas, estaba el globo de la muerte. Soy muy fan de los circos. Me gusta mucho el concepto, nunca laburé en uno, pero con las cosas que hago siempre fui un circo ambulante.

-¿Trabajarías en uno? ¿Te sumarías a un circo?

-No lo sé, tuve la posibilidad de trabajar en el Cirque du Soleil hace muchos años y preferí quedarme en mi circo, es más chico pero es mío.

 


En el arranque de “Revuelto”.


-En “Revuelto” te definís como mago, a pesar de que hacés música, actuación, humor. ¿Por qué?

-Porque es lo que hice toda la vida, tuve un momento que me peleé con el mago y decidí no ser más mago. Cuando hice “Serendipia”, mi espectáculo anterior, ahí me aburrí, estaba saturado, había hecho muchos años magia. Pero el mago descansó y volvió desde otro lugar. Soy mago, entiendo las cosas desde ese lugar, o sea, engaño desde que soy muy chico. Desde antes de tener uso de razón yo ya hacía magia con una caja de magia. Hace muy poquito lancé una caja de magia a nivel nacional, que está en todos lados y eso también me acercó desde un lugar de vuelta a decir “esta es mi esencia”. Yo era chiquito y jugaba a que era mago delante del espejo y le hacía magia a mis parientes. Soy comediante, soy músico, pero bueno, la magia me va a aparecer, no soy un mago clásico, eso lo tengo claro.

-Por afuera del escenario, cuando se apaga la cámara, cuando te vas del teatro, ¿dónde encontrás la magia?

-En los vínculos. No en la cantidad de entradas que se venden ni en la cantidad de likes. No me pongo en un lugar sensible, es real, para mí los vínculos son lo que salva todo. Los vínculos con amigos, con familia, con mi pareja (Fernanda Metili, actriz y comediante), con mis viejos, con mi hermano, sobrinos y amigos. Los vínculos que tengo con el grupo de gente que laburo, a los que veo más que a mi familia, con los músicos que estamos de gira, con los chicos de mi banda, con ellos tenemos un vínculo de amistades.


“Con las cosas que hago, siempre fui un circo ambulante”


-¿Qué queda en vos de ese artista callejero que empezó en Bahía Blanca?

-Todo. Cuando yo empecé a hacer espectáculos callejeros, lo hacía por una necesidad tremenda de actuar, no era una necesidad de morfar. Esto lo aclaro siempre, sería ser un lindo titular. No, la verdad es que no, no vengo de una familia adinerada. Era una familia muy laburante, muy golpeada por la década del ’90 y demás, pero la necesidad era de jugar con mis amigos a esto, o sea, yo quería sentir que estaba en un escenario. Para poder hacer eso también, tuve que aprender un montón de cosas, como fabricar las clavas porque no tenía un mango para comprarme unas clavas de verdad o tenía que aprender cuáles eran los ingredientes del engrudo para salir a pegar los carteles y así anunciar que estábamos en un teatrito que se caía a pedazos. Tuve que aprender a ser mi propio productor, mi propio director. Hoy cuando tengo un equipo tan grande de laburo, sé qué está haciendo cada persona y si no lo sé, intento investigarlo y aprenderlo. Eso mismo es lo que me quedó de artista callejero. Hoy me siento súper orgulloso de que haya pasado todo eso.

-La importancia de la autogestión.

-Es una bandera la autogestión. Si bien me asoció con gente muy importante como Carlos Rottemberg o grandes marcas, mi equipo de laburo es autogestivo.

-¿Cómo era ser artista callejero en Bahía Blanca?

-Era en esa época más conservadora que ahora, estamos hablando de los ’90. Teníamos que lidiar con los vecinos que se quejaban porque no quedaba bien visto que pasemos la gorra y éramos chicos, 12, 13 años y no estábamos haciendo nada malo. Estábamos investigando, probando. Las redes sociales cambiaron mi vida completamente, pero ahí no había likes, like era el que frenaba.

-¿Por qué cambiaron tu vida?

-Porque democratizaron la vida de muchos artistas, de muchos escritores, de muchos periodistas, de músicos, de gente que era completamente anónima, es maravilloso. Estoy recontra a favor, sé también lo nocivo que son las redes, soy súper consciente.

-Mostrás lo que querés mostrar…

-Exactamente. Nunca se prende una cámara en mi casa sin que todos los que van a aparecer en esa cámara sepan que se va a prender, como cuando hablo con mi hija Bianca (un personaje habitual en sus videos). Una vez en un programa de chimentos, estaban analizando y matándome por las cosas que le hacía a mi hija mientras estudiaba. Yo decía: “Ojalá que me llamen así les explico”. Si estoy saliendo con un traje inflado con una cámara delante de mi hija, es porque ella sabe que hay una cámara ahí. No se lo hago sin que ella sepa.

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