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Opinión 31 de agosto de 2020

Aislamiento social por el Covid-19 y el adulto mayor: ¿Algo nuevo en la sociedad actual?

Por Dr. Hugo Eduardo Morales (*)

Desde que se inició la pandemia mundial a fines del 2019 en aquel lugar lejano de China y pensando que nunca se iría a distribuir globalmente, y por lo tanto no iba a llegar a nuestras tierras ya que “era un problema del otro”, se comenzó a hablar, comentar, aconsejar, publicitar como medidas preventivas, entre otras, el aislamiento social para protegernos del Covid-19.

No digo y que no se interprete que esté mal tomada dicha medida indicada por científicos y expertos, desde la OMS para abajo, en todos los niveles sociales, políticos, culturales y religiosos, entre otros, con mayor o menor aceptación y haciendo máximo hincapié en el llamado grupo más vulnerable: los adultos mayores.

Y así sucedió y sucede. Nuestros queridos padres, abuelos, “viejos” (como solemos decirles afectuosamente a nuestros adultos mayores), esta pandemia les ha quitado los abrazos, los besos, los festejos y los duelos, y nos robó poder llorar al lado de nuestros muertos y no nos ha dejado dar un último abrazo.

Ahora yo me pregunto y reflexiono: ¿Fue y es la pandemia el causal de este aislamiento? ¿o ya veníamos practicándolo inconscientemente desde hace muchos años atrás? La pandemia puso al descubierto prácticas que pasaron “de ser eventuales” a “ser necesarias”: como que muchos adultos mayores dejen su hábitat habitual y sean trasladados a instituciones de internación de larga estadía. Así se los denomina actualmente a aquellos lugares lúgubres antiguamente llamados asilos de ancianos, posteriormente geriátricos u hogar de abuelos.

O quizás hemos escuchado “papá o mamá quieren vivir solos y hacer sus vidas”, pero eso sí: yo o mi esposo/a, mis hermanos o los nietos los llamamos por teléfono, o los fines de semana si está lindo el día los vamos a buscar para dar una vuelta o vengan a casa a comer, o le enseñamos a chatear o usar el WhatsApp, o cuando podemos nos damos una “vueltita” por su casa por si necesitan algo, o cuando me necesitan ahí estoy.

¿No hemos visto alguna vez algún adulto mayor caminando errantemente por la calle y mendigando una moneda o pedir un alimento? ¿No hemos visto camas ocupadas en hospitales, por lo general públicos, ocupadas por adultos mayores que no son visitados por ningún familiar y quizás de vez en cuando por algún amigo o vecino del barrio? ¿No se han enterado que algún adulto mayor fue hallado muerto en su domicilio solo luego de varios días?

Ante este breve panorama que les acabo de redactar, le pregunto a usted estimado lector de estas líneas: ¿Es la pandemia del Covid-19 el causante del aislamiento social, preventivo y obligatorio de nuestros adultos mayores o la modernidad, el avance tecnológico, la búsqueda del confort, la necesidad de salir a trabajar porque la plata no nos alcanza, o porque queremos otro estándar de vida? Hemos transformado como algo natural o necesario algo que no lo era: la vida familiar desde su concepción hasta su final, las casas llenas, las mesas largas, las reuniones familiares. No usemos a la pandemia como cambio de estilo de vida, que no nos tape la reflexión y la mirada, y el pensamiento de la realidad.

(*) Clínica Médica, Geriatría y Nutrición. Miembro de la Comisión de la Asociación de Geriatría y Gerontología de Mar del Plata.

 



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